Guía de Cantabria Occidental: un paseo por Santillana del Mar

Balconadas en Santillana del Mar.

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Hablar de lo qué hay que ver en Cantabria es abrir un melón imposible de consumir en una sola jornada. Esta región del norte de España es un pequeño universo que tiene mil y un rincones para disfrutar. Es un destino urbano, ya que cuenta con Santander como cabeza y capital (una ciudad que ofrece muchísimo y por sí sola justifica un viaje) pero también uno de los mejores destinos de naturaleza de todo el país, un paraíso playero y uno de los referentes culturales y patrimoniales de la Península Ibérica con hitos de importancia mundial como su imponente patrimonio rupestre paleolítico. En Cantabria hasta el más apartado de los rincones cumple de sobra con las expectativas viajeras más exigentes. Y el occidente de la región no es una excepción. Estamos hablando de un tramo de costa de apenas 66 kilómetros de longitud (es la distancia que media entre Santander y la pequeña Unquera, que comparte frontera con la vecina Asturias). Un tramo de costa que alberga varios hitos cántabros de primera magnitud.

Qué ver en Santillana del Mar.- Como dicen por aquí la villa de las tres mentiras: no es santa (ahí no podemos decir nada), no es llana (el nombre procede de la corrupción del topónimo original de Santa Juliana) y no tiene mar (aunque está muy cerca). De Santillana hay que destacar varias cosas. La primera su impresionante casco histórico medieval en la que destacan sus casas de piedra con balconadas de madera y hierro forjado. Las calles de La Carrera y Juan Infante sirven de ejes patrimoniales de una villa en la que podemos encontrar varios palacios fortificados. Hablamos de verdaderas torres que sirvieron de residencia y, a la vez, defensa y que fueron ‘desmochadas’ (taladas) en el siglo XV tras varias revueltas de la nobleza contra el poder centralizador de la corona castellana. En torno a la Plaza Mayor podemos ver tres de estas torres: Torre de los Velarde (La Carrera, 5); Torre del Merino (Mayor, 8) y Torre de Don Borja (Mayor, 7), que se puede visitar porque se ha convertido en un centro cultural.

El otro centro de interés de la villa es la Plaza de Las Arenas. El edificio más importante de la villa se encuentra aquí. Hablamos de la Colegiata de Santa Juliana (Pl. Abad Francisco Navarro) una de las iglesias románicas más bonitas e importantes del norte de España. Hay que verla por fuera, pero también por dentro, porque tiene un retablo gótico del siglo XV muy bonito y se custodia un cartulario (libro legal de privilegios y derechos) del siglo XIII que es una verdadera joya. Pues en torno a Santa Juliana hay una pequeña concentración de palacios que deja chicas las torres de la Plaza Mayor. El Palacio Velarde (Las Arenas, 8) es una bonita casona renacentista famosa por sus ‘fantasmas’ en toda la región (también alberga un museo que explora la historia de la ciudad a través de los avatares de su familia más notable. La Casa de la Archiduquesa Margarita de Austria (Río, 17) es una bonita construcción renacentista que sirve de contrapunto a la sencilla casona que alberga el Museo Jesús de Otero (Pl. Abad Francisco Navarro).

El Museo de la Tortura (Bertrand Clisson, 1).- Este museo privado se encuentra en pleno centro histórico de Santillana del Mar. Es un lugar curioso de ver si estás interesado en estos menesteres. Eso sí, si eres de los que se impresionan fácilmente no lo vas a pasar bien. Aquí se custodian medio centenar de instrumentos de castigo y tortura que van desde el siglo XIV al XIX. La colección es impresionante. En todos los sentidos.

Altamira, la joya de la corona (acceso CA-134).- Todo lo que se pueda decir de esta maravilla es poco. La primera vez que estuvimos aquí fue hace mucho tiempo y tuvimos la oportunidad, la suerte, el privilegio de ver la cueva original con sus bisontes queriendo salir de la piedra. Hoy visitar la cueva es una ardua misión que demanda décadas de listas de espera y hay que ‘conformarse’ con la ‘Neocueva’, una reproducción al milímetro de la original que, además, contiene contenido multimedia de última generación y se acompaña con un museo de primerísimo nivel. ¿Es lo mismo que ver la original? No, para que te vamos a engañar, pero aún así sigue siendo uno de los lugares más importantes de España a nivel patrimonial y el museo y la ‘Neocueva’ merecen mucho la pena porque sales de ahí con una idea bastante sólida de lo que era la vida en el Paleolítico Superior. Ojo, los domingos la entrada es gratuita y suele llenarse pronto, por lo que si decides visitar Altamira este día debes madrugar y hacer la visita antes de ir a Santillana del Mar.

El Laberinto de Villapresente (acceso por CA-353).- Ideal para ir con niños. Esta curiosidad está genial para hacer una parada lúdica tras una jornada de visitas culturales. El laberinto es una pasada. Sus pasillos suman casi cinco kilómetros de recorrido y se inspiró en los laberintos victorianos ingleses del siglo XIX.

Ver un bosque de secuoyas en España (acceso CA-135 desde A-8).- Las Secuoyas del Monte Cabezón son una de las consecuencias más curiosas de la Guerra Civil española. Se plantaron en la década de los 40 del siglo XX como parte del plan autárquico de la dictadura franquista que pretendía dotar al país de los suficientes recursos para no depender del exterior. Hoy, subsisten casi un millar de estos gigantes creando un pequeño bosque de gran interés. El lugar fue declarado monumento natural pese a que la Secuoya Roja es una especie foránea llegada desde California. Aquí también puedes ver la Lobera de Udías (acceso desde el parking del bosque de Secuoyas) una vieja estructura de piedra que servía para atrapar lobos en los tiempos en los que el rey de los bosques españoles se podía cazar. El lobo es una parte importantísima de la cultura rural de esta parte del país.

¿Pero no decías que no había mar? Más allá del chascarrillo de las tres mentiras, Santillana del Mar se encuentra a muy pocos kilómetros de la costa y uno puede acercarse para ver lugares bonitos. Eso sí, aquí no hay playa, como decía la canción. La zona costera más cercana a Santillana es una sucesión de acantilados espectaculares. Te recomendamos acercarte hasta el mirador de El Bolao (acceso por CA-131) y desde ahí dar un paseo hasta la pequeña Playa de Luaña, una cala enclaustrada entre cantiles que tiene hasta un pequeño bosque con arroyo incluido. Un lugar al que no va casi nadie que es de gran belleza paisajística.

Fotos bajo Licencia CC: juantiagues; Heribert Bechen; Rober; Emilio; Rubén Díaz Caviedes; Francisco Javier Ruz; Juanje Orío

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