El proyecto del puerto de Fonsalía (Guía de Isora, Tenerife), localidad costera situada entre Alcalá y Playa San Juan, cuenta con el apoyo de distintas asociaciones empresariales y gobiernos de administraciones públicas, como el Cabildo de Tenerife y el Gobierno de Canarias, porque lo consideran una fuente de desarrollo, economía y empleo para la isla.
Sin embargo, voces científicas y también políticas se oponen a la construcción de un puerto que consideran innecesario, que atentará de forma irreversible contra un entorno especialmente rico y vulnerable protegido por la Unión Europea (UE), y que ha recibido reiteradas negativas desde el Gobierno de España ante sus dudas por su estudio de impacto ambiental (EIA).
En Fonsalía se pretende construir una plataforma de tipo puerto-isla con cinco líneas de atraque para grandes buques, una dársena pesquera, 200 plazas de dique seco y 467 plazas de pantalán en la zona deportiva, dentro de un polígono costero de algo más de 222.000 metros cuadrados.
Un proyecto que conllevaría una inversión pública inicial de 200 millones de euros y cuya tramitación comenzó hace 25 años.
Cambio climático
Toda la zona marítima desde Teno (norte) a Rasca (sur) está considerada por la directiva Hábitats de la Unión Europea como Zona de Especial Conservación (ZEC) porque acoge especies en estado “crítico”, como el delfín mular o la tortuga boba.
Aves marinas como el águila pescadora, la pardela cenicienta o el charrán común, delfines, invertebrados como las esponjas cerebro y multitud de algas, entre otras especies, conforman un ecosistema “espectacular” por su rica biodiversidad, conocido en el mundo científico como el “Serengueti de los calderones”.
Se han catalogado al menos 74 especies marinas protegidas en la ZEC Teno-Rasca. La región acoge una de las mayores colonias residente conocidas en el mundo de calderón de aleta corta, según la investigadora del Departamento de Biología Animal de la Universidad de La Laguna (ULL), Natacha Aguilar.
Las colisiones contra cetáceos en esta zona han cobrado relevancia internacional porque el fotógrafo tinerfeño Francis Pérez fue galardonado el pasado sábado en el certamen de fotografía del Museo de Historia Natural de Londres “Wildlife Photographer of the Year” por retratar debajo del agua la aleta caudal de un calderón tropical seccionada por la hélice de una embarcación pequeña.
Natacha Aguilar destaca para Efe un argumento reciente contra el puerto: la pandemia de covid-19. Las evidencias científicas demuestran que las alteraciones en la biodiversidad de los ecosistemas incrementan los riesgos de que la población humana sufra pandemias, asegura la bióloga.
Los cetáceos residentes en las aguas tinerfeñas regulan el ecosistema marino por su papel de depredador de alto nivel y fertilizan las aguas, lo que favorece la productividad de plancton.
Estos organismos microscópicos controlan el cambio climático, principal amenaza contra la biodiversidad, porque absorben entre un 30 y un 50 % de todo el dióxido de carbono que produce la humanidad y generan hasta la mitad del oxígeno que consume la sociedad mundial.
Y concluye al respecto: “Si queremos un futuro sin mascarillas, hay que recuperar la biodiversidad. Y para ello es esencial proteger a los océanos y a los cetáceos”.
Los Cristianos
El estudio interuniversitario Análisis del estudio de impacto ambiental del proyecto del puerto de Fonsalía (2019) sostiene que el estudio ambiental del puerto es inválido porque subestima o ignora relevantes impactos ambientales que, en conjunto, afectan de forma severa a los objetivos de conservación de la ZEC Franja marina Teno-Rasca.
El puerto incrementaría proporcionalmente el tráfico marítimo en la ZEC, aumentando con ello la afección a las corrientes marinas, la contaminación química, lumínica y acústica del área, o el riesgo de colisiones con cetáceos y tortugas.
La construcción del puerto de Fonsalía incumpliría la legislación europea, según este estudio, porque no se justifica su declaración de “interés general” al existir alternativas viables de menor coste ambiental y económico, “reorganizando el tráfico marítimo y terrestre del puerto de Los Cristianos”.
Estas conclusiones fueron refrendadas por el último informe negativo emitido en el 2018 por el Ministerio de Transición Ecológica (Dirección General de Costas) a la adscripción de dominio público terrestre para el puerto por motivos ambientales.
Aun así, el Gobierno canario remitió el pasado julio una nueva solicitud de adscripción de dominio público de los terrenos de Fonsalía, según fuentes del Ejecutivo.
Defensa de la obra
El propio consejero de Obras Públicas del Gobierno de Canarias, Sebastián Franquis (PSOE), afirmó el 16 de octubre del año pasado ante el pleno del Parlamento autonómico que el puerto de Fonsalía es una “prioridad” para Tenerife y que la mayoría del Ejecutivo apoya su construcción.
Roberto Ucelay, presidente del Círculo de Empresarios y Profesionales del Sur, recuerda para Efe que el proyecto de Fonsalía se declaró como obra estratégica en el Plan de Infraestructuras de Tenerife en 1995, y que conllevaría un periodo de ejecución “importante” que, en cualquier caso, no comenzará este 2020.
Esta dilación en el proyecto resulta para el presidente del Cabildo de Tenerife, Pedro Martín (PSOE), “una muestra más” de otras tantas infraestructuras que se encuentran paralizadas desde años por la imposibilidad, a su juicio, de desarrollar proyectos en la isla.
“Habrá quien busque cualquier tipo de impacto para mantener indefinidamente el parón de este proyecto”, reprocha Martín, y añade en su entrevista con Efe: “Cualquiera que tenga un discurso distinto al de los medioambientalistas parece el malo de la película”.
De hecho, el exalcalde durante 24 años de Guía de Isora se ha preguntado si se ha evaluado el coste económico de una posible ampliación del puerto de Los Cristianos o el impacto que provocaría en el entramado urbano de la ciudad y en la economía de la zona.
Martín insiste en que dicho proyecto sustituiría al actual puerto de Los Cristianos, por lo que el impacto que éste ya genera tan solo se trasladaría más al norte.
Y ha restado “contundencia” a otras opciones que no pasen por la construcción del puerto de Fonsalía porque, entre otros aspectos, “no se aportan datos”.
En cambio, el doctor en geografía y exportavoz de Podemos en el Cabildo de Tenerife, Fernando Sabaté, denuncia los intentos de distintas administraciones públicas y ciertos empresarios por, de algún modo, “modificar y cambiar” la ley conforme a sus intereses particulares, y que traten de burlar, a su juicio, las negativas de la Dirección de Costas.
El principal problema que padece el puerto de Los Cristianos, según dice Fernando Sabaté a Efe, es el colapso de vehículos que entran o salen de él, especialmente en horas punta, cuando atracan varios barcos a la vez.
Un asunto, defiende, sucede solo en momentos “puntuales” del año, como festivos o periodos vacacionales.
Sabaté propone que las líneas marítimas se repartan horarios para que sus atraques no coincidan y eviten así las colas de vehículos, o que se encarguen estudios para abordar soluciones de costes “infinitamente inferiores” al previsto para Fonsalía: túneles, plataformas, nuevos trazados de las calles o nuevo ordenamiento urbano de la ciudad, entre otras.
Pero el geógrafo entiende que en Canarias continúa prevaleciendo la visión de los grandes proyectos sobre los análisis más detallistas y concretos, menos ostentosos, “de lógicas más amplias” en el tiempo, y resume con que en las islas aún impera el dicho de “burro grande, ande o no ande”.
Economía
Roberto Ucelay coincide en líneas generales con el presidente insular en que el nuevo puerto crearía un polo de desarrollo económico en el suroeste de Tenerife, trasladaría toda la operativa de barcos a Guía de Isora y mejorarían, por ello, las travesías y los tiempos marítimos en la conectividad con las islas verdes.
La presión de tráfico sobre el puerto de Los Cristianos se reduciría considerablemente, dando paso, según Ucelay, al atraque de cruceros turísticos y más actividad pesquera, entre otras actividades nuevas, que generarían un “mayor impacto” en la economía de Los Cristianos, región que ya antes de la pandemia por covid-19 estaba “en decadencia”.
Recuerda también que hace décadas, cuando la comunicación con las islas no capitalinas de la provincia era menor y el puerto de Los Cristianos aún no se había construido, el punto principal de llegada era la zona de Guía de Isora correspondiente a Fonsalía.
Y ha asegurado que el puerto amortizaría la inversión de 200 millones de euros de su coste, en cuya financiación, aparte de los recursos públicos de la administración, participaría el sector privado.
Una amortización que secunda igualmente Pedro Martín: “La explotación de los servicios portuarios recuperará la inversión”, asegura.
De hecho, Martín avisa de que lo esencial ahora es recuperar a la isla del cero turístico porque el parón en el que se encuentra estas semanas conllevará un impacto “brutal” sobre el conjunto de la economía tinerfeña.
Tanto Sabaté como Aguilar, por otro lado, coinciden en que el puerto de Fonsalía sería una infraestructura a la que efectivamente se le sacaría rendimiento. “Pero eso no significa que sea razonable ni coherente con nuestras leyes ambientales. Es un despropósito. Como construir apartamentos en Anaga o en el Teide”, advierte la bióloga.
Insiste, además, en que los conceptos de economía y sostenibilidad no son incompatibles. Al contrario: “La única economía segura y sostenible a largo plazo es aquella que respeta la biodiversidad”.
“Una sociedad madura debería preguntarse si la construcción de ese puerto es una prioridad justificada”, remata.