Los pinchazos telefónicos, los arrepentidos y su silencio acorralan al principal acusado del caso Eólico
El principal acusado del caso Eólico de Canarias se queda sin vías de escape. Los más de treinta pinchazos telefónicos reproducidos este martes en la segunda sesión de juicio y el testimonio de los cuatro procesados que se han confesado autores de los hechos enjuiciados y han mostrado su arrepentimiento, unido a su decisión de no contestar a ninguna de las preguntas formuladas por las partes, dejan muy tocada la defensa de Celso Perdomo. Con contundentes pruebas de cargo en su contra, al ex director general de Industria del Gobierno de Canarias solo le resta confiar en que alguno de los testigos que ha propuesto, de un total de 38, logre justificar sus actuaciones, lo que parece poco probable.
Perdomo llegó este martes a la Ciudad de la Justicia de Las Palmas de Gran Canaria acompañado de Mónica Quintana, la otra acusada que sigue defendiendo su inocencia y su pareja en el momento de los hechos. El reloj marcaba las 10.14 cuando traspasaban el arco de seguridad, 45 minutos después de la hora a la que habían sido citados. El presidente del tribunal de jurado, Pedro Herrera, había dado a los abogados de los procesados un tiempo prudencial para que sus clientes comparecieran en la sala, bajo la advertencia de que, en caso de que no lo hicieran, dictaría la que habría sido la segunda orden de detención e inmediata puesta a disposición del juzgado en lo que va de vista oral, tras la espantada del abogado madrileño Alfredo Briganty en la primera sesión.
Los letrados de Perdomo y Quintana atribuyeron la ausencia de ambos a la ingesta de una medicación (ansiolíticos) que les había dejado dormidos. Una circunstancia “extraña, peculiar y anómala”, en palabras del magistrado Herrera, que ha rechazado la solicitud de los abogados defensores para aplazar las declaraciones de ambos acusados, puesto que no presentaron ningún justificante médico ni informaron al tribunal de que estaban recibiendo tratamiento farmacológico que les impidiera poder comparecer con normalidad.
El ex director de Industria y la funcionaria del Cabildo se han negado a contestar a las preguntas planteadas por las partes aduciendo que no se encontraban en condiciones de hacerlo. A Perdomo se le ha llegado a ver, a ratos, algo desorientado.
Trama de sobornos
El hueco que ha dejado el silencio de los acusados lo han llenado las conversaciones telefónicas interceptadas durante la investigación policial y reproducidas en la sala. Esas escuchas contienen frases muy reveladoras que describen el funcionamiento de la trama de sobornos para la adjudicación de potencia eólica en las Islas a través del concurso convocado por la Consejería de Industria que entonces regía Luis Soria , hermano del exministro José Manuel Soria, entonces presidente del PP en Canarias.
Probablemente la más significativa de todas es la conversación que mantiene Celso Perdomo con el empresario Enrique Guzmán el 10 de mayo de 2005 (ver vídeo):
Guzmán: “Te estás haciendo millonario conmigo, ¿eh, maricón?”
Perdomo: “Perdona, a ti te están saliendo las cosas bien desde que me conoces a mí”
Guzmán: “Te he colocado cinco kilos por la patilla, maricón”
Según el relato de los hechos de la Fiscalía, que este martes ha avalado el propio empresario al reconocerlo como cierto, Guzmán realizó dos transferencias a la cuenta de Mónica Quintana en el Banco Fortis de Luxemburgo como contraprestación a los favores de Perdomo para que la empresa a la que representaba resultara adjudicataria de potencia eólica. Además, llegó a un acuerdo para cederle el 16% de las acciones de una empresa para que el director general de Industria pudiera cobrar las primas que generase la actividad de la sociedad que se presentaba a ese concurso con todos los visos de éxito. “¿Estás ganando pasta eh?”, le dice el empresario a su interlocutor en esa llamada como despedida.
En esos pinchazos también aparece Honorato López, el funcionario a quien Perdomo confió la continuidad del plan cuando fue cesado en su cargo tras la ruptura del pacto entre CC y el PP. Las conversaciones revelan los recelos iniciales de los empresarios hacia el jefe del área de Energía. “Hay que decirle: Tú, gilipollas, ¿quieres ganar dinero o no?”, le aconseja Guzmán a Perdomo, quien le confiesa que prefiere ir con pies de plomo para que no se le note “mucho el plumero”.
Con el funcionario ya convencido, se empieza a hablar de cantidades. “Si nos da 9 megavatios en Lanzarote, 270.000 euros nos llevamos cada uno”, dice el empresario. “Yo no entro si es (si hay que pagarle) 1, 3 o 5 (millones de pesetas). Si nos garantiza la adjudicación, siempre será menor (que lo que ganen)”, responde Perdomo.
En otra conversación, el principal acusado y Guzmán departen sobre las garantías de pago que exige Honorato López para participar en la trama. “He hablado con los abogados. Me han dicho que si soy gilipollas, que cómo voy a firmar un documento de ese tipo. Me voy al trullo”. “Enrique, pon algo, no sé qué, es la empresa por una prestación de servicios, habla con los abogados y que aparezca una cosa genérica”, le aconseja Perdomo. El pacto con el funcionario se fijó finalmente en octubre de 2005. El empresario pagaría 2 millones de pesetas (12.000 euros) de entrada, 4 millones (24.000 euros) una vez se hubiera realizado el informe previo y, posteriormente, un millón (6.000 euros) por cada megavatio adjudicado.
El acuerdo con Alfredo Briganty y José Ignacio Esquivel, secretario y vicepresidente, respectivamente, de una de las empresas que concurrían al concurso, fue similar. Dos millones de pesetas (12.000 euros) para dejar el expediente “en un buen puesto de salida” y otros pagos hasta un máximo de cinco millones (30.000 euros) por cada megavatio.
El abogado madrileño se refiere en alguna de estas conversaciones con Celso Perdomo a la necesidad de “sentarse con H” (en referencia a Honorato) para concretar “el modo y las cantidades”. “Hay que hablarle aproximadamente de dos o de tres (millones de pesetas)”, dice Briganty. En otra escucha, le advierte de que la operación la cerrará directamente con él, con el ya exdirector general de Industria, porque no puede correr el riesgo “de que haya un papel por ahí”, en referencia al escrito que el funcionario exigía como garantía de pago. “Si el tío se cabrea, nos puede joder”, avisa.
Cuando el concurso eólico se suspende por un error formal, Briganty le recuerda a Perdomo que José Ignacio Esquivel se ha gastado “más de 60 millones” en ese procedimiento.
Los libros de la Consejería
En la sesión de este martes también se han reproducido audios que desvelan que Celso Perdomo, en colaboración con su pareja Mónica Quintana, utilizó fondos públicos para comprar libros por valor de algo más de 700 euros para su uso y disfrute. La operación se gestó en sus últimos días como director general de Industria, cuando ya sabía que debía abandonar el puesto. “¿Necesitas libros? Si quieres vete a (la librería) Canaima y pide un listado de libros, los que te dé la gana, los que te gustaría tener (...) Tengo un millón desde el año pasado y me puedo llevar lo que me dé la gana. Con dos cojones. Quien me quiera denunciar, que me denuncie. Estamos ya fuera”, le dice Perdomo a su compañera.
Arrepentimiento
Los cuatro acusados que en la sesión del lunes anunciaron, por boca de sus abogados, que iban a reconocer los hechos y colaborar con la justicia han cumplido su palabra. Honorato López, Enrique Guzmán, José Ignacio Esquivel y un sorprendentemente comedido Alfredo Briganty, en otros tiempos defensor de la teoría de la conspiración, han mostrado su arrepentimiento y se han confesado autores de todos los hechos que se les imputan.
Honorato López, que era jefe de área de Energía, admitió los términos de sus acuerdos con los empresarios y explicó que su actuación en el concurso eólico, finalmente no consumada, podría haber sido importante en la fase de valoración previa, puesto que podía haber influido en los técnicos que estaban bajo su mando. El funcionario relató que el concurso de 2004 constituía “un gran negocio” para los licitadores, que además se enfrentaban a un riesgo muy bajo, puesto que el Estado se comprometía a pagar por cada kilovatio por hora generado, es decir, toda la energía producida por los aerogeneradores. López admitió que en un viaje a Madrid pidió información para abrir una cuenta en el Banco Fortis de Luxemburgo, aunque no le convencieron las condiciones. Luego supo que tampoco hubiera podido hacerlo porque los protocolos de seguridad de esta entidad lo impiden al ser funcionario.
El empresario Enrique Guzmán explicó que el objetivo de la cesión de acciones de una de sus empresas a Celso Perdomo era que este pudiera cobrar de los beneficios que resultasen de la actividad derivada de la adjudicación de potencia eólica. “Nos lo íbamos a repartir entre seis socios y Celso era uno de ellos”, ha aseverado. También reconoció que las transferencias se realizaban a través de la sucursal del Banco Fortis de Luxemburgo para ocultar la operación. “Parecería más transparente hacerlo por el BBVA o el Santander”.
Ya en sesión de tarde, tras un receso de dos horas (de 15.00 a 17.00), le tocó el turno a Alfredo Briganty. Y el mismo acusado que hace apenas cinco días anunciaba revelaciones sorprendentes que amenazaban con remover los cimientos de la justicia en las islas ventiló en apenas 10 minutos su declaración contestando a prácticamente todas las preguntas formuladas por el fiscal Luis del Río con un “Sí, señor”. Reconoció que conocía a Celso Perdomo desde la infancia, que volvió a entablar relación con él como consecuencia del concurso eólico y que era secretario del Consejo de Administración de la sociedad que pagó 12.700 euros al ex director general de Industria y su pareja, Mónica Quintana, para que saldaran una deuda con la empresa que realizó reformas en la casa que compartían.
El abogado madrileño dijo que, en un principio, le informaron de que esos 12.700 euros estaban destinados a pagar un supuesto estudio de Perdomo sobre la energía maremotriz, pero que se enteró “más tarde” de que esos fondos no eran más que un pago al alto cargo de Industria “por la ayuda prestada”. “Si alguno de estos hechos constituye un delito, ¿cómo no voy a estar arrepentido? Usted sabe lo que he pasado durante estos años”, manifestó a la única pregunta de su letrado.
La sesión finalizó con la declaración de Esquivel, que también negó que la empresa de la que era vicepresidente pagara esa cantidad de dinero para un trabajo sobre la energía generada por las olas, sino para “obtener los favores del señor Perdomo en el concurso”. La abogada del ex director general de Industria apenas hizo tres preguntas entre todos los interrogatorios.
El juicio se reanudará el próximo martes con las primeras declaraciones de los testigos propuestos por la Fiscalía. El presidente del tribunal ha exonerado a los acusados de acudir a las sesiones de la vista “hasta que sea necesaria su presencia”.