El viejo Expreso de La Patagonia: un viaje en la mítica trochita argentina
La primera vez que oímos hablar de La Trochita fue gracias al escritor Paul Teroux que se subió a un tren de cercanías en Boston y la cosa se lió hasta convertirse en uno de las aventuras en tren más épicos de la literatura de viajes de todos los tiempos. El resultado de aquella locura improvisada fue El Viejo Expreso de La Patagonia, un libro delicioso en el que el tren es sólo una excusa para hablar de gentes, lugares, ciudades, política, historia e injusticias. Nos gustan los viajes en tren. Fueron la punta de lanza del viaje a gran escala para ‘todos los públicos’. Dicen que antes del vapor, el 90% de los hombres y mujeres del mundo desarrollaban su vida en un radio máximo de quince kilómetros. El tren sirvió para pulverizar las fronteras y expandir los países. Quizás el ejemplo paradigmático de lo que hablamos es el mítico Transiberiano mítico Transiberiano , que hizo efectivo el control de Rusia sobre nueve husos horarios desde Moscú a las orillas del Pacífico en la Península de Kamchatka. En Argentina pasó algo parecido aunque a una escala mucho más pequeña.
La doma de La Patagonia fue una tarea ardua y dolorosa (sobre todo para los pueblos indígenas que fueron sistemáticamente exterminados) que costó más de un siglo completar. Hasta mediados del XX ese triángulo maravilloso de estepas interminables, ríos sinuosos, montañas nevadas, lagos, bosques impenetrables y hielos perpetuos fue una tierra al margen del mundo. La forma más cómoda de sacar las riquezas patagónicas (principalmente la lana de millones de ovejas) fue acercarse al mar y embarcarlas hacia todos los rincones del mundo. Para los caminos de hierro, la Argentina ‘civilizada’ terminaba en la llamada Línea Sur: una vía férrea que desde Viedma, a orillas del Atlántico, atravesaba el país hasta el pie de las montañas andinas en San Carlos de Bariloche. El objetivo era llevar el tren más allá de esta frontera y llevar el tren hacia el sur. Se eligió un lugar llamado Nahuel Niyeu (donde hay una garganta) uno de los pocos pasos naturales que permitían tender las vías hacia el fin del mundo –hoy Ingeniero Jacobacci-.
Las obras empezaron en 1922 –cuando se compraron las locomotoras y buena parte del material rodante- y se culminaron en 1945: en total, 402 kilómetros entre Ingeniero Jacobacci y Esquel, que pasó a convertirse en la última frontera sur de los caminos de hierro en América. Lo llaman trochita por su trazado de vía estrecha (apenas 75 centímetros de distancia entre los raíles) y fue una de las últimas líneas férreas a vapor que funcionó de manera regular en el mundo (cerró de manera oficial en 1993 como servicio de transporte público de pasajeros y mercancías). Las viejas Henschel y Baldwin (hoy sobreviven once de cada una de estas locomotoras históricas) hicieron silbar el vapor durante más de cinco décadas echando penachos de humo negro hacia el limpio aire patagónico tirando de convoyes de madera (un auténtico museo ferroviario aún en uso) por las más de 600 curvas que median entre Jacobacci y Esquel. El viaje de Theroux (a finales de los 70) la popularizó entre viajeros de todo el mundo, pero ni aún por esas el ramal se mantuvo abierto. Hoy sólo se usa el tramo entre El Maitén y Esquel (siete horas), aunque el recorrido entero entre las dos localidades o desde Jacobacci se hace en ocasiones especiales (contratos de viajes chárter).
La Trochita hoy se limita a dos breves paseos un par de horas de duración cada uno. El más popular es el que une la estación de Esquel y la de Nahel Pan ( ver salidas desde Esquel programadas ver salidas desde Esquel programadas ). Son apenas unos 18 kilómetros de recorrido, pero permiten ver la transición entre las últimas alturas de la Cordillera y los primeros kilómetros de la inmensa estepa patagónica. El otro recorrido habitual sale de El Maitén y llega hasta el apeadero de Bruno Thomas -26,3 kilómetros- ( ver salidas desde El Maitén programadas ver salidas desde El Maitén programadas ). En ambos casos, los recorridos cuentan con guías que explican la historia de la línea férrea y las características de los trenes y los paisajes que atraviesan. En las dos terminales (Esquel y El Maitén) hay museos temáticos centrados en la historia de La Trochita y se hacen pequeñas exhibiciones para explicar el funcionamiento de las máquinas y las instalaciones de las estaciones. Pero lo que realmente impresiona es transitar a golpe de vapor (a la escalofriante velocidad de 25 kilómetros por hora) por la inmensidad patagónica.
QUE VER EN ESQUEL .- Esquel está a medio camino entre un pueblo grande y una ciudad pequeña. Del centro urbano hay poco que reseñar. En el Museo Histórico Municipal Museo Histórico Municipal (San Martín 602-700; Tel: (+54) 02945 451 921; E-mail: museohistoricoesquel@gmail.com ) hay una pequeña colección de objetos históricos que sirven para contextualizar la historia de la ciudad. Por su parte, el Centro Cultural Esquel Melipal Centro Cultural Esquel Melipal (Avda Fontana, 815; Tel: (+54) 02945 457 154) está especializado en el rescate de la cosmogonía de los pueblos originarios de la región. Lo que distingue a la ciudad es su posición estratégica como punto de entrada a las maravillas del área cordillerana (por aquí pasa la mítica Ruta 40). A 38 kilómetros de la ciudad se encuentra el Parque Nacional Los Alerces Parque Nacional Los Alerces , famoso por sus imponentes bosques de alerces, coníferas gigantescas que pueden vivir varios miles de años. Dentro del parque se incluye los lagos Futalaufquen (al norte) y el Amutiu Quimey (al sur) creando uno de esos imponentes paisajes andinos en los que los espejos de agua se combinan con el verde de los bosques y el blanco de las montañas nevadas. A 12 kilómetros de Esquel se encuentra la Estación de Esquí de La Hoya, una de las más populares de Argentina. Otra población que merece una visita es Trevelin, antigua colonia de emigrantes galeses (fueron los que introdujeron el negocio de la lana en La Patagonia) famosa por sus casas de té.
La Trochita . Calle Roggero y Brun –Esquel- y Calle Rivadavia y French –El Maitén-. Teléfonos: (+54) 2945 451 403 y (+54) 02945 495 190. Horario: De Lunes a Viernes 8.00 – 14.00. E-mail: info@latrochita.org.ar
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