Un bosque perfecto a la orilla del Río Eume
El Río Eume se encuentra con el mar en una pequeña ría que ocupa justo el corazón de las Rías Altas. Puentedeume se desparrama por la orilla sur de la desembocadura del río apretada entre el pequeño cauce del Arroyo de la Graña y la Ponta do Estreito, el lugar en el que la mar chiquitita del Eume se une a la enorme Ría de Betanzos. El pueblo se encuentra a medio camino entre La Coruña y Ferrol; y también a medio camino entre el mar y la montaña. Un lugar único en el que la costa se encuentra con el bosque en uno de los mejores ejemplos del norte peninsular. Sólo por visitar el pequeño pueblo, acercarse hasta este lugar merece mucho la pena. La desembocadura del río es un puerto natural excelente y eso dejó su impronta en una población que ya tenía entidad propia a finales del XIII cuando el rey Alfonso X El Sabio concedió a un grupo de colonos a construir una ciudad con gobierno autónomo.
De estos primeros pasos quedan los restos de las murallas delJardín del Lombardeo y el soberbio Torreón de los Andrade (siglo XIV). La ciudad creció gracias a su posición estratégica y a su condición de parada y fonda para los que hacían la peregrinación hasta Compostela desde el puerto de El Ferrol (uno de los ramales más populares del Camino Inglés). La Iglesia de Santiago (siglo XVI) no sólo es bonita de ver, sino que guarda algunos tesoros de importancia con un retablo renacentista y algunas tablas góticas y la antigua Plaza Real hay edificios de interés como el Ayuntamiento. A dos pasos del centro del pueblo hay alguna calas más que bonitas (como Sopazos, La Estación o Centroña) pero si cruzas el antiguo Puente de Piedra te vas a encontrar con La Magdalena, un playazo espectacular abierta a la Ría de Betanzos. Pero todo esto no es más que un anticipo de lo que nos espera si, en vez de mirar hacia el mar, nos dirigimos río arriba.
A ambos lados del Eume crece un verdadero bosque encantado ; un trozo de naturaleza prácticamente virgen incrustado en el valle y ajeno en el que los dominantes carballos, uno de esos símbolos naturales de los campos gallegos, se mezclan con abedules, freixos, robles, castaños, tejos, alcornoques, chopos negros, acebos, madroños, laureles, fresnos… Una fraga, para las gentes de esta parte de España, es un bosque cerrado, de difícil acceso y poco aprovechable. Estos trozos de bosque atlántico de ribera han quedado reducidos a pequeñas manchas en lugares de difícil acceso; generalmente en cauces remotos de ríos como el Eume, que riega uno de los mejores ejemplos de este tipo de ecosistemas (en franco retroceso en toda Europa). La carretera DP 6902 sale de Puentedeume y se pega a la orilla sur del río mientras este se aleja del mar. Las riberas se acercan y tras una curva, el bosque aparece y lo cubre todo adelantando el dominio del verde que será absoluto durante los próximos kilómetros.
Antes de internarte en el bosque profundo visita el Centro de Interpretación (Carretera de Ombre a Caaveiro, km 5; Tel: (+34) 981 432 528; E-mail: fragas.eume@xunta.es). Nunca está de más conocer antes de ver. El bosque se concentra en el tramo final del río; en total unos 10 kilómetros de cauce entre su conversión en ría hasta los muros del Encoro do Eume (embalse). Un trozo de bosque casi intacto que se puede recorrer en buena manera en coche. Pero la mejor manera de conocer el parque es echar el pie a tierra y caminar. El sendero más espectacular es el Camino de A Ventureira que conecta la Central Hidroeléctrica con el Monasterio de San Xoán de Caaveiro (3,5 kilómetros sólo ida) y que puede hacerse en ambos sentidos si quieres compatibilizar el coche y la patilla. El premio es conocer el bosque desde dentro y poder pararse junto a las pozas, los helechos y los ‘prados’ de musgo.
Un espacio natural pero humanizado .- El antiguo camino medieval que atravesaba estos pagos pasaba por la aldea de A Capela (dónde hay un interesante museo etnográfico) antes de precipitarse valle abajo buscando el cauce del río. El Monasterio de Caaveiro es la huella más espectacular de aquellos tiempos. Las primeras piedras se pusieron en el siglo IX pero el periodo de mayor esplendor del cenobio (que según las diferentes fuentes nunca pasó de la docena de religiosos) fue sobre el XII. La vieja iglesia hoy destartalada es un muy buen ejemplo de románico rural, tan simple como bonito. Los muros aún se mantienen en pie añorando mejores tiempos. Pero el entorno es espectacular. Los alrededores de la Fraga están llenos de lugares que bien merecen una visita.
Muy cerca de A Capela se encuentra el cauce pequeño pero ruidoso del Río Sesín –una manera genial de internarse a pie en la Fraga desde A Capela hasta Caaveiro-. A su vera se han restaurado varios viejos molinos hidráulicos y algunas casas varias veces centenarias para crear un curioso Parque Etnográfico que nos ayuda a comprender la relación de los hombres y mujeres de la comarca con el río y su bosque: una relación que se remonta muchos siglos atrás, como ponen de manifiesto los petroglifos de As Penas da Aira da Malla, a dos pasos del las primeras cuestas que conducen al Sesín al fondo del valle. Este pequeño torrente es un ejemplo claro de que la Fraga, pese a su nombre y su mito como lugar ‘inculto’ e inaccesible, es un espacio humanizado a conciencia. Están los viejos molinos; las acequias; los puentes y, lo más evidente, las piedras del camino que baja hasta el río desde hace mil y pico años como poco.
Un buen lugar para mirar el bosque desde las alturas es el Embalse del Eume, un espejo de agua que aunque inundó una buena cuenta de hectáreas de fraga primitiva permite, también, descubrir el bosque desde otra perspectiva gracias a las empresas que organizan excursiones en canoa. El bosque, bastante mermado eso sí, crece en las orillas de la presa y sigue por unos kilómetros más (ya como una estrecha franja de vegetación) hasta las inmediaciones de Puentes de García Rodríguez. Los amantes de las piedras venerables pueden aprovechar la ocasión para visitar el Monasterio de de Santa María de Monfero, una maravilla arquitectónica que alterna barroco y románico.
Fotos bajo Licencia CC: Jose Luis Cernadas Iglesias; @ondasderuido; r2hox; Raúl Hidalgo; Miguel
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