La defensa trata de demostrar que las víctimas del asesinato machista en Adeje murieron de forma instantánea

Efe

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La defensa de Thomas Handrick, el ciudadano alemán que presuntamente mató a su esposa y a uno de sus hijos en una cueva en Adeje, en el sur de Tenerife, partiéndoles el cráneo con una gran piedra, ha presentado este lunes en el juicio con jurado el informe de un perito que apunta que la muerte pudo ser instantánea.

Por el contrario, los médicos forenses que realizaron las autopsias han apuntado la posibilidad de que las dos víctimas vivieran aún algunos minutos pese a que el “atroz” traumatismo craneoencefálico que sufrieron al ser atacados, supuestamente con una piedra de 8,5 kilos, era necesariamente mortal. Esa agresión generó sin duda un gran sufrimiento físico a la madre y al niño, de diez años, pero incluso puede ser peor el sufrimiento psicológico, el “terror” que vivieron al verse agredidos por un familiar tan cercano, según los forenses.

En la quinta sesión de este juicio, en el que la fiscalía pide prisión permanente revisable para el acusado, compareció primero Óscar Pérez Hernández, médico forense que acudió al levantamiento de los cadáveres de Silvia y Jacob en la cueva a la que fue la familia de excursión el 23 de abril de 2019, en la que fueron asesinados, mientras que el segundo hijo, de 7 años, logró escapar y pedir ayuda.

Pérez Hernández examinó a Thomas Handrick dos días después de los hechos y relató que el presunto asesino padecía dolores crónicos por una hernia discal y que comentó que las lesiones que presentaba era porque se había caído en el trayecto hacia la cueva.

El forense, sin embargo, ha testificado que esas lesiones, entre ellas contusiones en el pómulo derecho y en la mano, son más compatibles con las que puede haberle producido la defensa o forcejeo con otra persona que con una caída accidental.

De hecho, según el testimonio de los forenses Francisco Javier González, Ángel Luis Pérez y Raquel Martínez, tanto la esposa como el hijo asesinado presentaban a su vez lesiones que demostrarían que intentaron defenderse de la agresión.

El cadáver del niño presentaba una “agujero enrome” en el cráneo, una fractura en el lado izquierdo por la que se derramó parte de la masa encefálica, y junto al cuerpo se recogieron fragmentos óseos. Pero también tenía hematomas en la cara, en la frente y en la zona del oído derecho, así como heridas en los antebrazos, las manos y el hombro.

Los forenses han concluido que el niño trató de parar la agresión y finalmente cayó al suelo en la cueva, donde adoptó una posición fetal como última postura de defensa, momento en el que recibió uno o varios golpes mortales con una piedra y su cráneo quedó aplastado.

También creen los forenses que “hubo cierta supervivencia”, quizás de algunos minutos, después de la fractura craneal, porque el niño estaba exangüe y tenía edema pulmonar, lo cual indica que mantuvo signos vitales.

Los forenses no pueden determinar si murió antes el hijo o la madre, pero sí han concluido que la agresión de esta comenzó fuera de la cueva y concluyó dentro, donde quedó boca abajo con el cráneo roto en la zona de la coronilla, por lo que recibió el golpe desde arriba y desde atrás. Fueron localizados restos óseos alojados dentro de la cabeza y además presentaba una fractura maxilofacial.

La mujer también tenía golpes previos que indican que intentó defenderse, se recogieron mechones de pelo fuera de la cueva, donde ya había sangrado, y antes de la agresión definitiva recibió golpes en el lado izquierdo de la cara, a la altura del pabellón auricular. También presentaba un golpe en el labio y un incisivo roto.

Las lesiones fueron “muy dolorosas”, pero cuando se habla de ensañamiento los forenses también se refieren al sufrimiento mental, al “terror” que sufre alguien agredido por un pariente cercano, que cuando hay supervivencia pueden tardar más en sanar que las propias heridas, dijo el forense Francisco Javier González.

Por la defensa compareció como perito José Antonio Álvarez, quien en su informe pericial confirmó que el acusado presenta una hernia discal operada y una prótesis, lesión que le causa dolor neurológico constante y le limita en sus movimientos, también toma medicamentos opiáceos y para la depresión.

“Es sorprendente” que con estas patologías y dolores tan intensos pudiera mantener un forcejeo intenso; “desde el punto de vista médico es difícil de entender”, indicó el perito.

También apuntó que es posible que el fallecimiento de Silvia fuera instantáneo y que ya estuviera inconsciente cuando murió al recibir el último golpe.