Los ríos Uruguay y Paraná son dos auténticos gigantes que marcan la geografía del sur del subcontinente sudamericano. Aquí todo es desmesurado. Todo es gigantesco. La escala de la naturaleza en esta parte del mundo se cuenta por cientos o miles. Todo es grande. El Uruguay y el Paraná forman una extensa región que acá se conoce como la Mesopotamia, parafraseando a la mítica región asiática comprendida entre el Éufrates y el Tigris. La diferencia entre ambos lugares es la abundancia de aguas en el caso argentino y la escasez en el oriental. Los dos gigantes latinoamericanos corren más o menos en paralelo durante un buen trecho de kilómetros hasta que se buscan para formar el Río de la Plata. Pero entre medias hay un universo marcado por el calor y la humedad. Y ahí brilla con luz propia uno de los parques nacionales más espectaculares del mundo. Estamos hablando de un paraje natural que nada tiene que envidiar a los grandes parques africanos. Una explosión de vida que tiene como escenario al tercer humedal más grande del mundo: estamos hablando de los Esteros del Iberá. Agua que brilla. Eso quiere decir Iberá en la lengua de los guaraníes.
Este pantanal de casi un millón y medio de hectáreas se forma gracias a la depresión del terreno entre los dos ríos. Una compleja red de riachuelos, lagunas y afloramientos ha creado un ecosistema tan especial y tan enorme que es capaz de cambiar las condiciones climáticas de toda esta parte de la Argentina; una isla de condiciones tropicales a varios cientos de kilómetros del trópico. Los viajes por Argentina suelen dejar de lado esta parte del país. Y es una pena, porque aquí puedes sentir la sensación de safari africano. La explosión de vida es brutal con algunos inquilinos de muchos kilates como el Yaguareté (jaguar) que vuelve al parque tras décadas de ausencia, el Yacaré (caimán), la Boa Curiyú, el Venado de Las Pampas o el Ciervo de los Pantanos. Pero hay mucho más.
Qué ver en los Esteros del Iberá.- Lo primero que hay que tener en cuenta es cuándo visitamos los Esteros. Las lluvias son abundantes durante todo el año, pero las precipitaciones más abundantes se producen durante los otoños y las primaveras. Las temperaturas en verano son altas y los altos grados de humedad pueden complicar la visita. Por aquí dicen que la mejor época es el final de la primavera y el principio del verano austral (meses de mayo y junio) en el que hay temperaturas no muy elevadas, buen caudal del agua y una verdadera explosión de vida en las lagunas y pastizales. Más que una recomendación.- No importa en la época del año que vayas. Siempre son imprescindibles la crema solar y el repelente de mosquitos. Se recomienda llevar ropa clara y pantalón largo durante todo el día, pero especialmente al caer la tarde que es cuando los mosquitos empiezan a movilizarse.
Hacer base en Colonia Carlos Pellegrini.- Esta pequeña localidad de calles de tierra y casitas bajas ejerce de capital de los esteros y sirve de entrada al parque. Hay otras opciones para alojarse en el entorno del Iberá, pero aquí se concentra la mayor parte de la oferta hostelera y también permite asomarse a la Laguna Iberá, una de las más grandes de todo el parque. Aquí, además, tienes varias de las grandes atracciones de los esteros. El Centro de interpretación, información y registro para visitantes (RP-40) no sólo ofrece información y un pequeño centro de exposiciones sobre el parque. Aquí puedes acercarte a los ecosistemas que forman el estero a través de varios senderos autoguiados (incluido el sendero Carayá donde puedes ver estos simpáticos monitos). Ya en pleno pueblo te puedes acercar a la laguna a través de puntos de observación como el Mirador Carlos Pellegrini Laguna Íbera (acceso por Yatai) un apostadero elevado ideal para empezar a ver los bichos sin molestarlos.
También desde Colonia Carlos Pellegrini se organizan multitud de actividades para ir descubriendo los secretos del parque. Las más recomendables son las travesías en bote (diurnas y nocturnas) que te van a permitir ver a los animales en plena acción. Muy fáciles de ver son los yacarés (caimanes), carpinchos (capibaras) o los monitos carayá. Pero para ver a las grandes joyas del parque hay que internarse en las lagunas y en los pastizales: y así podrás ponerte cara a cara con el Ciervo de los Pantanos, el Oso hormiguero, el lobito de río (nutria) o el Lobo de crin. Para tratar de ver yaguaretés hay que irse del otro lado del parque en las inmediaciones de la Estancia San Alonso (acceso Portal San Nicolás -Ruta Nacional 118-). Para encontrar tal concentración de fauna en un lugar tan reducido hay que irse a los parques africanos. Aquí hay más de 350 especies de aves, con representantes ilustres como el guacamayo rojo (reintroducido hace poco tiempo), la Garza mora, el Cormorán negro, el Carpintero, la Espátula… Este es uno de los mejores lugares del mundo para los amantes de la ornitología.
Ver ciervos de los Pantanos en Estancia Rincón del Socorro (Acceso RP40 Km85).- Aquí es donde empezó todo. Esta antigua estancia ganadera pertenece a la red de The Conservation Land Trust, una organización internacional dedicada a la restauración medioambiental de grandes parajes naturales. Fue sacar el ganado, remover las alambradas y soltar un par de bichos que hacía décadas que ya no pasaban por ahí y todo empezó a funcionar de nuevo. Es de los mejores lugares del parque para ver al esquivo Ciervo de los Pantanos y al Lobo de crin. Esta es una reserva privada y para acceder hay que, por lo menos, reservar una comida en su restaurante. Pero merece la pena. Entre este lugar y Colonia Carlos Pellegrini hay una zona de pastizales donde es posible ver abundante avifauna.
La cultura del Estero.- El Estero es un espacio natural pero también cultural. Un espacio humano que ha ido cambiado a lo largo de los siglos. Los guaraníes vivían aquí en comunidades familiares antes de que la zona fuera ocupada por estancieros ganaderos. Hoy, de todas aquellas comunidades sólo queda una: la Yahavere. Hablamos de una quincena de familias que viven en una zona de islas en la zona oeste del parque nacional. La otra cara de la moneda fue la ocupación de grandes extensiones de territorio por explotaciones ganaderas. La Estancia San Antonio (acceso por Camino del Camba Trapo desde RP-40) es un ejemplo. Aquí no sólo puedes visitar algunos puntos del parque con abundante fauna, sino que también conocerás los entresijos de la cultura ganadera de la zona.
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