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Un paseo por el corazón de Lisboa
Antigua ciudad de Lisboa, llena de encanto y belleza. Siempre sonriente y hermosa, ¡vestida tan airosa! El velo blanco de la nostalgia cubre tu rostro de linda princesa... Nostalgia que uno siente desde el primer encuentro con la ciudad portuaria, abierta de par en par a Europa y al mundo, eternamente mecida por la serenidad del río Tajo y el abrumador susurro de Amalia Rodrigues. Y es que no existe melodía que refleje mejor las emociones de una ciudad como hace el fado con Lisboa y Lisboa con el fado, sin saber distinguir quién inspira a quién.
Aunque cualquier ocasión es apropiada para escaparse a Lisboa, la primera quincena de junio nos permitirá vivirla con un frenesí y alegría inusitada. Especialmente en el barrio de Alfama, donde centraremos nuestra entrada de hoy, dedicada a una de las zonas más populares y emblema de la capital lusa. Un barrio que bien merece ser descubierto con calma.
Y decimos que mejor en el mes de junio porque coincidiendo con la festividad de San Antonio, lisboeta venerado por excelencia, los vecinos de Alfama engalanan sus casas con farolillos y guirnaldas de colores, que se entremezclan con la humareda que emanan las sardinhas asadas en plena calle. Compartidas con amigos y cuantos foráneos se citan para bailar, comer y beber en los arraiais, verbenas tradicionales que se organizan en los patios de las viviendas y en cualquier rincón mínimamente llano entre los becos.
Por este y muchos otros encantos, no dudamos en recomendarte que instales aquí el punto base de tu visita a Lisboa y a continuación te ofrecemos una breve guía de los rincones imprescindibles, para que disfrutes al máximo de tu experiencia:
1.- Estación de Santa Apolónia. Llegamos en tren a esta estación central, la primera construida en Lisboa en el año 1865 y que debe su nombre al convento que se encontraba en su lugar, a orillas del Tajo. De arquitectura sencilla, techo alto y empedrado portugués en el suelo, el color celeste de sus paredes todavía conserva el espíritu de las primeras máquinas que llegaban herrumbrosas a los andenes de sus dos únicas vías. Un viaje en el tiempo para comenzar nuestra visita.
2.- Vivir la Alfama. Una buena opción es alquilar un apartamento en el barrio y compartir así el día a día de los vecinos. Gentes humildes pero especialmente amables, que desde bien temprano comienzan sus labores escalinatas arriba y abajo, intercambiando impresiones sobre temas varios con quienes cada pocos metros se asoman a las ventanas desvencijadas en busca de conversación, mientras tienden la colada al sol. Coincidas o no con la festividad de San Antonio, Alfama merece que te pierdas una tarde entre sus callejuelas maltrechas, sin preocuparte del rumbo que tomas. Cada esquina y recoveco aguarda una postal única. Eso sí, imprescindible llevar calzado cómodo.
3.- Feira da Ladra. Aunque debe su nombre, Feria de la ladrona, a que en sus orígenes concentraba el comercio ilegal y de objetos robados de la ciudad, en la actualidad es uno de los mercadillos más concurridos de Lisboa, donde los propios lisboetas venden los objetos que ya no usan. Aquí, en los numerosos puestos que se extienden cada martes y sábado desde bien temprano en el Campo de Santa Clara, puedes encontrar a buen precio y previo regateo, desde antigüedades, libros, cuadros, artesanía y música, hasta ropa y otros enseres. Justo detrás de la Iglesia de São Vicente de Fora.
4.- Amanece sobre Alfama. Mientras el sol se despereza, puedes fotografiar una de las instantáneas más bonitas del barrio desde los miradores Porta do Sol o Santa Luzia. Un laberinto de tejados rojizos se extiende a tus pies en un caos difícil de olvidar, fruto de la presencia árabe en la colina entre el 711 y 1147 d.C. Atraídos por las ventajas defensivas que ofrecía la zona y los manantiales de aguas termales que aguardaba. La subida hasta los miradores tan temprano quizá se hace dura, pero las vistas compensan y siempre puedes desayunar en las terrazas de alguno de los restaurantes de la zona disfrutando de la paz del entorno.
5.- Catedral da Sé o Santa Maria Maior de Lisboa. Es la principal y más antigua edificación religiosa de la ciudad, construida en el siglo XII y de los pocos monumentos que se han conservado tras los terremotos que han asolado Lisboa en diferentes épocas. Reemplazó a una antigua mezquita y mezcla diferentes estilos arquitectónicos como el románico o el gótico, con sus dos torres y un gran rosetón. La entrada a la Catedral es gratuita y por pocos euros puedes visitar también el claustro.
6.- Homenaje gastronómico. Si te encuentras en las inmediaciones de la Catedral a la hora de comer, un lugar perfecto para reponer fuerzas a un precio muy económico es Río Coura (Rua de Augusto Rosa, 30; Tel: 218 869 867). Comida casera y raciones muy abundantes en un restaurante muy acogedor. Por supuesto, recomendamos las sardinhas asadas y el arroz caldoso con mariscos.
7.- Tranvía 28. Con el estómago lleno es un buen momento para disfrutar del paseo en el mítico tranvía 28 que recorre el barrio de Alfama. Es complicado encontrar asientos libres por la gran afluencia de turistas, pero una vez logres tu sitio, déjate llevar hasta el final del trayecto y vuelve a tomarlo de regreso. Sentado el paseo es mucho más agradable y descubrirás el barrio desde otra perspectiva.
8.- Castillo de San Jorge. Después del agradable paseo en tranvía, retomamos las subidas a pie por la colina, hasta llegar a uno de los emblemas de la Alfama y de Lisboa: el Castillo de San Jorge, de origen visigodo. Si bien en su interior se han hallado restos fenicios, griegos y cartagineses, además de haber sido ocupado y reformado por los musulmanes en el siglo IX. La visita al Castillo te llevará prácticamente media tarde, pues cuenta con casi una veintena de torres, portones, fosos y plazoletas que te harán caminar y disfrutar en su interior.
9.- Panteón Nacional de Santa Engracia. Su construcción supuso casi 300 años de trabajos interrumpidos y desde 1916 es donde descansan los restos de varios políticos, héroes y artistas nacionales, como la fadista por excelencia Amalia Rodrigues, a cuya tumba nunca le faltan flores. Si bien la cúpula no se terminó hasta 1966. Emula a la Basílica de San Pedro en el Vaticano y ciertamente es impresionante, tanto vista desde fuera como desde su interior. Vale la pena pagar los 2 euros de la entrada y penetrar en su silencio, subiendo hasta lo más alto, donde encontrarás una terraza inmensa con unas vistas espectaculares de toda Lisboa.
10.- Noche de fado. Y si comenzamos esta entrada con la letra del conocido fado Lisboa antiga, el colofón perfecto a nuestra visita a Alfama lo pondrá un paseo nocturno por las calles del barrio, envueltos en esta nostálgica melodía. A la hora de cenar encontrarás muchos lugares con actuaciones de fado en directo y menús a buen precio. Te recomendamos especialmente Sr. Fado, en Rua dos Remedios. Un lugar muy acogedor, lejos del bullicio de los turistas y con buena relación de comida de calidad-precio.
Antigua ciudad de Lisboa, llena de encanto y belleza. Siempre sonriente y hermosa, ¡vestida tan airosa! El velo blanco de la nostalgia cubre tu rostro de linda princesa... Nostalgia que uno siente desde el primer encuentro con la ciudad portuaria, abierta de par en par a Europa y al mundo, eternamente mecida por la serenidad del río Tajo y el abrumador susurro de Amalia Rodrigues. Y es que no existe melodía que refleje mejor las emociones de una ciudad como hace el fado con Lisboa y Lisboa con el fado, sin saber distinguir quién inspira a quién.
Aunque cualquier ocasión es apropiada para escaparse a Lisboa, la primera quincena de junio nos permitirá vivirla con un frenesí y alegría inusitada. Especialmente en el barrio de Alfama, donde centraremos nuestra entrada de hoy, dedicada a una de las zonas más populares y emblema de la capital lusa. Un barrio que bien merece ser descubierto con calma.