Consejos básicos para planear un viaje a Groenlandia

LO PRIMERO: ¿DÓNDE PODEMOS IR? Es la primera de las preguntas que hay que responder. Groenlandia es una gigantesca isla de más de dos millones de kilómetros cuadrados. Es territorio danés, aunque dotado de una fuerte autonomía pero si fuera un país independiente sería el doceavo más grande de la tierra por superficie. Pero apenas cuenta con una población de 18.000 habitantes que se concentran; de forma casi absoluta, en una estrecha franja de territorio costero que abarca el extremo sur de la isla. En su cara oriental, los últimos asentamientos coinciden con el paso del círculo polar ártico por tierras groenlandesas (la ciudad de Tasiilak), mientras que en su costa oeste (bajo la influencia de la corriente cálida del golfo), los asentamientos humanos permanentes llegan bastante más al norte (en torno a la isla de Disko). En esta estrecha franja se concentran los fiordos y valles que se pueden visitar durante los meses que van desde el final de la primavera y el final del verano (segunda quincena de abril a septiembre). El resto de la costa está dominado por los hielos árticos y el interior de la isla, el temible Inlandsis, es un enorme casquete de hielo que sufre un clima extremo durante todo el año. ¿Se puede visitar el Inlandsis? Sí. Hay excursiones y expediciones hacia el corazón de la isla. Ya te hablaremos de eso después.

¿CUANDO IR? Las duras condiciones climatológicas no dejan muchas dudas al respecto y, la verdad, hay opciones menos extremas para ver la Aurora Boreal, por lo que la mejor (por no decir la única) época para visitar la isla es durante los tres meses de verano (de junio a principios de septiembre en el Hemisferio Norte). No sólo vas a disfrutar de días interminables (hay que recordar que la inmensa mayoría del territorio groenlandés se sitúa al norte del Círculo Polar Ártico ) y de temperaturas hasta suaves, teniendo en cuenta el lugar del mundo en el que estás, sino que es el periodo de tiempo en el que los hielos se retiran de las costas del sur de la isla y se pueden visitar más lugares –incluida alguna escapada al temible Inlandsis, la enorme masa de hielo que cubre casi el 77% de la isla-. Si lo que quieres es tener una experiencia ártica sin pasar por los rigores del invierno, la mejor opción es viajar entre los meses de abril y finales de mayo. El hielo aún cubre la práctica totalidad de la costa sur de la isla, pero el clima es menos riguroso. Tanto en abril como en septiembre se puede ver con más facilidad la Aurora Boreal, pero las actividades al aire libre están más limitadas.

La combinación de hielo y las corrientes marinas (más cálidas que el aire durante el invierno) son los dos grandes reguladores del clima de la isla. El mar actúa como calefactor natural en la zona que queda al sur de la banquisa de hielo (cuyo límite máximo se sitúa en torno a Paamiut durante los meses de invierno y en la Isla de Disko en verano). Durante la temporada alta, la temperatura media al sur del Círculo Polar Ártico se sitúa en torno a unos agradables 10 grados centígrados (la sequedad del aire los hace más que llevaderos) pero hay picos de entre 15 y 20 grados en algunos valles del límite meridional de la isla. Aquí también hay frecuentes lluvias que, incluso durante los meses de verano, pueden convertirse en ventiscas de nieve. Aquí entra en juego los temibles Vientos Catábicos, enormes masas de aire frío que se lanzan contra la costa oeste y sur (de hasta 180 kilómetros por hora) que congelan todo a su paso. Los fiordos y valles suelen estar a resguardo de estos vientos aunque hay que ir preparados (buena ropa de extremo invierno aún en verano).

¿CÓMO LLEGAR? La puerta de entrada desde el exterior a la isla es Aeropuerto de Kangerlussuaq. La empresa local Air Greenland conecta este punto de la costa oeste con Copenhague con un vuelo diario. Air Iceland ofrece una conexión semanal entre Reikiavik y Kangerlussuaq y la posibilidad de charters a otros puntos de la isla (Kulusuk, Ilulissat). Nordland Air conecta la ciudad islandesa de Akureyri –costa norte- con Nerlerit Inaat, en la costa este de la isla. Las empresas Air Greenland conecta con una flota de pequeños aviones y helicópteros las principales localidades del país. Desde las pequeñas poblaciones costeras también se pueden dar saltos con pequeñas embarcaciones que ejercen de taxis.

¿ES CARO VIAJAR A GROENLANDIA? ¿POR TU CUENTA O EN VIAJE ORGANIZADO? La respuesta es sí. Lo primero caro es el vuelo. Olvídate de compañías low cost y todas esas cosas: un vuelo desde Madrid a Nuuk (con escalas en Copenhague y Kangerlussuaq ronda los 1.300 euros. El alojamiento en lugar de costo medio ronda los 180 euros para habitación doble y en comida se te van a ir unos 40 euros al día y las excursiones no son baratas. Las navegaciones por los fiordos cuestan entre 90 y 120 euros y las visitas de un día entre localidades (con avión incluido) van desde los 250 a los 500 en los casos más caros. En cada una de las ciudades hay agencias y empresas locales que ofertan estas excursiones. Se puede planificar el viaje por cuenta propia sin problema. Eso sí, si no quieres comerte la olla puedes sacar un tour por alguna de las agencias que operan en el país. Un viaje de quince días con lo imprescindible (incluyendo una pequeña incursión por los glaciares del Inlandsis) ronda los 2.500 euros por persona. Dos agencias con muy buena reputación son Tierras Polares y Greenland Adventure .

¿QUE HAY QUE VER SÍ O SÍ? La inmensa mayoría de los viajes se inician en la ciudad de Nuuk, que oficia de capital de la isla y es el mejor lugar para tomar contacto con la realidad de la isla. A diferencia de otras localidades de la isla, en las que domina un paisaje urbano casas dispersas, aquí hay calles, algunos edificios y hasta un servicio de transporte público. En Nuuk se puede experimentar lo que significa vivir en este rincón del mundo: sirve de punto base para ir y venir a otros puntos de la isla. Desde la ciudad se organizan excursiones a los alrededores (fiordos espectaculares, travesías de avistamiento de cetáceos, senderismo…) y también ofrece una modesta, pero interesante, oferta cultural. El Museo Nacional de Groenlandia Museo Nacional de Groenlandia (Hans Egedesvej, 8; Tel: (+299) 32 26 11) tiene una interesantísima colección arqueológica e histórica centrada en las culturas nativas –las momias inuit impresionan- y la presencia vikinga y el Museo de Arte de Nuuk Museo de Arte de Nuuk (Kissarneqqortuunnguaq, 5; Tel: (+299) 32 77 33) pone de manifiesto la influencia de esas culturas ancestrales y la dureza ambiental –y belleza- en el genio creativo local. Las casas de madera pintadas de colores fuertes (para identificarlas fácilmente en las ventiscas de nieve) son la principal seña de identidad de esta pequeña ciudad situada en la boca de un laberinto de fiordos y canales que esconden pequeñas joyas como la aldea de pescadores de Kapisllit o las huellas vikingas del Fiordo Lysufjord, repleto de ruinas de antiguas granjas. Nuuk es, también, una de las escalas principales de la Artic Umiaq Line, la línea de ferrys que comunican la costa oeste de la isla desde Qaqortoq (extremo sur) hasta Qeqertarsuatsiaat (Golfo de Disko).

La Groenlandia Vikinga.- Para los amantes de la historia, los dos imprescindibles de Groenlandia son Qassiarsuk, Igaliku y Hvalsey, tres asentamientos agrícolas que guardan los restos de los primeros pobladores vikingos que llegaron hasta aquí y entablaron contacto con los pueblos inuit. En el primero de ellos se encuentran las ruinas de Brattahlid –del que se dice fue fundada por el mismísimo Erik El Rojo- y en el segundo, Gardar, una auténtica ciudad que contaba hasta con su propia catedral. Hvalsey, por su parte, era una granja de una familia muy acaudalada (construyeron su propia iglesia). Los vikingos intentaron colonizar sin éxito los fiordos del sur de la isla ocupando las escasas tierras cultivables en torno a las actuales Nuuk, Ivittuut y Narsaq, siendo esta última en la que se estableció un mayor número de familias. En todas estas áreas hay restos de aquellas mujeres y hombres que prosperaron aquí entre los siglos X y XV, pero son Qassiarsuk e Igaliku los yacimientos más grandes y mejor conservados. Desde aquí puedes acceder al Valle de las Mil Flores, una de las muchas maravillas naturales de la isla.

El fiordo de Tasermiut y las aguas del sur.- Es la gran atracción natural de la isla con diferencia. Esta grieta profunda de más de 70 kilómetros parece, literalmente, un tajo a cuchillo por el que entró el agua de mar. En algunos puntos del recorrido, las paredes superan los 1.500 metros de altura. Esta excursión paradigmática que sale desde la ciudad de Nanortalik suele incluir una caminata en torno al pico Ulamertorsuaq, una de las montañas más impresionantes de la isla –dicen que una de sus paredes es el tramo de escalada más difícil del mundo-. Otra de las actividades habituales en este lugar son las travesías en kayak. También desde aquí se accede a las aguas termales de Uunartoq, un lugar surrealista en el que te puedes dar un remojón en pozas de agua caliente mientras ves pasar los icebergs. Otros fiordos imponentes son los de Narsaq y Eriksfjord.

El Glaciar Qaleragdlit; una pequeña ventana al Inlandsis.- A este imponente frente de glaciar se accede de manera fácil desde Narsaq, la ‘capital’ del sur y la travesía desde la ciudad hasta el fiordo en el que se encuentra la imponente pared de hielo es una pasada. Pero lo más interesante de Qaleragdlit es que ofrece una oportunidad accesible y relativamente fácil de echar un vistazo al inhóspito Inlandsis. Hay excursiones que incluyen un pequeño sendero a los vecindarios más cercanos de la inmensa masa de hielo que cubre el 77% de Groenlandia.

La Bahía de Disko y la mítica Ilulissat.- Disko marca el límite norte a la mayoría de viajeras y viajeros que visitan la costa oeste de la isla. La Isla de Disko cierra por el norte una preciosa bahía que está cubierta por el hielo durante más de seis meses al año y aún en verano es un verdadero laberinto móvil de grandes témpanos que se desprenden continuamente de los numerosos frentes de glaciar del área. Este pequeño trozo de mar es ideal para ver a las numerosas ballenas (de varias especies) que se alimentan aquí durante los meses de verano y, también, conduce al pequeño pueblo pesquero de Ilullisat con sus casitas de colores, uno de los mitos viajeros más intensos del mundo. Desde aquí podemos hacer varias excursiones. La más destacada es la del Disko Bugt, un pequeño fiordo por el que salen continuamente cientos de icebergs que se desprenden de la masa helada del próximo Inlandsis. Lo llaman el Fiordo Helado y se calcula que vierte al mar unas 20.000 millones de toneladas de hielo cada año (el lugar forma parte del listado del Patrimonio Mundial de la Unesco).

La Costa Este; hielos a pie de costa y cordilleras extremas .- La costa este de la isla queda fuera de la acción termorreguladora de a Corriente del Golfo y su clima es aún más extremo. Los hielos perpetuos dominan los paisajes aún en verano y sólo pequeñas porciones de terreno quedan libres del manto blanco. Visitar esta zona es un buen plan si andas por Islandia, que cuenta con vuelos directos a Nerlerit Inaat y Kulusuk. El gran atractivo de esta parte de la isla es que aún es el último reducto de la cultura inuit que, paradójicamente por su cercanía con las costas islandesas, se mantuvo al margen del mundo hasta finales del siglo XIX. Lo llaman El Tunu; el otro lado. Aquí mandan las expediciones culturales y el turismo de inmersión guiado por los propios Inuit. Es uno de los lugares más salvajes, auténticos y extremos del planeta. Se puede viajar en avión desde la costa oeste; pero lo ideal es ir contratar un viaje con alguna agencia especializada. En esta zona de la isla se encuentra la Cordillera Watkins, la mayor cadena montañosa de la isla (con permiso de los picos, valles y alturas que quedan bajo los hielos del Inlandsis) con paisajes dramáticos que alternan grandes moles de piedra y glaciares.

Fotos bajo Licencia CC: David Stanley; claire rowland; Greenland Travel; dobroide; Markus Trienke; Rob Oo; Greenland Airports Mittarfeqarfiit