Pequeña guía de viaje de la Región de Los Lagos chilena

La figura del Volcán Osorno emnerge tras los Saltos de Petrohué.

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El Paso Cardenal Antonio Samoré aún muestra las huellas de la última erupción del Puyehue. La carretera deja atrás los últimos bosques del lado argentino y se interna en un paisaje de tintes lunares en el que las cenizas rivalizan con los últimos rastros de la nieve. A nuestras espaldas queda La Angostura y Bariloche, dos de los destinos patagónicos más populares y hermosos de la Argentina. La carretera está en buen estado y las alturas son lo suficientemente asequibles para evitar aventuras inesperadas. Pero los rastros del último estornudo del Puyehue (entró en erupción en junio del 2011 arrojando tal cantidad de cenizas que éstas dieron la vuelta al mundo) aún se ven por todos lados dando a los campos de esqueletos de árboles una rara y macabra belleza. Del lado chileno, la ruta vuelve a dar protagonismo a los bosques densísimos pero, a diferencia de lo que sucede al otro lado de la frontera, los campos que se ven hasta que se pierde la vista son de un verde esmeralda que deslumbra. Entramos en la Región de Los Lagos; el contrapunto húmedo y feraz de la adusta estepa patagónica argentina.

La Región de Los Lagos ocupa una pequeña porción de la Patagonia Chilena. Al norte se encuentran Los Ríos, antecedente de la Araucanía, y al sur los fiordos que llevan hasta los extremos magallánicos. Es una región abrupta. Punto de arranque de la mítica Carretera Austral y puerta de entrada de la fascinante Isla de Chiloé. Un lugar de enorme belleza escénica y natural; pero también solar de una cultura que se nutre de fuentes tan distante como la indígena, la española o la alemana. Un lugar bonito de ver y fascinante de conocer. Un lugar que atrapa desde el primer momento. La ruta 215 baja de manera vertiginosa siguiendo el cauce del Río Golgol alternando enormes manchas de verdaderas selvas y prados verdísimos. El primer encuentro con los paisajes típicamente ‘laguinos’ los encontramos en las inmediaciones del Hotel Termas Puyehue. El Lago Puyehue ofrece aguas transparentes, riveras muy verdes y remates fantásticos con montañas que rozan el cielo y que lucen penachos de nieve durante todo el año. Una maravilla. Pero es sólo la puerta de entrada a un lugar increíble. El Salto de la Olla (Ruta 215 km 42) es un buen anticipo.

El pedazo de tierra que va desde el Puyehue hasta las afueras de la ciudad Puerto Montt es uno de los lugares más intensos de Latinoamérica. Esta región de Los Andes está cuajada de volcanes. Y el resultado de la combinación de fuego y agua (es una de las zonas más lluviosas del planeta) ha formado un paisaje increíble. Los lagos (cuatro grandes y un pequeño) y los picos son los elementos que definen este rincón, pero hay mucho más. Natural y cultural.

PRIMERA PARADA EN OSORNO.- Osorno es la ‘capital’ histórica de la región (actualmente ese estatus lo ostenta Puerto Montt) y una muestra de la enorme resistencia que los indígenas huiliches (mapuches del sur) ejercieron frente a la colonización europea. Osorno se fundó en 1558 y destruida por los indígenas en 1602 –los supervivientes y algunos huiliches fieles a España se refugiaron en Chiloé-; hasta finales del siglo XVIII (1789) se mantuvo en manos mapuches. De esa época es el Fuerte Reina Luisa (Tomás de Figueroa, sn) una pequeña fortaleza artillada que se construyó por si el tratado de paz firmado con los indígenas quedaba en aguas de borrajas y que, a lo tonto, es la última fortaleza construida por España en tierras americanas. De España a Alemania: como en otras partes de la región, el verdadero impulso de colonización vino de la mano de emigrantes germanos. De la Plaza de Armas (dónde destaca la arquitectura contemporánea de la Catedral de San Mateo Apóstol) sale la calle Juan Mackenna dónde se concentran algunas antiguas casonas vinculadas a los primeros alemanes que llegaron a la ciudad a mediados del siglo XIX (casas Mohr Pérez, Enrique Schüller y Conrado Stückrath –ver mapa-). En el Museo Histórico Municipal (Manuel Antonio Matta, 809; Tel: (+56) 64 223 8615) ocupa otra de las viejas casonas alemanas (en este caso la de la familia Schiling-Buschmann) y ofrece interesantes colecciones paleontológicas, arqueológicas e históricas.

VOLCANES, BOSQUES AGUA Y ALEMANES A ORILLAS DEL LLANQUIHUE.- El lago Llanquihue ejerce de corazón de la comarca. En las orillas de este lago increíble no sólo vas a disfrutar de los regalos visuales de una naturaleza apabullante; también vas a encontrar las claves que explican la historia y la realidad cultural de una zona que, desde antes de la llegada de los europeos, ya era un lugar de contacto entre los diferentes pueblos originarios del sur chileno. Ya vimos como Osorno fue la punta de lanza de la presencia española en la región. En las orillas del Llanquihue se asentaron numerosos colonos austríacos y alemanes a partir de 1845. Las huellas alemanas son evidentes en ciudades como Puerto Varas, la preciosa Puerto Octay y Frutillar, dónde se localiza el Museo Colonial Alemán (Vicente Pérez Rosales, sn; Tel: (+56) 65 242 1142) en una preciosa casa de estilo germánico en el que se pueden ver una antigua fragua de hierro, un molino hidráulico y multitud de objetos relacionados con los primeros años de residencia de los colonos en la zona. Puerto Varas es la población más importante a orillas del lago. No es un mal lugar para establecer la base de operaciones: está a medio camino de la mayoría de las atracciones de la comarca; tiene una buena oferta turística y es un lugar bonito. Como decíamos antes, las influencias germánicas se dejan ver en la arquitectura (con ejemplos notables como la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, la Casa Götschlich, la Casa Kuschel, la Casa Jüpner, la Iglesia Luterana o la Casa Yunge Westermeier –ver mapa-) pero también en la gastronomía: de aquí sale la mejor repostería de Latinoamérica y de las mejores cervezas artesanales que probamos jamás.

Puerto Varas es una ciudad animada. Tiene, pese a su pequeño tamaño, bastante que ver. Una ruta para ver las casas de los colonos te va a llevar un par de horas. Y también tienes la Costanera, con impresionantes vistas al Lago y los volcanes Osorno y Calbuco, un par de museos (el del artista local Pablo Fierro es bastante interesante y peculiar; una casona de madera construida a base de restos de viejas casas hoy perdidas y hasta barcos), galerías de arte y una buena colección de restaurantes. Pero también es el punto de partida ideal para una de las excursiones imperdibles de esta parte de Chile. Nosotros te recomendamos (si puede ser) partir la visita al Llanquihue en dos días. El primero puedes visitar Frutillar, Puerto Octay y acercarse a las laderas del Volcán Osorno en Las Cascadas (y hacer el sendero hasta el enorme salto de agua que da nombre al lugar). Y dejar para un segundo día la orilla sur del lago y visitar Ensenada, los Saltos de Petrohué (un lugar sencillamente espectacular) y asomarse al Lago Todos los Santos desde Puerto Petrohué. Ya de vuelta puedes subir hasta los campos de ceniza del Osorno (se puede subir hasta el Centro de Esquí). Lo bueno de quedarse en Puerto varas es que puedes visitar la ciudad en esas dos tardes-noches.

EL PARQUE NACIONAL ALERCE ANDINO Y EL SENO RELONCAVÍ.- Desde Puerto Montt la Ruta Nacional 7 permite recorrer los primeros kilómetros de la mítica Carretera Austral, uno de los road trips más famosos y alucinantes del mundo. Aunque nosotros pararemos justo en el primer salto acuático (el transbordador de Caleta La Arena), podremos ver un aperitivo de lo que supone adentrarse en el extremo sur chileno: naturaleza exuberante y fiordos en los que las cimas de Los Andes caen casi a plomo hasta el mar. No es mala opción, si se va en coche de alquiler, visitar el parque nacional y hacer algún sendero pequeño, tomar el transbordador hasta Caleta Puelche (unos 12 euros por coche) y volver a la zona de Los Lagos a través de la V-69 que recorre la orilla sur del Estero Reloncavi -162 kilómetros hasta Puerto varas y 178 hasta Puerto Montt-). Alerce Andino es uno de los bosques nativos más antiguos y mejor conservados de esta parte de la Cordillera. Los mejores accesos al parque son el de Sector Sargazo (norte) y el Sector Chaicas. Si vas a alternar el parque con el Reloncaví la mejor opción es Chaicas con un par de senderos muy interesantes y la posibilidad de visitar el Lago Chaiquenes. La ruta de vuelta por el Estero (así es como los españoles llamaron a los fiordos chilenos) te deja lugares brutales como la desembocadura del Río Puelo, peqeños pueblos y la posibilidad de transitar entre los dos gigantes de la zona: los volcanes Osorno y Calbuco hasta Ensenada (ya en las orillas del Llanquihue.

LA RESERVA COSTERA MAPU LAHUAL.- La Reserva Mapu Lahual permite ‘matar’ dos pájaros de un tiro. El primero es acercarse a la costa del Pacífico y disfrutar de lugares increíbles dónde el bosque se funde, literalmente, con el mar en playas de arenas blanquísimas y los espectaculares estuarios en los que culminan los caudalosos ríos andinos. Y el segundo pájaro es conocer algo de la cultura mapuche. Este lugar alterna enormes extensiones de bosque nativo y pequeñas playas y estuarios de grandísima belleza. La joya de la corona es Caleta Cóndor, una espectacular playa rodeada de bosque sureño a la que sólo se puede llegar a pie o en barco desde Bahía Mansa. Más accesible es el entorno del Río Manquemapu (a través de una larga pista de tierra a la que se accede en Camarones sólo apta para 4x4) que, además, cuenta con un par de alojamientos y un camping. Desde aquí, se organizan excursiones guiadas por los propios mapuches en las que no sólo vas a disfrutar de la naturaleza, sino que vas a aprender muchísimo del modo de vida de estas comunidades únicas. Buena gente.

Fotos bajo Licencia CC: Rodrigo Quezada; M M; TravelHound.cl; Eduardo Schmeda; David Stanley; María Gabriela Poblete Hinojosa; Pablo Rodríguez; McKay Savage

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