La reapertura turística de Canarias choca con la segunda ola de la pandemia en Europa

Mapa del Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades sobre la incidencia del coronavirus en Europa, actualizado el 29 de octubre.

Iván Alejandro Hernández / Adrián Suárez

Las Palmas de Gran Canaria —

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La noticia era recibida con esperanza en Canarias: la mejora de los datos epidemiológicos permitía la reapertura de sus principales mercados a las puertas de la temporada alta en las Islas, cuando el frío recorre Europa. Alemanes, británicos y holandeses pueden viajar al Archipiélago y volver a casa sin restricciones, pero el recrudecimiento de la segunda ola en sus países ha forzado nuevos confinamientos y toques de queda, unas medidas que disparan la incertidumbre sobre la previsión de llegadas de turistas a Canarias.

El Gobierno autonómico se mantiene moderadamente optimista. La consejera de Turismo, Yaiza Castilla, ha vaticinado una recuperación de entre el 40% y el 50% de la actividad turística que se registró durante la temporada alta entre finales de 2019 y principios de 2020. La estrategia es vender las Islas como “destino refugio” gracias a su baja incidencia de COVID-19. En este sentido, Turismo ha lanzado la campaña titulada La bienvenida más cálida de todas, para impulsar el deseo de viajar al Archipiélago y absorber la mayor parte de la demanda potencial de vacaciones de invierno que se pueda generar en Europa. 

El mercado más cercano, y el tercero en volumen con casi dos millones de visitantes en 2019, no invita al optimismo. España, que ha superado el millón de casos confirmados de coronavirus y ha contabilizado más de 35.000 muertes desde el inicio de la pandemia, registra en torno a 20.000 positivos nuevos cada día. Excepto Galicia, Extremadura, Canarias y Baleares, todas las autonomías españolas se han amparado en el estado de alarma para blindar sus fronteras y confinar la región entera. La Comunidad de Madrid, desde donde proceden gran parte de los viajes peninsulares que llegan a las Islas, ha ordenado cerrar las fronteras de la región solo durante estos dos fines de semana, por incluir puentes festivos. Hasta el momento, Canarias no ha reclamado limitar la entrada y salida de sus territorios respecto a otras autonomías, ya que supondría el cierre del mercado turístico.

Regla de 6 y confinamientos parciales en el Reino Unido

El Reino Unido, el principal mercado turístico para Canarias, con cerca de cinco millones de visitantes en 2019, levantó la cuarentena obligatoria para aquellos que volvieran de sus vacaciones en las Islas el 25 de octubre, justo a tiempo para el comienzo de la temporada de invierno. La industria turística respondió rápidamente, programando cerca de un centenar de vuelos bien recibidos por los británicos ansiosos por volver a viajar y disfrutar del buen tiempo de Canarias. El Gobierno ha pedido a los habitantes de las zonas afectadas que no hagan viajes innecesarios, pero deja la puerta abierta a los traslados a los aeropuertos para irse de vacaciones y la oficina nacional de estadística (ONS) dice que viajar al extranjero ya no supone un mayor riesgo de infección. 

Mientras, los contagios diarios en el país se sitúan por encima de los 24.000 y las regiones han impuesto medidas cada vez más restrictivas para detener al virus. Inglaterra ha prohibido las reuniones de más de seis personas y ha confinado las ciudades más afectadas, como Liverpool y Manchester. Escocia ha cerrado bares y restaurantes y en noviembre entra en vigor un nuevo sistema con cinco niveles de restricciones, mientras que Irlanda del Norte ha cerrado las escuelas durante dos semanas. Las medidas más duras las ha tomado Gales, que ha decretado un nuevo confinamiento, cerrando sus fronteras y limitando las actividades a los servicios esenciales. 

En Londres crece la presión para una vuelta al confinamiento general, pero la gestión del primer ministro Boris Johnson - que estuvo ingresado en la UCI con COVID-19 en abril - ha destacado por sus vaivenes y su reticencia a la hora de tomar medidas más duras. El líder conservador postergó la toma de medidas durante la primera ola, apostando por una inmunidad de grupo que, como advirtieron los científicos, no se materializó. Con 45.000 muertes registradas, el Reino Unido es el país europeo que más vidas ha perdido a causa del virus.

Limitar los viajes al máximo fuera de Alemania

Alemania es el segundo país emisor de turistas a Canarias; en 2019, llegaron a las Islas más de dos millones y medio de visitantes germanos. Berlín ha mantenido a las Islas en su lista negra durante 49 días. Tras el levantamiento de restricciones, se programaron 71 vuelos con una oferta de 13.000 plazas hasta el 30 de octubre. Pero el mismo fin de semana que se permitían los viajes sin tener que hacer una cuarentena a la vuelta, el país registraba su pico máximo de contagios: 14.714 positivos el sábado 24 de este mes, superado solo dos días después con 16.774 casos en 24 horas.

Durante la primavera, Alemania fue uno de los países puestos como ejemplo al reaccionar a tiempo para contener la propagación del coronavirus, con medidas drásticas pero sin llegar a decretar un confinamiento total como en España o Italia. Pero la segunda ola ha obligado al Gobierno germano a ordenar, en coordinación con los estado federados, el cierre parcial de la vida pública para tratar de reducir la movilidad: a partir del 2 de noviembre, y durante todo el mes, se clausuran bares y restaurantes, teatros, salas de conciertos, cines, gimnasios y los hoteles no podrán aceptar pernoctaciones turísticas. Además, las reuniones sociales quedan limitadas a un máximo de 10 personas.

Estas medidas fueron acordadas después de fuertes tensiones por adoptar unas restricciones homogéneas para toda Alemania, pues les corresponde a los estados federados decidir en su territorio; de hecho, algunos Länder ya habían introducido el cierre de bares y restaurantes a partir de las 23:00 horas o la prohibición a los hoteles de albergar huéspedes de zonas consideradas de riesgo. La canciller alemana, Angela Merkel, ha advertido que se avecinan “meses muy difíciles” y ha pedido con ahínco a la población que mantenga la distancia de seguridad, que evite contactos sociales y que limite al máximo los viajes al extranjero.

El confinamiento inteligente” no es suficiente en los Países Bajos

Con más de medio millón de visitantes en 2019, Holanda es el cuarto emisor de turistas a Canarias. El país ha sido el último en levantar las restricciones a los vuelos que lo conectan con Canarias, y el mayor turoperador del país, TUI Netherlands, ha anunciado su vuelta a las Islas pagando las pruebas PCR a los turistas. Sin embargo, el rápido crecimiento de los casos está empujando al Gobierno a tomar medidas cada vez más restrictivas. 

Holanda afrontó la primera ola de la pandemia con un “confinamiento inteligente” que limitaba los cierres a aquellas actividades que requerían el contacto físico, como la hostelería en sala, los colegios, las peluquerías y los burdeles del barrio rojo. A mediados de octubre, el resurgir del virus obligó a un nuevo cierre parcial de cuatro semanas que, entre otras cosas, limitaba los encuentros a cuatro personas.

Dos semanas después del nuevo confinamiento, los nuevos casos siguen disparados, rompiendo la barrera de los 10.000 positivos en un país cuya población es poco más de un tercio de la de España. El sistema está abrumado. El rastreo de contagios ha sido un fracaso, los resultados para las pruebas PCR están sufriendo retrasos de más de una semana y la presión sobre los hospitales ha obligado a trasladar pacientes a Alemania para liberar camas en las UCI. El Gobierno se está planteando ahora un confinamiento estricto de dos semanas para romper la tendencia. 

Con este panorama desalentador en toda la Europa continental, el mercado turístico canario sigue a expensas de la incertidumbre que genera la COVID-19. Los datos epidemiológicos son muy buenos en las Islas, con tendencia a la baja, pero si la pandemia crece en origen, el destino puede resentirse.

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