En busca de la tierra sin mal en los bosques de la triple frontera

Los guaraníes la llamaron Yvy Mara He`y: la tierra sin mal. Y la buscaron con ahínco a lo largo de los siglos en las selvas tupidas de las cuencas del Paraná. Dicen que cada cierto tiempo, algún profeta (Karai) recibía el encargo de ‘los que viven por encima de nosotros’ para reanudar la marcha en busca de ese lugar. Las ‘bellas palabras’ impulsaban a los pueblos a seguir con una búsqueda milenaria de esa tierra mítica dónde el ser humano sería capaz de cumplir su máximo propósito existencial: el teko mara he`y, esto es, hacer el bien. Pero a diferencia de otras culturas, esta tierra sin mal no es un destino esperanzador que atenúa los temores que nos impone la mortalidad. No. Existe aquí. Porque la única finalidad de nuestra existencia, para estas gentes sencillas y hospitalarias como pocos, es ser felices en una ‘vida sin tacha’. El modo de vida guaraní se truncó de manera brutal con la llegada de los portugueses y españoles. Las visitas frecuentes de esclavistas fueron una constante que los obligó a optar por dos caminos: buscar los lugares más recónditos de la selva para pasar inadvertidos o buscar la protección de las misiones jesuíticas.

El territorio guaraní ocupaba una vasta región de bosque lluvioso que comprendía el norte de la actual Argentina, el Paraguay y una buena parte de Brasil. Hoy, cinco siglos después de aquel encuentro, los dominios del bosque han quedado confinados a una pequeña extensión que sobrevive a duras penas ante la presión de las madereras, los campos de yerba mate y las grandes plantaciones sojeras. Pero aún quedan buenas manchas de selva en el norte de la provincia argentina de Misiones y pequeñas reservas en el sur de Brasil. La mayoría de los que llegan hasta aquí lo hacen atraídos por una de las maravillas naturales del mundo: las Cataratas de Iguazú. Los viajes apenas duran dos o tres días y se limitan a visitar las cataratas del lado brasileño y argentino. Pero hay mucho más que ver y que aprender.

Puerto Iguazú .- A primera vista, Puerto Iguazú es un lugar un tanto anodino en el que se apelotonan los hoteles, hostales, restaurantes y bares que dan servicio a los visitantes. Una ciudad un tanto destartalada que no le hace justicia al entorno en el que está. Pero es una buena base desde la que explorar la zona. Si vas sólo dos días te es indiferente pernoctar en el lado argentino o brasileño, pero si vas a estar aquí más tiempo y quieres ver más cosas que las cataratas la opción argentina es la más conveniente. Los grandes hoteles con piscinas imponentes y rodeados de selva están a los costados de la Ruta 12 y los hostales más económicos y los hoteles de precio medio están justo en el centro. Nosotros estuvimos dos veces en Puerto Iguazú. La ventaja del centro es tener a tiro de paseo la oferta de restaurantes y bares. La ventaja de los grandes hoteles son sus instalaciones y la posibilidad de levantarte y ver tucanes en el balcón. Como te decíamos, la ciudad tiene poco que ver más allá del Hito de la Triple Frontera (Avenida Tres Fronteras, sn), el balcón que se asoma a la confluencia de los ríos Iguazú y Paraná dejando ver el punto dónde Argentina se encuentra con Brasil y Paraguay y algunas reservas y refugios de fauna salvaje como los de La Aripuca y GüiráOga, ambos en la Ruta 12.

También en las inmediaciones de Puerto Iguazú se localiza la Comunidad Guarani Yriapu ( Selva de Yriapu –Acceso por Ruta 12-), una mancha de bosque nativo de más de 300 hectáreas a orillas del Río Iguazú en la que viven más de medio centenar de familias guaraníes. El lugar funciona como residencia y centro de intercambio cultural gestionado por la propia comunidad. Yriapu, en guaraní, significa ‘sonido lejano del agua’, en referencia a la cercanía de las cataratas. El bosque, intacto más allá de los campos de cultivo de la comunidad, es una auténtica reserva natural a dos pasos de Puerto Iguazú. La visita es más que recomendable: vas a aprender muchísimo sobre la cultura guaraní y, también, vas a poder internarte en la selva y empezar a descubrir sus secretos. En el lugar hay varios hoteles tipo lodge. No son baratos, pero dormir en pleno bosque es una gozada (si no te asustan los bichos, claro está).

Visitando las cataratas .- El eterno debate es si es mejor el lado argentino o el brasileño. Una vez más, la cuestión tiempo es la clave. Si vasta estar poco tiempo y quieres ver algo más que las cataratas te recomendamos el lado argentino; si te vas a quedar tres o cuatro días o no te interesan otros lugares, ir al lado brasileño tiene su aquel. Puedes ver la Garganta del Diablo desde abajo y sentir la potencia del agua (también es más fácil ver animales) y visitar el Parque de las Aves (Tel: (+55) 45 3529 8282; E-mail: atendimento@parquedasaves.com.br). Pero si sólo puedes ir a uno de los dos sitios, el mejor es el lado argentino. Por varias razones; el sendero recorre gran parte de los más de 270 saltos de agua; la información del centro de interpretación es muy buena; puedes ver las cataratas desde arriba y desde abajo y sólo desde el lado argentino (Ruta 101 Km 142; Tel: (+54) 11 5258 7318) se pueden tomar los barcos que se acercan al salto de agua y visitan la Isla San Martín. La visita a las Cataratas demanda una jornada completa. El parque abre a las 8.00 y cierra a las 18.00. La empresa Río Uruguay une las cataratas con Puerto Iguazú cada 20 minutos: los buses salen del Hito de la Triple Frontera y también pasan por la Estación de Autobuses de la ciudad.

Una vez en las cataratas conviene tomarse las cosas con calma. En el lado argentino hay unos siete kilómetros de senderos que recorren la gran mayoría de los saltos de agua hasta orillas del río, unos 80 metros más abajo que la cota máxima de las cataratas. Hay varios puntos para el abordaje de las lanchas que recorren la parte inferior del salto y llegan hasta la Isla San Martín (los precios rondan los 60 euros por persona). Verlo todo demanda unas seis o siete horas de caminata tranquila. En el parque hay varios restaurantes aunque son caros.

Por la Ruta 12 hasta la misión de San Ignacio .- La Ruta 12 conecta Puerto Iguazú con la ciudad de Posadas, la capital de la provincia de Misiones. Esta carretera corre en paralelo al cauce del río Paraná que, en esta parte, hace de frontera con la vecina Paraguay. Las antiguas misiones jesuíticas sirvieron de refugio a miles de guaraníes. En el territorio comprendido entre el Paraná y el Uruguay, la orden de los jesuitas construyeron doce reducciones. La de San Ignacio de Miní es la más accesible y famosa. Pero vayamos por partes. Salimos de Puerto Iguazú en dirección a Posadas. Una buena idea es contratar la excursión con un taxista local. El precio ronda los 100 euros y no incluye las entradas. La primera parada suele ser las Minas de Wanda Minas de Wanda , una pequeña explotación de amatistas situada en un pueblo de emigrantes polacos. Otro punto de interés, antes de seguir hacia el sur es un lugar conocido como el Solar del Che, una pequeña casa en la que Ernesto Guevara pasó los dos primeros años de su vida. Los padres del futuro Che compraron una finca para cultivar yerba mate. Hoy, la humilde casa se ha convertido en un modesto museo y en un centro de peregrinación para seguidores del revolucionario argentino.

Antes de llegar a San Ignacio no es mala idea hacer un alto en los Saltos del Tabay, una pequeña sucesión de saltos de agua en uno de los muchos cauces que nutren el Paraná. Ideal para darse un baño. El destino último de la excursión es la Misión de San Ignacio de Miní Misión de San Ignacio de Miní (Horario: 7.00 – 19.00; Espectáculo nocturno: 19.00) uno de los mejores ejemplos de reducción jesuítica de la región. En estas misiones, los guaraníes encontraron protección y un modelo de integración económica y política inéditos en la América hispánica. El fin último de las misiones, no nos engañemos, era la conversión al catolicismo de los naturales pero supusieron una verdadera revolución y un ejemplo de integración que aún hoy conmueve. Las ruinas de San Ignacio de Miní son un ejemplo de aquella utopía; la iglesia, las habitaciones de los religiosos y la ciudad de los propios indígenas. Casas, talleres, antiguos almacenes… El museo del yacimiento es soberbio y el espectáculo nocturno de luces, proyecciones y música es digno de ver.

La Ruta 14 y Los Saltos del Mocona .- La ruta 14 atraviesa la provincia de Misiones de norte a sur. Es una carretera muy poco transitada por turistas. En el camino nos encontraremos con varias comunidades guaraníes y paisajes impresionantes. En esta parte de la provincia, las explotaciones agrícolas y las manchas de bosque nativo. Llegar hasta los Saltos del Mocona queda un poco a trasmano. Pero en la rivera del Uruguay se pueden ver algunas poblaciones de frontera como El Soberbio. Los Saltos del Moconá no es una catarata más de las que tanto abundan por estos parajes. Es un espectacular escalón que se extiende por algo más de un kilómetro creando un paisaje espectacular.