Un hombre se enfrenta la próxima semana a una solicitud de penas por parte de la Fiscalía de Santa Cruz de Tenerife de 20 años de cárcel por considerarle responsable de un delito agravado de lesiones y de agresión sexual a una mujer, a la que violó y golpeó en la cabeza con una piedra.
Además, el Ministerio Público pide que se le abonen 116 euros por cada uno de los días en los que permaneció hospitalizada, 95 por los que estuvo incapacitada y 60 por los que sí pudo realizar sus tareas cotidianas sin estar curada del todo.
El baremo por las secuelas se calcularía según los establecidos para los accidentes de tráfico, más un 20% por el carácter intencionado de las lesiones, el procesado tendría que afrontar los gastos médicos y farmacéuticos y 12.000 euros más en concepto de daños morales.
El hombre conoció a la víctima a través de su pareja sentimental, pues en ese momento vivía en alquiler en un inmueble propiedad de esta última, pero el procesado le ofreció vivir en otra casa de una amiga suya a cambio de que la cuidara hasta que la dueña regresara de Italia.
La residencia era de madera, de una planta, sin luz ni agua corriente y estaba situada en Güímar en un lugar aislado, al que se accedía a través de un túnel situado debajo de una vía por lo que para llegar a la misma desde donde vivía el procesado y su pareja hay que recorrer un kilómetro a pie.
Con la excusa de que la casa estaba en mal estado el hombre se ofreció a ayudarla en las tareas de reparación y le suministraba agua con un vehículo 4x4 hasta que a causa de unas lluvias fue imposible llegar incluso con este tipo de vehículo.
Poco a poco la denunciante comenzó a sentirse incómoda por ciertos comentarios y actitudes del hombre, a los que respondía que no quería estar con nadie ni tener problemas con su amiga y a quien confesó lo que estaba ocurriendo y las consecuencias que generaba el consumo de estupefacientes por parte de él.
Cuando tuvieron lugar las lluvias que incomunicaron esta vivienda, la víctima reclamó al hombre los 50 euros que le había dado para que le suministrara agua, lo que le molestó y dio lugar a que rompieran la relación.
Una madrugada el procesado se dirigió a pie hasta la vivienda con el fin de atacarla, siendo consciente de que al estar aislada y carecer de medidas de seguridad sería más fácil llevar a cabo su plan.
El hombre se dirigió hacia la cama donde dormía la mujer, la despertó y entonces se abalanzó sobre ella golpeándola fuertemente con una piedra en la cabeza, a la vez que la insultaba y acusaba de haberle arruinado su vida y su relación sentimental.
Una vez que se quedó aturdida se colocó encima propinándole multitud de golpes en la cara, todo lo cual le causó múltiples heridas en el rostro dientes, ojos, hombros, pecho y nariz, que requirieron de un tratamiento quirúrgico.
En un momento dado él propuso parar el ataque a cambio de mantener relaciones sexuales y de hecho la violó causándole más daños.
Luego el hombre se puso a llorar, le pidió perdón y se ofreció a traerle medicamentos, comida y curarla y limpió parte del destrozo que había ocasionado en la cama y en esa parte de la casa.
Durante los dos días siguientes le suministró comida y medicamentos con el fin de controlarla para que no presentara una denuncia, la llevó a Güímar con el rostro tapado para disimular las lesiones y a continuación la devolvió al mismo lugar.
Finalmente, la mujer consiguió contratar los servicios de un taxista que la trasladó a un hostal y luego a un centro hospitalario donde no llegó a denunciar que había sido agredida sexualmente hasta que la vieron unos guardias civiles, que tras percatarse de su estado la animaron a denunciar.