Una de las cosas que nunca llegaremos a entender del todo es por qué la provincia de Jaén no es una de las joyas del turismo en España. Este trozo de la Andalucía interior es un verdadero paraíso para los amantes del viaje en mayúsculas: tiene algunos de los conjuntos históricos más imponentes del sur peninsular; una arqueología sobresaliente; una gastronomía que aúna todo lo bueno de las tradiciones del sur y el centro peninsular (con el olivo y el gorrino en la cúspide) y cuenta con una naturaleza que, en muchos de sus parajes, aún se muestra intacta y preservada. Conocemos muy bien Jaén. La hemos visitado muchas veces gracias a los lazos afectivos que nos unen a ella: y uno de los lugares que más nos marcaron es el Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas Parque Natural de las Sierras de Cazorla, Segura y Las Villas.
Para darse cuenta de la gran importancia de este lugar hay que atender a varios datos. El primero tiene que ver con la cantidad: Esta cadena de sierras y bosques suma más de 210.000 hectáreas y es el primer espacio natural protegido más extenso de España. Pero también hay que destacar aspectos que hablan de la ‘calidad’ de los paisajes y ecosistemas de la mayor masa boscosa continua del país. Aquí nacen dos de los más importantes ríos peninsulares: el Guadalquivir y el Segura; también se atesoran los tejos más longevos de Europa –algunos con más de 2.000 años de edad-; es un buen lugar para ver bichos con poblaciones notables de especies como el ciervo, el gamo, la cabra montesa o el jabalí y grandes aves del pedigrí del águila real, el buitre leonado o el recientemente recuperado quebrantahuesos. Los bosques jiennenses son uno de los mejores lugares de Europa para ver animales salvajes a corta distancia. Pero también hay viejos castillos, una antigua villa romana, aldeas remotas, cuevas con arte rupestre, pueblos encantadores y hasta comunas hippies.
CAZORLA, LA PUERTA DE ENTRADA AL PARQUE.- El pueblo de Cazorla es una de las puertas de entrada más importantes de este espacio natural. Es lugar viejo con muchas centurias encima como atestigua el soberbio Castillo de la Yedra, antigua atalaya de tiempos de moros que fue ampliada y reformada por los cristianos en el siglo XIII. Este pueblo blanco se apretuja contra las primeras cuestas de la sierra; como queriendo alejarse de las llanadas de la inmensa campiña cubierta de olivos que se extiende hasta las vecinas ciudades de Úbeda, Baeza y Linares. La ciudad tuvo lustre como cabeza del Adelantamiento de Cazorla, un señorío creado tras la conquista y que tenía como doble objetivo el consolidar la presencia cristiana en la zona y la repoblación tras la desbandada de los musulmanes. Tres siglos después se decide abovedar el río Cerezuelo en un tramo de 123 metros –se puede recorrer su interior- para crear la explanada necesaria para hacer crecer el pueblo. Esa proeza de la ingeniería, obra del famoso Andrés de Vandelvira Andrés de Vandelvira, se culminó con la construcción de una iglesia renacentista que debió ser imponente; y decimos debió porque una riada se llevó la mayor parte a finales del XVII. Los soldados franceses hicieron también su parte contribuyendo al expolio y destrucción de lo poco que quedaba durante la Guerra de la Independencia.
Lo bueno de hacer base en Cazorla es que desde aquí parte la carretera A-319 que se interna de lleno en los bosques del parque y conecta los principales lugares de interés. Pero antes de ir hacia el norte toma la dirección inversa. Si eres un amante de la historia, puedes hacer una parada en la Villa Romana de Bruñel (A-322, km 6; Tel: (+34) 953 733 050), una de las haciendas romanas que se levantaron en la zona para la explotación del olivo – muy interesante por sus mosaicos-. Poco después de este importante yacimiento arqueológico se encuentra el cruce que conecta con la ruta que asciende hasta el nacimiento del Río Guadalquivir (por la carretera JV-7107). La ruta asciende durante los primeros kilómetros entre los omnipresentes olivares hasta que los campos de árboles alineados desaparecen de golpe y aparecen las primeras manchas de bosque. El lugar, más allá de su importancia geográfica (el Guadalquivir es uno de los ríos más importantes de España) también es importante desde el punto de vista ecológico. El Valle de los Tejos Milenarios es una de las grandes joyas naturales del parque, con grandes ejemplares que superan los 2.000 años de edad; dicen que aquí se encuentran los árboles más longevos de Europa.
UNA RUTA HACIA EL CORAZÓN DEL PARQUE.- La A-319 parte desde Cazorla y se interna en el parque natural después de pasar el Alto de Las Palomas. No es un mal lugar para hacer el primer alto de la jornada y ver desde las alturas lo que nos queda por delante. Desde aquí, el parque se muestra con todo su esplendor: perfiles y quebradas cubiertas de vegetación de la que sobresalen los picos grises de las peñas; como El Yelmo, una de las alturas míticas de la comarca y lugar ideal para ver buitres leonados. Entre las localidades de Cazorla y Segura de la Sierra (la otra gran referencia del parque) median poco más de 89 kilómetros que demandan unas dos horas de conducción tranquila. Pero haremos un par de paradas interesantes para visitar alguno de los lugares más importantes del parque natural.
EL CAUCE DEL RÍO BOROSA.- Este rincón de la sierra jiennense es un auténtico paraíso. En verano este río tributario de un recién nacido Guadalquivir es una sucesión de saltos de agua y pozas dónde es una verdadera delicia darse un chapuzón (en esta parte de Andalucía las temperaturas durante el estío suben con frecuencia de la barrera de los 40 grados) y en el resto de las estaciones sigue siendo un camino espectacular que permite adentrarse en uno de los parajes más intensos del parque. La ruta entera, hasta el Embalse de los Órganos supone 20,4 kilómetros de caminata (ida y vuelta) con un tramo final bastante exigente desde el punto de vista físico. Pero si vas con niños o poco tiempo (o ganas) no tienes que dejar de llegarte hasta la Cerrada de Elías, un lugar en el que las paredes del cañón se acercan y encajonan al río y obligan al caminante a avanzar a través de una pasarela de madera (una auténtica pasada). Desde aquí la ruta pica hacia arriba en lugares como el Puntal de las Cabras y el Puntal del Águila que van sumando metros hasta llegar a los 1264 metros de altitud del nacimiento del Borosa (la salida está a 512). El premio al esfuerzo es una sucesión de cascadas (alguna con alturas superiores a los 100 metros) y lugares alucinantes como un túnel por el que pasan el propio camino y la acequia que sale del ya cercano Embalse de los Órganos.
Del Tranco de Beas a Hornos.- La A-319 recorre toda la orilla este del Embalse del Tranco de Beas, una presa que encierra las aguas del Guadalquivir pocos kilómetros después de su nacimiento. El embalse es gigantesco y en sus orillas se han formado pequeñas playas: algunas de ellas cuentan con mesas y son ideales para hacer un descanso. El pueblo de Hornos ocupa un escarpe rocoso situado en el extremo noroccidental del pantano y sirve de atalaya. Este pequeño pueblo blanco también cuenta con su propio castillo medieval y un bonito casco histórico con algunas joyas como la Iglesia de la Asunción. Desde Hornos se puede acceder a la cima del Pico Yelmo (15,9 kilómetros con los últimos 5 por una pista forestal) desde dónde pueden verse con facilidad buitres leonados y a la cuenca del Río Madera, otro de los puntos míticos del parque. El castillo de Hornos se ha convertido, gracias a una curiosa iniciativa local, en un centro de interpretación de los cielos nocturnos de la comarca (Cosmolarium) y, por la noche, se organizan sesiones de observación.
Segura de La Sierra .- Este pequeño pueblo ocupa el sector norte del parque, desde dónde, por ejemplo, se puede acceder al cercano Nacimiento del Río Mundo, ya en la provincia manchega de Albacete. El Castillo de Segura de la Sierra es de los más espectaculares de esta parte de la provincia de Jaén. Las piedras más antiguas de la fortaleza corresponden a una antigua atalaya romana (muy cerca de aquí pasaba la mítica Vía Augusta, la calzada romana que comunicaba Cádiz con Roma) aunque el castillo data de época almohade y fue muy reformado, ya en época cristiana, por la poderosa Orden de Santiago. La localidad fue una importante plaza de frontera entre los reinos cristianos y el Islam: de esa época datan sus baños árabes –uno de los pocos que se conservan en toda la provincia- y las poderosas murallas que aún rodean esta verdadera plaza fuerte.
EL NACIMIENTO DEL RÍO SEGURA.- Los caprichos de la geografía hicieron que los puntos de partida de dos de los más importantes ríos peninsulares se situaran a pocos kilómetros de distancia. Ya vimos la fuente del Guadalquivir, que después de una pequeña vuelta se derrama hacia el oeste en busca del Atlántico. El Río Segura hace el camino contrario y muere en el Mediterráneo tras un recorrido de poco más de 325 kilómetros (su primo cercano supera los 650). Para acceder al surtidor del Segura debemos tomar la A-317 desde Hornos y ascender hasta los páramos surrealistas de Pontones, una pequeña meseta de campos de cereal desolados que contrastan con los bosques que suben desde las orillas del Tranco. El río surge de una poza que mana agua gélida en un entorno casi mágico. No es de extrañar que en las inmediaciones se hayan localizado numerosos abrigos con pinturas rupestres.
FUERA DE RUTA: QUESADA Y EL PEAL DE BECERRO.- El pequeño pueblo de Quesada queda en los márgenes del extremo sur del parque a apenas 18,4 kilómetros de Cazorla por la A-322 (la misma vía que se toma para visitar la Villa Romana de Bruñel y el nacimiento del Guadalquivir). El pueblito tiene algunas cosas que ver (un arco vestigio de sus antiguas murallas, su parroquia, su coqueto casco histórico…) pero por lo que destaca este pequeño municipio es por su potencial arqueológico. Ya hablamos de la Villa de Bruñel pero por lo que destaca este lugar es por la concentración de arte rupestre que atesoran sus montes y roquedos. En el Centro de Interpretación del Patrimonio Arqueológico de Quesada (Plaza de la Coronación, sn) te darán las claves de la riqueza patrimonial de este rincón de Jaén antes de salir al campo a visitar alguna de sus estaciones de arte prehistórico. Otro lugar que recomendamos es Peal de Becerro, otro pueblo bonito con su torre medieval, su iglesia y sus casitas blancas rodeado de olivos. Si eres un amante de la arqueología, aquí tienes una dupla de lugares de primer orden. En este caso se trata de dos tumbas subterráneas íberas que se encuentran en las pedanías de La Toya y Hornos . En el pueblo hay un centro de interpretación y un museo, pero lo bueno se encuentra entre los olivos. Para visitar la Tumba de Toya hay que hacer reserva (tel: (+34) 691 438 1319. La de Hornos está cerrada, pero puede verse una muy buena reproducción en el museo de Peal de Becerro.
Fotos bajo Licencia CC: Jesús Alenda; Leandro Martínez del Río; Luis Daniel Carbia Cabeza; Jorge Cancela; ZSPNrdwa Krosno; amata_es; Igor Romero; Ramón Portellano