Claves para conocer Arrecife de Lanzarote en una jornada
Antes de iniciar la exploración de la ciudad una buena manera de empezar a comprender lo que es Arrecife de Lanzarote es acercarse hasta el extremo de la Punta de La Lagarta y mirar el impresionante frente marítimo. A la izquierda nos quedará la imponente Playa del Reducto, un extenso arenal de arenas claras que contrasta con el color oscuro de los peñascos, islotes y rompientes que forman este enorme e imponente puerto natural. Ahí comprendemos el porqué del topónimo. Arrecifes por todos lados que crean entradas, charcones imponentes y pequeñas calas donde se acumula la arena. Llegar hasta aquí también nos pondrá en la pista de la idiosincrasia de la capital lanzaroteña, ya que en el camino tendremos que atravesar el histórico Puente de las Bolas, antaño puente levadizo del Castillo de San Gabriel (Dirección: Antiguo muelle sn; Tel: (+34) 928 811 762; Horario: MV 10.00 – 13.00 y 16.00 – 19.00 S 10.00 – 13.00) parte fundamental del sistema de fortalezas y torres que guardaron las costas de Lanzarote del ataque de piratas y corsarios durante siglos .
No es mala idea aprovechar que este castillo es hoy un centro cultural y asiento del Museo de Historia de Arrecife para, además de darse el gustazo de visitar uno de los edificios históricos más importantes de la isla, poder desde la atalaya de sus almenas el perfil chato y blanco de la ciudad, del que apenas sobresale, más allá de las modernos edificios que tapan el frente marítimo, la torre casi morisca de San Ginés. Ciudad portuaria, blanca y chata. Una ciudad totalmente volcada a un mar que la invade por todos lados. No hay más que cruzar la Avenida de La Marina y adentrarse en el pequeño casco viejo para empaparse del clima de una ciudad que vivió por y para su puerto; por y para su mar.
Justo en el punto en el que el mar se encuentra con la ciudad se encuentra la Casa de los Arroyo (Dirección: Avenida Coll,3, Tel: (+34) 928 802 799; Horario: LV 8.00 – 15.00; E-mail: publicaciones@cabildodelanzarote.com) casona del siglo XVIII que sirvió como aduana en los tiempos en los que Arrecife no eran más que cuatro casas alrededor de un puerto que servía de salida y entrada de una isla gobernada desde Teguise, antigua capital insular . De sobria pero elegante arquitectura tradicional (impresionante el patio y sus balconadas y escaleras de madera importada desde la vecina Gran Canaria), es una de las escasas muestras de aquellos primeros siglos de existencia de Arrecife antes de que, allá por 1847 se convirtió en la nueva cabeza política y administrativa de la isla. Desde aquí uno puede introducirse en el pequeño laberinto blanco que forman las callejas que se arremolinan en torno a la Plaza de Las Palmas lugar donde, a parte de algunos de los edificios más antiguos del lugar, se levanta la Parroquia de San Ginés (Dirección: Plaza de Las Palmas sn; Horario: LD 10.00 – 13.00 y 17.00 – 20.00), construcción de planta noble que supone un buen ejemplo del característico mudéjar canario en la isla. Los preciosos artesonados de las cubiertas bien merecen la visita.
A espaldas de la iglesia, la calle Brasil nos lleva a La Puntilla, antiguo barrio de pescadores humildes que se sitúa en la bocana del Charco de San Ginés, una enorme laguna de agua de mar de aguas tranquilas y transparentes donde duermen tranquilas las chalanas (barcas pequeñas) que suben y bajan a merced del ritmo de las mareas. La Avenida César Manrique recorre el perímetro de este verdadero regalo de la naturaleza en el que, hoy, se apelotonan buenos restaurantes de pescado y casitas blancas de innegable sabor marinero. Pasear en torno al charco es una de las cosas que, sí o sí, hay que hacer si se visita la isla.
La ciudad moderna y el frente marítimo
Una buena forma de explorar la ciudad moderna es adentrarse por la concurrida y comercial Calle León y Castillo y, desde ahí, hacer incursiones a derecha e izquierda tratando de no perder el contacto con esta importante vía peatonal por mucho tiempo. Desde aquí se inició la expansión urbana de Arrecife desbordando el entramado urbano primitivo concentrado en torno a la iglesia de San Ginés y el Charco. El antiguo camino de Teguise se fue convirtiendo en calle a la par que la ciudad crecía y, al final, terminó por convertirse en la Calle Real, principal arteria urbana y asiento de algunos edificios notables como la Casa Segarra (Dirección: C/ León y Castillo, 23 y 25) sin duda alguna la mejor muestra del eclecticismo del siglo XIX de la isla que ha merecido su calificación como Bien de Interés Cultural.
Mar, decíamos al principio. Pasear por el frente marítimo de la capital lanzaroteña es también un plan de obligado cumplimiento para los viajeros. Por suerte, las autoridades locales dedicaron esta parte de la ciudad a espacios verdes, paseos y jardines. Desde el Puente de Las Bolas hacia el oeste se extiende un conjunto de parques y zonas ajardinadas que culminan en la pasarela que une la ciudad con el Islote de la Fermina, lugar en el que el genio del artista local César Manrique creó una plaza marítima de gran belleza. Más allá se extiende el impresionante arenal de la Playa del Reducto, zona de baño de casi 500 metros de longitud que cuenta con todos los servicios propios de las playas urbanas. Esta parte del litoral culmina en la Punta del Cantito, lugar que ha sido totalmente remozado para albergar un curioso Jardín Botánico centrado en la flora local y los cactus.
Si desde el Puente de Las Bolas tomamos el camino hacia el norte conviene hacer una parada en el Castillo de San José (Dirección: Carretera de los Castillos sn; Tel: (+34) 928 812 321; Horario: LD 10.00 – 20.00) el segundo de los baluartes defensivos de la ciudad que, junto al Castillo de San Gabriel, guardaba la entrada del puerto arrecifeño. El edificio, una de las mejores muestras de la arquitectura militar española del siglo XVIII hoy alberga un potente museo de arte contemporáneo con una colección que incluye obras del omnipresenteCésar Manrique y otros creadores de la talla deAntoni Tapies,Manolo Millares u Óscar Domínguez.
COMER
La Tabernita del Charco (Dirección: Avenida Cesar Manrique, 52; Tel: (+34) 620 45 71 67) Con las impresionantes materias primas del mar lanzaroteño y las manos del chef de la casa salen verdaderas joyas de arte de la cocina canaria y vasca con un toque de cocina de autor impresionante. Imperdible si se quiere disfrutar de la mejor cocina marinera de la ciudad. Muy buena carta de vinos. Altamente recomendable.
Tasca La Raspa (Dirección: Avenida Cesar Manrique, 20; Tel: (+34) 928 808 405) Para tapear a la mismísima orilla del Charco de San Ginés. Clásicos de la gastronomía española, en gen eral, y canaria en particular con ese toque de innovación que tanto nos gusta. Buena relación calidad precio.
La Puntilla (Dirección: Avenida de Cesar Manrique, 52; Tel: (+34) 928 816 042) Otro de los lugares en los que siempre se acierta. Hemos tenido la oportunidad de comer aquí en varias ocasiones y nunca hemos salido defraudados. Especialidad en pescados y mariscos de primerísima calidad en el que se conjuga lo mejor de la tradición con la nueva cocina. Desde los pulpos con mojo del fondo de armario más arraigado de la cultura gastronómica canaria al foie con mermelada o la ensalada de codorniz.
Altamar (Dirección: Avenida de Fred Olsen, 1; Tel: (+34) 928 800 000) Para darse un caprichito. Más allá de la calidad de su oferta gastronómica (sobresalientes los pescados, claro está), el emplazamiento del restaurante (en el ático del Arrecife Gran Hotel) lo convierte en la atalaya ideal para una comida o cena romántica. No es barato, pero merece la pena darse el capricho. El menú degustación, centrado en las delicias de la gastronomía insular (de costa e interior) es altamente recomendable.