El Juzgado de lo Mercantil número 1 de Las Palmas de Gran Canaria ha perdonado una deuda de 30.602,41 euros a una vecina del municipio lanzaroteño de San Bartolomé. Según explica el despacho de abogados Bergadá, con sede en Lleida, esta mujer, que se dedicaba al sector de la hostelería, se quedó sin trabajo durante la pandemia de Covid-19 y se endeudó al no poder afrontar los préstamos que solicitó en esta época.
El juez exonera a esta ciudadana del pasivo insatisfecho, de su deuda, en aplicación de la denominada Ley de la Segunda Oportunidad.
Según explica el despacho de abogados que ha llevado su caso, esta vecina de San Bartolomé, “madre soltera”, permaneció un largo periodo afectada por un Expediente de Regulación Temporal de Empleo (ERTE). “La sorpresa”, dice, llegó cuando se acabó este ERTE. “El día antes de incorporarme, la empresa me envió un burofax, igual que al resto de mis compañeros, en el que decía que cerraba. Ni tan siquiera hubo una llamada dando una explicación. Esto fue un drama, ya que cuando estaba en ERTE tan sólo cobraba unos 600 euros y pese a que siempre he sido muy cuidadosa con los gastos empecé tirar de tarjetas de crédito y préstamos, que incluso mi propio banco me ofreció, para poder salir adelante”, explica.
Así pues, “la bola se fue haciendo más grande, ya que pensaba que una solución era pedir otro préstamo para cubrir el anterior, pero eso era un error, ya que además los intereses eran muy elevados”. Incluso, su banco le concedió una segunda hipoteca para afrontar los préstamos que había solicitado previamente.
La abogada que ha llevado el caso y socia fundadora de Bergadà Abogados, Marta Bergadà, comenta que, “como tantos otros trabajadores del sector hostelero que se quedaron sin trabajo por la crisis causada por el coronavirus, solicitó préstamos para afrontar el día a día, pero los ha ido arrastrando hasta la actualidad. ”Además, muchas entidades bancarias también se aprovecharon de ellos haciéndoles creer que pidiendo otros o tarjetas de crédito podrían salir adelante. Estaba en una situación de gran vulnerabilidad y sin saber qué hacer“, destaca.
Las dificultades económicas derivaron en problemas de salud, ya que sufrió insomnio, estrés y ansiedad “porque pensaba que lo iba a perder todo, incluida mi vivienda pese a que siempre he pagado la correspondiente cuota de la hipoteca, y que yo y mi hija nos íbamos a quedar en la calle”, señala la mujer.
A ello, hubo que sumarles “las constantes llamadas y amenazas” de entidades bancarias. “En un día podía tener 50 correos electrónicos y entre mi hija que es menor de edad y yo llegamos a recibir hasta 200 llamadas en 24 horas. Era horroroso, porque además me coaccionaban y me amenazaban diciéndome que me iban a embargar y a quitar todo lo que tenía. No tenían ningún respeto, ya que además yo siempre he pagado la hipoteca de mi vivienda y los gastos cotidianos de luz, agua y gas, aunque me tuviera que apretar mucho el cinturón”, añade.
Después de ser exonerada de esa deuda, esta ciudadana ve el futuro de otra manera. “Voy a salir adelante, junto a mi hija, con lo que tengo y sin pedir ningún préstamos ni tarjeta de crédito. Además, ahora voy a poder empezar a ahorrar para tener una vida tranquila y sin riesgos”.
La abogada Marta Bergadà recuerda que “muchas personas sufrieron en primera persona las consecuencias de la crisis que provocó el coronavirus y que hoy en día siguen arrastrando aquellas deudas. Nuevamente, nos vemos en la obligación de remarcar que es necesario seguir dando a conocer la Ley de la Segunda Oportunidad, ya que si son deudores de buena fe podrán acogerse a ella y olvidar ese pasado tan oscuro”.