Juan Fernández o el secreto mejor guardado del Pacífico Sur

San Juan Bautista desde las alturas del sendero que va a Puerto Francés. troita

Viajar Ahora

Quedan pocos lugares verdaderamente remotos. Esos mitos viajeros van cayendo uno a uno a la velocidad de las conexiones aéreas o el wifi. Juan Fernández saltó a la fama cuando el mundo conoció la historia de Alexander Selkirk, un marinero escocés que a principios del siglo XVIII fue abandonado en una isla con apenas un mosquete, algunas libras de pólvora, una bolsa de balas y ropa. Ahí sobrevivió por más de cuatro años hasta que fue rescatado por compatriotas que andaban pirateando por aguas españolas. Selkrik sobrevivió gracias al ingenio y los restos de los jesuitas españoles dejaron algunas décadas atrás. El marino escocés y el español Pedro Serrano –que naufragó a principios del XVI en el Caribe- inspiraron a Daniel Defoe para escribir su Robinson Crusoe -- y pese a que la isla tenía nombre desde hacía más de un siglo, quedó como Isla Robinson Crusoe poco después de la publicación de la novela de Defoe en 1719.

Pero se llaman Islas Juan Fernández, en honor al capitán español que las descubrió dos siglos antes de las peripecias del pirata abandonado. Más Adentro, Más Afuera y Santa Clara, las llamaron los españoles; sólo el pequeño peñasco que cierra el lote conserva su nombre. Robinson Crusoe y Alexander Selkirk se laman ahora las dos grandes islas. Unas 900 almas habitan permanentemente el lugar; todas concentradas en San Juan Bautista, la pequeña capital de Robinson Crusoe. Durante la temporada de la langosta (desde octubre hasta mayo) algunos pescadores se trasladan hasta Alexander Selkirk; pero durante la mayor parte del año, toda la población vive en el antiguo asentamiento español de San Juan Bautista.

UN PARAISO NATURAL : ¿Qué hacer en Juan Fernández?; ¿Qué ver en estas islas? La naturaleza es la protagonista absoluta del archipiélago y todas las actividades giran en torno a la enorme riqueza ecológica del lugar. San Juan Bautista es apenas un pueblo dónde dominan la madera y la chapa (muy al uso de la cercana Patagonia chilena). Del paso de España por el lugar apenas quedan restos: algunos muros del fuerte de Santa Bárbara y cañones oxidados que fueron trasladados desde Perú en el siglo XVIII para que las Juan Fernández dejaran de ser refugio habitual de corsarios y piratas. Todo lo que hay que ver en la isla está monte arriba y aguas abajo. Reserva de la Biosfera de la Unesco, el archipiélago es una verdadera joya de la botánica con un 64% de las especies endémicas (recuerda a la laurisilva canaria). Y los mares (que cuentan con una de las aguas más claras del planeta) también son un punto caliente de biodiversidad con una de las mayores concentraciones de fauna marina del mundo (incluidos lobos marinos de dos pelos). Aves como el picaflor de Juan Fernández, la Fardela blanca o los Rayaditos son los vecinos más ilustres de las densas selvas que cubren la práctica totalidad de Robinson Crusoe y Alexander Selkirk.

La mayor parte del territorio insular forma parte del Parque Nacional. Selkrik y Santa Clara están vetadas al turismo para preservar su riqueza natural por lo que la visita se restringe a Robinson Crusoe. Rutas a pie y cabalgadas son la única forma de introducirse en las selvas y abismos de la isla. El premio para los que se atreven a llegar a esta remota parte del mundo se traduce en paisajes de infarto, playas recónditas y salvajes y bosques tupidos en los que la vegetación apenas deja pasar los rayos del sol. Los treks más accesibles se centran en las inmediaciones de San Juan Bautista (Mirador Selkirk, Sal si puedes, El Yunque y Cerro Centinela) aunque las rutas clásicas son el Circuito de Puerto Francés (11 kilómetros) y la de Punta de Isla (15 kilómetros sólo ida). La mejor manera de ver la apabullante geografía insular es acercarse hasta el Cerro La Piña (circuito de Puerto Francés) y asomarse al abismo. La isla, que asciende como un plano inclinado hasta que se desploma en vertical hasta encontrarse con el mar en Playa Larga, una de las mejores colonias de lobos marinas del lugar (más cercana a San Juan Bautista es la de Punta Lobería).

El otro punto fuerte de la isla es el mar que la rodea. Las empresas turísticas del lugar ofrecen gran cantidad de actividades vinculadas con un mar que rebosa vida; las aguas claras (con índices de visibilidad que superan los 40 metros) son reclamo recurrente para buceadores de medio mundo. Pero hay mucho más que ver. Dicen que la biodiversidad de estas aguas no tiene parangón en el mundo; pesca vivencial o excursiones de avistamiento de cetáceos completan la nómina de un lugar que, en los últimos años, ha añadido el surf a su lista de atractivos.

COMO LLEGAR: La forma más rápida es por vía aérea. La Isla Robinson Crusoe es la única de las dos que está conectada por vía aérea desde el continente. LASSA vuela desde la ciudad de Viña del Mar; Aerolínias ATA y Aero Cardal conectan la isla con Santiago de Chile –desde el Aeródromo Eulogio Sánchez-. El vuelo ronda las dos horas de duración y el precio aproximado ronda los 650 euros ida y vuelta. Desde el aeropuerto, una barca traslada a los viajeros hasta la capital de la isla, San Juan Bautista. La otra opción es la conexión marítima. La Naviera Transmarko hace dos viajes mensuales desde la ciudad de Valparaíso conectando el continente con Robinson Crusoe e Isla Alejandro Selkirk –a esta última sólo en temporada de pesca de la langosta entre octubre y mayo- dos veces al mes con una permanencia mínima que va desde los siete a los diez días. La travesía dura unas 45 horas y se hace en un buque de carga con varios camarotes preparados para acomodar pasajeros. El precio ida y vuelta ronda los 260 euros.

CUANDO IR: El clima del Archipiélago es oceánico y húmedo y aunque la temperatura no varía demasiado a lo largo de todo el año con medias entre los 10,4 grados centígrados –mínima media en agosto y septiembre- y los 21,5 –media máxima en enero-. La temporada menos húmeda se concentra entre los últimos meses de la primavera y el verano (con una mínima de 24 litros en diciembre). Entre octubre y abril las temperaturas suben y las lluvias bajan. Los meses más húmedos y fríos son junio, julio, agosto y la primera quincena de septiembre. En octubre suele haber fuertes vientos que, con frecuencia, interrumpen las conexiones aéreas.

DORMIR EN ROBINSÓN CRUSOE: La oferta es limitada y se concentra en San Juan Bautista. Los precios son altos y promedian los 100-125 euros por noche. Algunos de los alojamientos disponibles –sólo los que cuentan con páginas web o facebook- son los siguientes: Cabañas La Robinsón Oceanic; Refugio Náutico Ecolodge; Isla Pacífico Eco Lodge; Hostal Isla Joya; Cabañas Barón De Rodt; Hostal la Posada del Pirata; Hostal Lar de Selkirk; Hostal Paulentz Bed & Boat ; Hostal Petit Breuilh; Casa Isla; Salvaje Sándalo.

DINERO: En la Isla Robinson Crusoe no hay cajeros automáticos y no se acepta el pago en tarjeta en muchos establecimientos, por lo que hay que ir con efectivo suficiente para sufragar todos los gastos. Los responsables de las Cabañas Barón de Rodt nos han informado muy amablemente que ellos sí aceptan tarjetas de crédito.

Fotos bajo Licencia CC: Ashley Basil; Diego Sánchez Monroy; troita

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