Lo primero que mola de Ceuta es como se llega. O por mar desde la vecina Algeciras (Más de diez frecuencias al día ofertadas por Transmediterránea, Balearia y Ferrys Rápidos del Sur (FRS)) o por aire usando los helicópteros que conectan la ciudad norteafricana con Málaga y, también, Algeciras (el servicio lo presta la empresa Helity). Cualquiera de las dos opciones es un espectáculo. Cruzar el Estrecho es una aventura viajera que, pese a lo pequeño del trayecto, siempre tiene un no sé qué que pica el gusanillo. En este caso no hacemos ese trayecto de siglos del que hablaba el mítico Alí Bey (el espía español que se llamaba Domingo Badía y fue el primer no musulmán en pisar la ciudad de La Meca). Porque Ceuta es muy española. Y no va con segundas la cosa o con ánimo de faltar a nadie. El centro ciudad tiene un urbanismo, una configuración y una construcción típicamente española; hay que irse hasta el popular Barrio del Príncipe o a las pequeñas barriadas que se encuentran junto a los cantiles que caen hacia la Playa de El Sarchal para ver ese amontonamiento aparentemente caótico que suele ser la norma de la medina islámica.
El centro de Ceuta bien puede trasplantarse sin problema alguno a la Península sin desentonar un ápice. Obvio que la presencia de lo islámico está presente en viejos monumentos como los Baños Árabes (Paseo de la Marina Española, sn), los restos de la Muralla Meriní –siglo XIV– (Rampa Pedro Mata), la Puerta Califal integrada en las Murallas Reales –siglo X-, los restos de la Casa de Huerta Rufino –siglo XIV- (Manuel Olivencia Amor, 3) o el Santuario de Sidi Bel Abbas –siglo XII- (Paseo de Ronda) y en mezquitas de nueva construcción. Pero si uno se limita a pasear por el centro de la ciudad y sus espectaculares murallas se podría pensar que está del otro lado del Estrecho. Y tú dirás, hay un montón. Como en Sevilla, Córdoba, Málaga, Granada… Pero el centro ceutí es, por ejemplo, uno de los espacios urbanos con mayor concentración de arquitectura modernista y racionalista del país (como sucede con Melilla).
Qué ver en Ceuta; una ruta para dos días.- El tamaño de la ciudad engaña y ya que uno se da el capricho de cruzar el Estrecho habrá que aprovechar la oportunidad para cruzar, también, la frontera y hacer una pequeña incursión por las ‘faldas’ de la Mujer Muerta (el pico Jbel Musa) y disfrutar de algunas playas de ensueño muy cerca de la mítica Isla de Perejil. Pero iniciamos el paseo cruzando el Puente del Cristo para meternos en la vieja ciudad amurallada no sin antes flipar con las fortificaciones de la vieja ciudadela. ¿Sabías éstas son las únicas murallas de origen renacentista que cuentan con un canal navegable de toda España? Pues sí. Cuando se construyeron en el siglo XV, se excavó un foso que convertía a la Península de Almina en una isla fuertemente guardada. Una isla. No hay una metáfora mejor para describir lo que es Ceuta desde que los portugueses la conquistaron a principios del XV (1415) para convertirla en una ‘isla cristiana’ en el norte de África. En las mismas murallas vas a ver la Puerta Califal -Bab-al-Jadid-y los poderosos baluartes que cierran los dos extremos del Foso Real.
Ahí mismo está la Plaza de África, que sirve de foro ciudadano y corazón histórico de la ciudad autónoma. Aquí te vas a encontrar la Catedral de Nuestra Señora de África (gótica y renacentista), la Iglesia de la Asunción (barroca), El Palacio de la Asamblea de Ceuta (un bonito edificio de porte clasicista pero con elementos modernistas) y el acceso al Paseo de Las Palmeras que recorre el frente marítimo de la ciudad aprovechando el camino de ronda de las viejas murallas. En este primer tramo de paseo vas a flipar con Ceuta. Se te caen muchas ideas preconcebidas y descubres que la ciudad es bonita de ver y que hay mucho que hacer. Nuestra primera recomendación es no dejar la vera del mar durante el primer tramo de visita: aquí puedes ver la Plaza de la Constitución (con el monumento a Hércules), el Edificio Trujillo (P.º del Revellín, 1), una de las piezas modernistas más bonitas, los Jardines de San Sebastián y el Paseo de la Marina Española hasta los Baños Árabes (Paseo de la Marina Española, sn). Este pequeño bañuelo del siglo XII ha sido primorosamente restaurado y es uno de los monumentos que hay que ver sí o sí.
Desde aquí tienes dos opciones: o volver hacia la zona de las murallas por la Calle Real, o internarte por los dos arrabales que dan hacia los cantiles del Sarchal. Aquí vas a encontrar ese urbanismo de callejuelas estrechas y sin orden ni concierto de las medinas islámicas: y también varias mezquitas modernas. Intérnate por el Pasaje de Recreo Alto hasta llegar a la puerta de su multicolor mezquita. No es mala idea tomar un taxi para ver atardecer junto a la Ermita de San Antonio y el Mirador de la Rosa de los Vientos y volver a bajar hacia la ciudad por el Parque de San Amaro. Y cenar en alguno de los restaurantes del Parque Marítimo del Mediterráneo (Av. Compañía de Mar, sn), un complejo de piscinas de agua de mar y jardines que de día es bonito pero de noche es una verdadera obra de arte (lleva la firma del artista canario César Manrique).
El eje que forman la Calle Real, Camoens y el Paseo del Revellín ejerce de espina dorsal de la ciudad y acumula algunos hitos ciudadanos como la Casa de los Dragones (Camoens, 15) –una de las extravagancias más hermosas que vimos jamás-, la Casa Delgado (Revellín, 20) y el Edificio Trujillo (Revellín, 1). Pero aquí se acumulan las construcciones de ese modernismo y racionalismo que llenó las calles de la ciudad de buena arquitectura durante las primeras décadas del XX. El Edificio El Avión (Plaza Mina); el Edificio de la Mutua (Real, 59); el Edificio Medina-Ruiz Sánchez (Alfau, 15), el antiguo Banco Español (Teniente Ruiz, 2)… En pocas manzanas se concentra una gran cantidad de fachadas notables y diseños audaces: algunos lucen lustrosos; otros necesitan una manita de pintura y algún apaño. Si entraste en el casco histórico por la Puerta del Cristo, una buena opción para abandonarlo es la Puerta de la Ribera (aquí te vas a encontrar con dos buenas playas urbanas y buenas vistas sobre el Foso Real y las murallas). Más allá no hay mucho de interés salvo las Murallas Meriníes (Rampa Pedro Mata).
Los baluartes y blocaos de la frontera y un poco de Perejil.- Hay un sendero que corre más o menos en paralelo a la frontera con Marruecos y que va conectando viejas instalaciones militares. Algunas tienen interés histórico, pero la verdad es que nosotros no las vimos y ni si quiera subimos hasta el Mirador de Isabel II (N-362) que domina toda la ciudad. Preferimos tomar un taxi hasta la pequeña aldea marroquí de Oued El Marsa, que es una verdadera maravilla. Aquí no sólo vas a encontrar un verdadero playazo, sino también buenas vistas sobre Jbel Musa, la famosa ‘Mujer Muerta’ que le da la réplica africana a las montañas de Tarifa, en la orilla europea de Gibraltar. Desde aquí parten algunos senderos que permiten llegar justo en frente del Islote Perejil. Nosotros vimos la islita de refilón.
Otros lugares de interés en Ceuta.- Para amantes de los museos queda el Museo del Revellín (Revellín, 30) que cuenta con algunas colecciones arqueológicas e históricas de interés. En este sentido hay que señalar que en territorio ceutí se encuentra el Yacimiento de Benzú, donde se han encontrado importantes restos del Paleolítico. En el centro hay buenas piezas romanas, islámicas y medievales. En el Museo de la Basílica Tardorromana (Queipo de Llano, 20) puedes ver los restos de una de las pocas iglesias cristianas anteriores a la llegada de los musulmanes que queda en el norte de África. Otro lugar interesante es el Morabito de Sidi Bel Abbas (Paseo de Ronda), un pequeño santuario de época almohade (siglo XII) dedicado a la memoria de un santón local.
Fotos bajo Licencia CC: Lina Bodestad; Yassine Abbadi; Steve Cargill; Diego Delso; José Sáez; Pablo Larrinaga; Jesús Ruiz Villena