De Mazagán a Jadida: qué ver en la pequeña joya portuguesa del Atlántico marroquí
La ciudad de Jadida es una de esas joyas que salpican la costa atlántica de Marruecos. Al igual que sucede con otras localidades (Esaouira; Safi, Arcila o la propia Rabat) aquí se combina la posibilidad de explorar medinas cargadas de historia con auténticos playazos que se están convirtiendo en verdaderas mecas para amantes del turismo de sol, playa y deportes náuticos. La antigua Mazagán, que durante más de dos siglos y medio fue una plaza fuerte portuguesa (desde 1502 hasta 1769 cuando los lusos decidieron abandonarla) es una de las más importantes ciudades históricas del país. Y no exageramos. Está claro que esta pequeña plaza portuaria, que no suma 20.000 habitantes, no puede rivalizar en fama con Fez, Meknés o Marrakech. Pero atesora uno de los patrimonios más eclécticos y variados de todo el país. Y la culpa de eso la tuvieron esos 267 años en los que estuvo vinculada a Portugal. La actual Jadida (la nueva le pusieron cuando los portugueses se dieron el piro) forma parte del selecto grupo de ciudades Patrimonio Mundial de la Unesco. Porque los lusos no se limitaron a ocupar la zona y subsistir de manera precaria. Construyeron una verdadera ciudad y muchos de sus monumentos siguen en pie y son únicos en Marruecos e, incluso, en la propia Portugal. Pero vayamos por partes.
Como llegar a Jadida.- El aeropuerto más cercano a la ciudad es el de Casablanca, a 106 kilómetros de distancia. Desde aquí hay varias maneras de llegar. La empresa nacional de ferrocarriles marroquíes conecta las dos ciudades en menos de hora y media (con un costo aproximado de siete euros) con parada en el propio aeropuerto (desde dónde se puede conectar con el norte del país (Rabat-Tanger), las ciudades imperiales septentrionales (Meknés – Fez) el Sur (Marrakech - Agadir) y el Atlas Medio (Beni Mellal)). La empresa de autobuses CTM también conecta la ciudad con las principales ciudades del país. El trayecto desde Casablanca demora una hora y veinte minutos y cuesta unos cuatro euros.
Qué ver en Jadida.- Casi todo lo que hay que ver se encuentra en la medina o cerca del casco histórico. Y lo primero que asombra es su impresionante muralla. Esta fortificación del siglo XV es uno de los mejores ejemplos de arquitectura militar renacentista de todo el mundo: un complejo sistema de muros, torres, baluartes y fosos inundados que puede presumir de haber permanecido invicto durante toda su existencia. Traspasar la puerta del Baluarte del Gobernador supone saltar, literalmente, de continente. Dentro de las murallas, y pese al deterioro de las casas (una mano de pintura haría maravillas), uno tiene la sensación de estar en alguna ciudad algarvina en vez de en Marruecos. Los arcos de piedra, las portadas elaboradas, las ventanas, la monumentalidad de la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción (irrespetuosamente reconvertida en cine)… Justo al contrario de lo que sucede con los viejos almacenes lusos, que se han convertido en una mezquita cuyo minarete surge, literalmente, del cubo de una antigua torre defensiva.
La Cisterna Portuguesa es la joya de la corona. Cuando los portugueses empezaron a construir la ciudad (en virtud al Tratado de Tordesillas) convirtieron los bajos de la fortificación en una gigantesca cripta que soporta el peso de buena parte de la ciudad a través de arcos de estilo gótico. Después la usaron como cisterna para aguantar asedios y sin querer dotaron a Mazagán de una de sus principales señas de identidad. El sitio es tan impresionante que ha servido de escenario en algunas superproducciones cinematográficas. Otro punto de interés de las murallas es asomarse al viejo puerto de pesca desde las alturas de los baluartes. Pero hay mucho más: capillas, alguna iglesia olvidada y muchísimos rincones bonitos de ver.
Fuera de la ciudadela, Jadida es una ciudad más bien normal tirando a anodina. Hay que visitar el actual puerto de pescadores (dónde puedes ver a los carpinteros de ribera trabajar); el zoco principal (entre las avenidas Hassan ll y Mohammed Errafi); el Faro Sidi Bouafi (que curiosamente esta a tomar por viento de la costa); el entorno del Cabo Mazagán (puedes acercarte a ver una casa colonial francesa llamada el Castillo Rojo –Rue Colmar- y otros edificios modernistas) y el Parque Mohamed V junto a la kilométrica Playa Jadida. Si te gusta la playa y quieres algo más íntimo puedes acercarte a Sidi Bouzid, una pequeña cala preciosa a la que se llega a través de la Corniche, la avenida que va junto a la costa. En esta playa se concentra la mayor parte de la oferta turística de la ciudad (hoteles, restaurantes, cafés, bares..).
La coqueta ciudad de Azemmour.- Esta pequeña medina está situada muy cerca de la desembocadura del Oum Er-Rbia, a apenas 17 kilómetros de El Yadida. Al igual que otras plazas de la zona, el origen de Azemmour es portugués y aún pueden verse muchos detalles de aquel pasado en los muros de las casas de su pequeña pero pintoresca medina. La más contundente es su muralla, una de las mejor conservadas de esta zona de la costa atlántica marroquí. Pero es que entrar en la ciudadela te transporta de manera inmediata a los pueblos fortificados del Algarve. Arcos, portadas y, sobre todo, ventanas. Parece una tontería, pero la ventana es un elemento diferencial en las ciudades marroquíes. En las medinas musulmanas las casas se encierran del exterior a través de gruesos muros y portales discretos; pero aquí pueden verse esas ventanas comunes en la arquitectura europea. El otro elemento que define al casco histórico de Azemmour es la persistencia del legado judío. Un ejemplo es su sinagoga, aún en uso y de las mejor conservadas del país.
Una excursión hasta la Kasbah Boulaouane.- El río Oum Er-Rbia se interna en el interior del territorio marroquí describiendo multitud de meandros pronunciados. En uno de ellos, a 79 kilómetros de El Yadida, se encuentra la fortaleza de Boulaouane, una fortificación del siglo XVIII levantada por uno de los primeros sultanes de la dinastía alauita para controlar los caminos que comunicaban la costa con Marrakech y la Cordillera del Atlas (corredor de Al-Kurrasa). Solamente por disfrutar del camino hasta aquí merece la pena el paseo y el premio es poder deambular por esta Kasbah que pese a estar en un estado de semi ruina, no deja de ser imponente. Sin duda alguna, lo más destacado de este edificio militar son sus muros y los restos de su antigua mezquita. Pero más allá de su valor arquitectónico es interesante ver el carácter estratégico de la ciudadela que no sólo aprovecha el terreno para intensificar la eficacia de sus muros, sino que también impide el paso a un amplio campo de cultivo.
Las Playas al sur de Jadida.- La costa atlántica de Marruecos se está convirtiendo en uno de los destinos de playa más demandados por el turismo europeo. Muy cerca de la ciudad de Jadida hay auténticos playazos. A dos pasos está Sidi Abed, un inmenso arenal de varios kilómetros en el que puedes pasar un día de playa sin que te moleste nadie. Algo más lejos queda El Oualidia (81 kilómetros). En esta última será difícil disfrutar de la soledad de la anterior, pero el entorno compensa. Aquí el mar entra en la costa a través de espectaculares lagunas de aguas quietas que son un verdadero paraíso natural lleno de vida (aquí hay importantes humedales que dan cobijo a multitud de aves). No es de extrañar que este lugar sea uno de los polos turísticos más importantes de esta zona del país. Hay una gran cantidad de hoteles, restaurantes y todas esas cosas que quitan encanto. Pero merece la pena ver esta parte del litoral. Es muy bonito.
Fotos bajo Licencia CC: Corinne Béguin; Ian Cochrane; laura0509; Merche Lázaro; Peter Collins; Xiquinho Silva; Pascal Blachier
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