De Uribe a Gaztelugatxe: un paseo por el corazón de Euskadi a dos pasos de Bilbao

A dos pasos de Bilbao. Ahí mismo. El muro verde que cierra la ría bilbaína por su banda de Levante conduce a localidades como Lezama, Sondika o Zamudio que de facto ya ejercen de ‘barrios’ (perdón) de esa pequeña gran ciudad de Euskadi que nos vuelve locos desde hace mucho tiempo. Bilbao es de los mejores destinos de ciudad de la Península. Así, con un par. Ya te hemos hablado de su patrimonio, de su gastronomía, de sus museos, de su renacimiento cultural… Pero también es uno de los destinos de turismo rural más completos de esta Iberia nuestra. Nos explicamos. Uno no hace más que subir ese escalón donde se encuentra el aeropuerto bilbaíno y se sumerge en otro mundo completamente distinto al que dejamos a orillas del Nervión. Fijémonos en Zamudio, por ejemplo. Nos llegamos hasta aquí para ver la Torre Malpica (Elexalde Enparantza, 2) una pequeña fortaleza medieval de principios del siglo XV que es un buen ejemplo de casa fuerte de los últimos compases del Gótico.

Más allá de que la torre es bonita de ver (forma junto a la Iglesia de San Martín Obispo un pequeño conjunto monumental muy vistoso) esta casona vinculada a la familia Zamudio fue reconstruida después de que fuera prácticamente arrasada por los partidarios de otra familia local: los Butrón. Uno de los elementos que definen a la Comarca de Uribe es la presencia de torres, casas fuertes y verdaderos castillos que hablan de tiempos muy turbulentos. Las Guerras de Banderizos fueron una serie de conflictos civiles que se produjeron en tierras de Cantabria y Euskadi en el último tramo del siglo XIV y principios del XV. En esta zona de Bizkaia los principales contendientes fueron los Zamudio y los Butrón.

Muy cerca del precioso pueblo de Mungía nos encontramos con otro ejemplo de fortificación. Esta vez, grandioso. El Castillo de Butrón (BI-634). Lo que vemos hoy es una excentricidad del siglo XIX del Marqués de Cubas, que quiso reconstruir la antigua casa fuerte al modo de los castillos bávaros. Pero aún pueden verse las torres circulares medievales y el arranque de los muros del antiguo castillo. Para entender cómo se articulaba el territorio y las tensiones del régimen feudal hay que ir hasta Mungía y echarle un vistazo a la Torre Billela (Beko Kale Kalea, 3) donde puedes encontrar información al respecto. Y de paso echarle un vistazo a uno de los pueblos más bonitos de la zona. Hay mucho que ver: la Iglesia de San Pedro (San Pedro Kalea, 1), medieval y mausoleo de los señores y señoras de Butrón; el Foruen Enparantza, plaza porticada que ejerce de centro del pueblo; el Palacio Agirre Jauregia (Aita Elorriaga Kalea, 1) y la antigua Iglesia de Andra Mari (Gamiz Bidea, 2) donde aún se sigue celebrando el mercado semanal del pueblo. Y otro imprescindible es meterse de lleno en el Parque de Izenaduba Basoa (Landetxo Kalea, sn) y su espectacular caserío de Landetxo Goikoa, una casona rural anterior al siglo XIV que está considerado como uno de los más antiguos de toda Bizkaia. Este parque es una pasada ya que se ha convertido en una especie de centro de interpretación sobre la riquísima mitología vasca en el que vas a conocer a los diferentes seres mágicos que pueblan los bosques y campos de este país fascinante.

Mungia ejerce de pequeña capital del suave valle excavado por el modesto Rio Butrón. El lugar no es grande en tamaño pero está repleto de cosas a las que merece la pena acercarse. Al sur de la localidad hay que ir a ver el Molino Errotabarri (muy cerca del Caserío de Gamiz), una muela hidráulica del siglo XVII que aún sigue funcionando como el primer día y que se pede visitar todos los sábados. Y si vas para la costa tienes el ya mencionado Castillo de Butrón y la posibilidad de echar un vistazo desde lo alto en la Peña de Santa Marina (acceso desde Goieta Kalea –Urduliz-) donde, además, puedes visitar una pequeña ermita medieval muy curiosa (mitad de piedra, mitad excavada en la roca viva) y algunas estructuras del llamado Cinturón de Hierro, una línea defensiva de trincheras y búnkeres construida durante la Guerra Civil española para proteger la ciudad de Bilbao.

La costa de Uribe; señores feudales, marinos intrépidos y contrabandistas.- EL Butrón desagua en el Cantábrico a través de una de esas preciosas rías que adornan la costa del norte peninsular. Puerto seguro protegido por los espectaculares acantilados de Barrika y las arenas de un verdadero playazo, Plentzia (o Plencia) es una bonita localidad de costa con una historia que se remonta a 1299, año en el que funda como villa portuaria y vía de salida de la riqueza forestal de la zona. El pueblo conserva su aura medieval con un urbanismo laberíntico y algunas huellas de sus primeros siglos como el Arco de Santiago (Eleiz Enparantza), vestigio sobreviviente de la antigua muralla, la Iglesia de Santa María Magdalena (Eleiz Enparantza Plaza, 1); la Casa-Torre Torrebarri (Astillero Enparantza, 1), una casona nobiliaria del XVII que hoy sirve como sede del Ayuntamiento, o el Caserío de Goñi Portal (Kale Barria, 2), una antigua casa rural que quedó engullida por el casco urbano de Plentzia cuando el lugar se convirtió en villa. Pero el gran monumento de la localidad es el Torreón (Goienkale Kalea, 27), otra de esas torres nobiliarias que, en este caso, se ha convertido en el Museo de Plasentia de Butrón, un centro que explora la historia de la comarca con especial atención a su tradición náutica.

Antes de acercarte a la costa aprovecha para ver otras curiosidades como la Farmacia Aramburu (Erribera Kalea, 20), una vieja botica de finales del siglo XIX que se ha convertido en un museo o el Molino de Marea (Legarrondo Zubia), uno de los últimos de este tipo que aún se mantienen en la Península. Y después, a recorrer la costa. El camino que llega hasta el Faro de Gorliz te va dando la oportunidad de acercarte a la costa a través de miradores situados al borde de acantilados brutales. Esta parte de la costa está recorrida por el llamado sendero de los contrabandistas y va conectando pequeñas calas y alguna que otra cueva marina que servían para la descarga de mercancías lejos de los ojos del fisco. Junto al faro puedes ver unas viejas baterías y búnkeres.

Bakio, una de las cunas del txakolin.- El Chacolí es otra de las señas de identidad vascas que puedes encontrar en la Comarca de Uribe. Este vino generalmente blanco y ligero se produce en buena parte del norte peninsular, pero los txacolines vascos son los más afamados y, también, los que se han agrupado en varias denominaciones de origen, El valle del municipio de Bakio está repleto de viñedos y bodegas en las que se produce este vino. Y, de paso, puedes acercarte a la costa a través de una de las mejores playas de la zona. Algunas de las bodegas de la zona son Zabala Txakolina (Goitisoloalde 22A); Ados Basarte (Urkitzaurrealde, 4); Abio txakolina (Barrio Mendibile, 42) y Doniene Gorrondona (Gibelorratzagako San Pelaio, 1).

La escalinata más famosa del Cantábrico.- La Ermita de San Juan de Gaztelugatxe (Carretera de Gaztelugatxe, sn) se ha convertido en la foto que todos los que viajan hasta la costa del País Vasco quieren conseguir. El lugar ya era famoso por su belleza pero se aupó al estatus de centro instagrameable tras salir en series como Juego de Tronos (Rocadragón). Eso ha traído consigo el problema de la masificación por lo que ahora hay que sacar una entrada gratuita para poder llegar a la ermita (la otra opción es verla desde el Mirador Eneperi. La ermita es una sencilla construcción del siglo XX pero que hunde sus raíces en la Edad Media sufriendo multitud de avatares, ataques, destrucciones e incendios accidentales. Pero llegar hasta aquí es mágico y subir los casi 250 escalones que separan el puente que une la peña al continente y la ermita. Es un lugar que hay que ir a ver sí o sí por lo que hay que ser organizado y sacar la entrada con la antelación necesaria.

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