Entre Whitehorse y Carmacks hay 178 kilómetros. Estamos a 350 kilómetros de Skagway. Apenas un poco menos de la mitad de lo que separa las orillas del fiordo con la ciudad de Dawson, meta final de este viaje a la que la tecnología no le resta ni un ápice de épica. La montaña quedó atrás hace muchos kilómetros y el paisaje se torna en una sucesión de colinas y grandes espacios en llano que va adelantando la cercanía de las tundras boreales. El bosque tapiza de una manera total (casi sin resquicios a la luz) los valles y zonas medias de las montañas, mientras que en las alturas sólo se ven piedras y esa hierba casi grisácea propia de las tierras que ya van mirando al ártico. El Círculo Polar se encuentra a poco más de 610 kilómetros de Whitehorse y a escasos 300 kilómetros de Dawson City. Entramos en tierras en las que “casi no hay personas y dominan los lobos”. Un lugar mítico y remoto que atrae al viajero clásico por lo que supone llegar hasta aquí. Son las tierras de algunas de las Primeras Naciones más ignotas de Canadá. Un lugar dónde se mezclan las historias de la fiebre del oro, los mitos de los primeros pobladores y las hazañas de la famosa Policía Montada del Canadá. Aventura de verdad.
Esta segunda etapa se queda, más o menos, a la mitad del recorrido total de la Klondike Highway hasta Dawson City. La idea es llegar al mítico río del oro en tres etapas y dejar una cuarta jornada para ver la ciudad de los pioneros y una hipotética quinta jornada para meternos en el Parque Nacional de Tombstone. La carretera sigue siendo excelente y permite recorrer kilómetros con una rapidez enorme (apenas dos horas). Más allá de Carmacks la nada mismo hasta llegar a Dawson. Una posibilidad para aligerar la tercera etapa es llegarse hasta Pelly Crossing (106 kilómetros más). El problema de alargar la etapa es la escasez de alojamiento en el enorme hueco que media entre Carmacks y Dawson (en Pelly Crossing hay una zona de acampada y que sepamos nada más y hay otra zona de acampada con algunas cabañas en Minto –poco antes de llegar a Pelly Crossing-).
La sensación de estar en medio de la nada se acentúa poco después de dejar atrás Whitehorse. Pero nada más lejos de la realidad. Pasamos junto a las orillas del Lago Lauberge, un ensachamiento del Yukón que toma dimensiones más que considerables por varios kilómetros. Conviene echar el pie a tierra (aún más si estás al principio del verano y aún queda abundante nieve en las alturas) para acercarse al agua y ver las vistas sobre el Pico Joe Mountain. El agua también es protagonista en Twin Lakes, otro de esos paisajes que quitan el hipo. Las Roadhouses y las historias de pioneros.- Las Roadhuoses son uno de los elementos que mejor definen el fenómeno de la fiebre del oro. Se trata de cabañas precarias construidas con troncos que servían como refugio y posta en el Overland Trail que comunicaba la costa con las zonas auríferas. Esta cabaña de Montague se construyó en 1915 en sustitución de una anterior de 1900 (en plena gold rush). Estas postas (que se construían cada 30 ó 40 kilómetros) contaban con establos y habitaciones compartidas para los viajeros.
Fin de etapa en Carmacks.- Hasta que no lleguemos a Dawson no vamos a toparnos con ciudades de entidad, pero en su entorno, Carmacks es grande aunque no junte ni medio centenar de casas. Esta es la ‘capital’ de la Carmak First Nation, una de las comunidades originarias más importantes de esta parte del país. Aquí se encuentra el Tagé Cho Hudän Interpretive Centre (Klondike Highway), uno de los mejores museos dedicados a las primeras naciones de todo el Yukón con reproducciones y piezas arqueológicas que se remontan a los tiempos de’Beringia’. El pueblo también cuenta con su propio complejo de Roadhouses (Drive Road, 273) que, por suerte, han sido restauradas. Si sigues camino hasta Pelly Crossing no dejes de ver el The Big Jonathan Heritage Center, una réplica de una casa de pioneros que estaba en Fort Selkirk, uno de los antiguos destacamentos de la Policía Montada en estos territorios y de hacer una parada en Five Fingers Rapids.
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