Qué ver en Boa Vista: un viaje a la luna en el Archipiélago de Cabo Verde

Viajar Ahora

3 de marzo de 2022 20:06 h

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Desde el aire, Boa Vista es un trozo de tierra áspero en el que dominan los tonos terrosos y amarillentos. Uno podría pensar que lo único que se puede hacer aquí es ir a la playa, pero se equivocaría de plano. Como la vecina Isla de Sal, este territorio seco y desértico forma parte de la banda de Barlovento de Cabo Verde, esto es, las que se encuentran más expuestas a la acción de los vientos. Son islas mucho más secas que las de Sotavento, dónde puede verse el verde que da nombre a esta pequeña república insular africana. Sal es la gran mimada del turismo en el país y Boa Vista queda un poco al margen pese a tener, prácticamente, los mismos atractivos naturales: auténticos playazos. Pero aquí hay, además, una rica cultura local que se pone de manifiesto en sus pueblecitos de arquitectura colonial o en la linda cerámica de Rabil, uno de los pueblos de la isla. Otro de los fenómenos que explican la falta de vegetación, que se reduce a los estrechos cauces de las barranqueras, es la escasa altitud de su geografía. El Monte Santo Antonio, al que hay que subir sí o sí, apenas roza los 380 metros; y con eso no da para robarle la humedad de los vientos atlánticos.

Dicen que el Desierto de Viana (acceso desde Rabil) es una de las grandes joyas naturales de todo el país. Este pequeño campo de dunas se encuentra, paradójicamente, muy cerca de la Ribera de Agua, torrentera principal de la isla por la que manan las aguas que atesora el interior de Boa Vista. En pocos kilómetros uno pasa de la mayor masa verde (donde hay hasta verdaderos conatos de bosque de matorrales) a las arenas imponentes. Pese a la espectacularidad de este lugar (con dunas de porte sahariano y sin exagerar) hasta aquí casi no llegan turistas. Se quedan anclados a las playas. Y lo vas a entender en cuanto pasees por lugares como Playa de Chaves, un verdadero paraíso en el que también se disfruta de atardeceres inolvidables. Pero repetimos: hay mucho más que hacer.

Cómo llegar a Boa Vista.- El Aeropuerto Internacional Arístides Pererira es la principal puerta de entrada a la isla. La compañía local BestFly conecta Boavista con Santiago los lunes y los sábados. En este aeropuerto también operan las compañías internacionales Neos Air; TapAir Portugal y TUI. Y por mar, la naviera Transportes Interilhas de Cabo Verde conecta Boavista de manera directa con las islas de Santiago, Sal y Sao Nicolao. Tienes que planificar bien el viaje porque los barcos no salen diariamente a todos los destinos. Moverse por Boa Vista.- Las opciones más cómodas (y más caras) son el alquiler de un coche (mejor un 4x4) o contratar excursiones con algún taxista local. Los rangos de precio de la primera opción van desde los 60 hasta los 81 euros por día. En cuanto a las excursiones organizadas se pueden contratar desde unos 50 euros. La otra opción para moverse entre las distintas poblaciones son las Carrinhas, las pick-ups que sirven de transporte público en las islas. Los precios son muy bajos pero se limitan a conectar los pueblos y los horarios son muy poco fiables.

Qué ver en Boa Vista. Una pequeña guía de la isla.- La mayor parte de los viajeros y viajeras que llegan hasta aquí se alojan en Sal Rei o en los nuevos resorts de Playa de Chaves, a dos pasos del aeropuerto. En esta estrecha franja de costa de apenas 10 kilómetros de longitud se apelotonan grandes resorts, pequeños hoteles, hostales y casas de familia que ofrecen alojamiento. La capital es la primera de las cosas que hay que ver. La ciudad es un pequeño pueblo en el que conviven las casitas coloniales con edificios de tres o cuatro plantas. Los lugares que hay que visitar aquí son el Museo de los Náufragos (E-mail: terra@museudosnaufragos.com; Tel: (+238) 529 97 32) que rastrea la identidad y la cultura local a través de la figura del naufragio. Hasta el siglo XVII, la isla estaba habitada por náufragos y desheredados. Se han localizado hasta 40 pecios. La construcción de las salinas en 1620 y su posterior explotación atrajo a la población hasta sus costas y la propia fundación de la ciudad. En la Playa Diante se concentra la actividad de los pescadores tradicionales y también hay que caminar hasta los Bajíos de Ponta de Escuna y darse un chapuzón en sus charcones. También merece la pena el paseo hasta la Ermita de Fátima. El edificio en sí no es nada del otro mundo, pero compensan las vistas sobre la costa norte.

Desde la capital se accede en unos minutos a la cadena de playas que cubre la costa oeste de la isla (en total Boa Vista tiene unos 60 kilómetros de arenales). De norte a sur se suceden Estoril; Carlota (donde puedes ver la desembocadura de Ribera de Agua); Das Dunas y, fialmente, la espectacular Chaves. Esta es la gran playa turística de la isla y aquí se levantan la mayoría de los grandes complejos hoteleros que se han construido en las últimas décadas. Aún así es un imprescindible. Si te gusta la historia no dejes de ver la Chimenea de Chaves y los restos de una vieja fábrica de cerámicos que funcionó en el lugar hasta los años 20 del siglo pasado: como curiosidad hay que decir que los ladrillos y tejas de este lugar eran muy apreciados en la costa atlántica africana. El extremo sur de Chaves es un extenso campo de dunas que se prolonga hasta el sur en la Reserva Natural de Morro de Areia. Hasta aquí no llegan las carreteras y hay que darle a la patilla.

Camino hacia el sur.- Ya te hablamos antes de Rabil y de su cerámica. Pasar por aquí es obligado para ir hacia el Desierto de Viana y no está de más darse una vuelta por sus apenas diez calles. Y también es la puerta de entrada al sur de Boa Vista. El objetivo de una excursión a esta parte de la isla debería tener cuatro objetivos fundamentales: el primero es el entorno del Monte de San Antonio (el camino que asciende hasta la cima de la isla parte desde la propia carretera); el segundo es el pueblo colonial de Povoação Velha (aquí vas a hacer alguna de las fotos más bonitas del viaje); la costa de Varandinha con sus playas y grandes cuevas a orillas del mar y ,finalmente, las grandes playas del sur.

La fachada meridional de Boa Vista es una enorme sucesión de arenales que empiezan a atraer las inversiones del sector turístico (estamos a apenas 30 kilómetros de la capital). En Santa Mónica y Carquejinha (dónde se ha construido un complejo hotelero de súper lujo) se repiten las imágenes que recuerdan al Caribe: playas de arenas casi blancas y aguas de color turquesa. Un poco más allá nos topamos con Curral Velho, un extenso campo de dunas litoral que sirve para encerrar un extenso humedal (las Salinas de Curral Velho). En esta zona empieza un área de vital importancia ecológica que trasciende a la propia Cabo Verde. Esta es una de las zonas de cría de la Tortuga Boba (Caretta caretta) más importantes del mundo. Las playas de Joao Barrosa y la cercana Ponta Pé do Banco (desde el sur sólo se puede acceder a pie) son los lugares donde la mayoría de estas tortugas van a desovar.

Camino de Fundo de Figueiras y la costa de levante.- Las carreteras que se internan por el norte de Boa Vista hacia la zona oeste de la isla son viejos caminos adoquinados que ponen a prueba las suspensiones de los coches aunque sin muchos apuros para los conductores. El paisaje es casi lunar. Grandes extensiones de tierras quemadas. Algunas palmeras aisladas y pequeñas manchas verdes rompen la sensación de estar en otro mundo mientras se avanza hacia Fundo de Figueiras. Después de Bofafeira (apenas un par de casas en medio de un arenal) la carretera atraviesa un pequeño cañón entre montañas rojizas. En esta zona de la isla aparece la otra mancha verde de Boa Vista. Al principio es sólo una línea verde por la que bajan aguas magras que manan de las rocas volcánicas. Pero en los alrededores de  Joao Gatego es ya una vega de tamaño considerable que permite el milagro de huertas y frutales. No es extraño que aquí se apelotonen hasta tres pueblos. El más importante es Fundo de Figueiras.

Fundo es un pueblecito colonial que se caracteriza por sus calles adoquinadas y sus casas pintadas de colores alegres. Es famoso en todo el Archipiélago por la calidad de su queso de cabra. Y entre los viajeros por la gran y buena oferta gastronómica que posee. En los alrededores también hay lugares interesantes que ver. Hacia la costa está la Playa de Porto Ferreira que como sucede en toda la costa de levante es un lugar importante para la cría de la Tortuga Boba; otro sitio bonito de ver es el entorno de la represa que se encuentra vega abajo que es un verdadero oasis de verdor frecuentado por multitud de aves. Y vega arriba se encuentra otro de los imprescindibles de la isla. Pasado el pueblo de Cabeco dos Tarafes empieza el sendero que lleva hasta el Ojo do Mar, un naciente de aguas que surge de la roca volcánica creando una minúscula laguna. Precisamente desde Cabeco dos Tarfas parte la pista que llega hasta la Playa de Ponta de Pé do Banco, centro de la Reserva Natural Tartaruga.

Fotos bajo Licencia CC: Himbeerdoni; Espen Faugstad; Miguel Discart