El Hierro es nuestra isla canaria favorita. No lo podemos evitar. Nunca vimos un lugar tan grande que cupiera en un espacio tan pequeño. Ya lo hemos dicho muchas veces. Aquí todo está limitado a las estrecheces de la geografía, pero hay tanto y tan bueno que ver que la isla es ideal para hacer un viaje tranquilo y exhaustivo en el que puedes verlo prácticamente todo en cuatro o cinco días. Y si te decides a hacer un viaje un poquito más largo que un mero fin de semana no es mala idea dedicar un día a hacer el Camino de la Virgen o alguna porción del mismo aprovechando la cercanía del sendero a las carreteras. Pero la opción más aconsejable es hacerlo entero. En total, el Camino de la Virgen cuenta con un recorrido de 27,8 kilómetros entre el Santuario de la Virgen de Los Reyes en La Dehesa y la Iglesia de Nuestra Señora de la Concepción en Valverde. Para andarines bien preparados (el sendero es sencillo y no requiere de esfuerzos especiales más allá de la acumulación de kilómetros) supone una jornada completa de camino (entre seis y siete horas).
¿Hacer el camino en dos días? Ideal. El único hándicap es la ausencia de lugares para dormir en pleno camino. Hay dos opciones: dormir en Valverde e ir i venir a los puntos de salida en Taxi (Tel: +34 922 550 729) desde la capital o tomar un alojamiento en la zona de San Andrés (desvío en el kilómetro 21 del recorrido), lo que te permitiría dedicar la segunda jornada a hacer un pequeño desvío para ver el entorno del mítico árbol Garoé y hacer un tramo final de ruta alternativa atravesando la interesantísimo Paisaje Protegido de Ventejís, un pequeño grupo de volcanes extintos que se encuentran sobre la misma Valverde. Otra ventaja de partir esta ruta es dos es ir más allá de Valverde y añadir un par de kilómetros más (3,3 para ser exactos) y extender la ruta hacia El Tamaduste. El sendero merece la pena por varias razones. La primera es que esta bahía pequeñita y perfecta es uno de los enclaves costeros más bonitos de Canarias. Y la segunda es probar una pequeña dosis de adrenalina controlada (porque el camino no es nada peligroso) en el llamado Paso de El Jorado. Aquí te vas a topar con una piconera (cuesta de pequeñas piedras volcánicas) que te va a permitir hacer un poco el cabra (o la cabra) y lanzarte ladera abajo. Lo hemos hecho y es genial. Si quieres andar un poco más (después del preceptivo chapuzón) puedes seguir hasta La Caleta (3,5 kilómetros más) dónde no sólo hay unas piscinas de agua de mar muy bonitas, sino que puedes ver varios paneles de grabados rupestres de los primeros pobladores de la isla, los bimbaches.
Comer en Tamaduste.- Valga la ‘rebuznancia’, en el Restaurante Tamaduste (Tabaiba, 7; Tel: +34 922 550 177). Uno de los mejores pescados frescos que comimos jamás. Un lugar sencillo, pero que es riquísimo y muy barato. Transporte público para volver a Valverde.- La línea R06 de TransHierro comunica la capital con Tamaduste y La Caleta con varias frecuencias al día.
La ruta.- Lo primero es llegar hasta la Ermita de Nuestra Señora de Los Reyes. Lamentablemente, la única manera de llegar hasta aquí en transporte público es en taxi (con un precio aproximado de 42 euros). Esta pequeña, bonita y sencilla ermita –donde se custodia una imagen flamenca del siglo XVI- es la puerta de entrada a La Dehesa, una de las zonas más impresionantes y bonitas de la isla. Sin duda alguna, el atractivo principal de estas tierras comunales destinadas al pastoreo desde tiempos muy anteriores a la conquista es ver las famosas sabinas retorcidas por el viento de El Sabinar. Si vas a visitarlas deberás añadir unos cuatro kilómetros más desde la Ermita (para llegar a las Sabinas y empalmar después con el sendero en el Descansadero de La Gorona). ¿Merece la pena? Si sólo vas a estar en la isla lo que dura la caminata sí. Si vas a estar algún día más y cuentas con coche de alquiler pues lo más normal es que vengas aquí antes o después de hacer el camino.
La primera parte del sendero transcurre por la crestería del Valle del Golfo pasando por lugares muy importantes para la geografía física, cultural y sentimental de las herreñas y herreños como Malpaso (el punto más alto de la isla); la Cruz de Los Reyes (punto importantísimo del camino vinculado a las fiestas de Nuestra Señora de Los Reyes –cada cuatro años-) y La Llanía, un lugar mágico donde los bosques de laurisilva que tapizan las laderas de El Golfo logran superar las alturas para crear una pequeña selva preciosa. Hasta aquí hemos recorrido 15 kilómetros plácidos por las alturas de la isla en un camino que ha ascendido hasta los 1.500 metros de Malpaso (más de 400 metros de desnivel desde la salida) para terminar en los 1.320 de La Llanía y el bonito cráter volcánico de la Hoya de Fireba. Aquí el terreno cambia. Los pinares abiertos y los suelos volcánicos se acaban en La Llanía, que sirve de nexo entre esta parte de la isla y los Llanos de Nisdafe.
Nisdafe es la otra gran comarca ganadera de El Hierro. Pero aquí los paisajes no tienen nada que ver con los modestos pastos de La Dehesa. Aquí, sobre todo en los meses de invierno y primavera, el paisaje es de una feracidad casi irlandesa. Otro de los cambios radicales de este tramo (ya sólo faltan siete kilómetros para llegar hasta Valverde) es que las casas aparecen salpicando el paisaje en la típica configuración de poblamiento disperso de la isla. También aparecen dos pequeños pueblos: San Andrés y Tiñor, como anticipo de la cercanía de la pequeña capital herreña. En San Andrés puedes ver su bonita iglesia parroquial (El Rincón, 11) y perderte por su pequeña red de callejuelas para ver algunas buenas muestras de arquitectura tradicional canaria. Aquí también están uno de nuestros restaurantes preferidos de la isla. En Casa Goyo (Jarera, 11; Tel: (+34) 922 551 263), nos comimos una vez un cabrito a la sartén de auténtico lujo y cada vez que vamos nos dejamos abducir por su famosa pechuga rellena.
Ir o no ir hasta El Garoé.- Aquí la disyuntiva es diferente que con lo que sucede con La Dehesa. EL añadido en kilómetros no supera los dos y te permite atravesar una de las joyas naturales de la isla: la Paisaje Protegido de Ventejís. El Garoé es uno de los grandes mitos herreños. Este árbol mítico (hoy se ve un sustituto, pues el original fue derribado por un vendaval en el siglo XVII) fue uno de los recursos hidráulicos más importantes de la isla. Toda esta zona está expuesta a los vientos alisios cargados de humedad. El Garoé y los árboles de sus alrededores actuaban como una verdadera red natural que, literalmente, ordeñaba las nievas y dejaba caer al suelo gran cantidad de agua. Hoy en torno al nuevo Garoé podemos ver una compleja red de albercas subterráneas y acequias que fueron excavados por los bimbaches y que servían para guardar y canalizar el agua. En el lugar también hay un moderno centro de interpretación. Ventejís forma parte de esa verdadera esponja natural hecha a base de bosques de laurisilva y tierras volcánicas que conducen el agua hasta el interior de la isla. Pasear por aquí merece mucho la pena. Y de aquí hasta Valverde sólo hay un pasito. Divino, eso sí.
Fotos bajo Licencia CC: José Mesa; Víctor R. Ruiz; Dan; Mario Trifuoggi; Alejandro HM