Los barrios que se apelotonan entre las antiguas murallas bizantinas y las orillas del Cuerno de Oro suelen pasar inadvertidas para la inmensa mayoría de los viajeros y viajeras que visitan Estambul. La antigua capital otomana es grande y los esfuerzos suelen concentrarse en los alrededores de Santa Sofía, los bazares históricos, el Hipódromo y Gálata. Más allá del Boulevard Ataturk, la inmensidad de Fatih queda alejada de las verdaderas hordas de turistas que recorren el centro histórico estambulí. La primera vez que visitamos la ciudad tuvimos la ocurrencia de estar 21 días sin salir de ella. Esas tres semanas dieron para mucho. Por ejemplo, para ver Santa Sofía en diferentes horas del día (mágica en la última hora de visita) y ver como la luz hace cambiar el monumento según avanza la jornada. Pero también para recorrer buena parte de las imponentes murallas bizantinas y callejear por los alrededores de la imponente San Salvador en Chora , para nosotros, la iglesia bizantina más bonita de toda la ciudad.
Balat y Fener son los barrios que quedan justo entre Chora y la orilla del Cuerno de Oro. En esta zona, el urbanismo medieval está perfectamente conservado y las calles se asemejan a un enorme laberinto de callejones, escaleras y veredas que se adaptan a las colinas y van bajando hacia la costa. En tiempos anteriores a la conquista turca, este lugar estaba ocupada por las dependencias del Palacio de Blanquerna (Ayvansaray), una de las múltiples residencias palaciegas que los emperadores bizantinos tenían repartidos por toda la ciudad. Hoy las ruinas del edificio pueden verse junto a las murallas (acceso por Ayvansaray Cadessi –Línea T5 del Tranvía ; Estación Ayvansaray-) y sirven de puerta de entrada a un barrio cuyo nombre deriva, precisamente, de Pallatium, o sea palacio. Para construirlo, la colina se convirtió en una sucesión de terrazas que sirvieron para dar asiento a los cimientos y muros y, también, para crear tierra de cultivo.
Esta parte de la ciudad, muros adentro, estaba dominada por los cultivos y algunos grandes edificios palaciegos y religiosos. Tras la caída de Constantinopla en manos de los turcos en 1453 (que la llamaron posteriormente Estambul) la zona empezó a poblarse. Pero la fecha clave para entender Balat es 1492. La expulsión de los judíos de España provocó un aluvión de inmigrantes sefardíes que se establecieron en la zona. Y así Balat se convirtió en uno de los barrios judíos de Estambul; un barrio especial con sabor español que creció y tuvo gran influencia en la cultura del país. Una de estas huellas son los ‘meze’, la costumbre local de acompañar la bebida con algún platillo de aperitivo. ¿Te suena?
Una ruta por Balat .- La ruta que te proponemos es para, al menos, media jornada e incluye algunos hitos que, en sentido estricto, se encuentran fuera de los límites del barrio. Iniciamos en Ayvansaray y seguimos el trazado de las murallas bizantinas hasta el Palacio de los Porfirogenetas (Şişhane Caddesi; Tel: (+90) 212 525 61 30), uno de los antiguos recintos palaciegos vinculados al Ayvansaray que tenía como función servir de sala de partos para los primogénitos del emperador, los que nacían bajo el color púrpura (de ahí deriva el nombre porfirogenetas). Esta zona del palacio es de los mejor conservados del conjunto. Si has seguido el camino bajo las imponentes murallas ya llevas caminando unos 900 metros. En sus buenos tiempos, esta zona de palacios y fortificaciones debió ser magnífica. Las murallas de Constantinopla eran legendarias por su fortaleza: pero la era de la artillería las quebró para siempre acabando con un estado que hundía sus raíces en la vieja Roma. Desde aquí puedes pasar junto a las ruinas de la Sinagoga Kasturya (Hoca Çakır, 114) –sólo queda la antigua puerta- antes de ir hasta San Salvador en Chora (Kariye Cami Sk, 18; Tel: (+90) 212 631 92 41). Esta antigua iglesia bizantina es una de las cosas que hay que ver sí o sí si visitas Estambul. Aquí vas a encontrar los mejores mosaicos de la ciudad y, también, una de las más hermosas huellas de la vieja Constantinopla. Te vas a sorprender por dos motivos: el primero por la belleza de esta vieja iglesia bizantina del siglo VI (formaba parte de un monasterio hoy desaparecido) y, segundo, porque son muy pocos los viajeros y viajeras que llegan hasta aquí.
Te decíamos antes que la identidad de este barrio está íntimamente ligada a los judíos que fueron expulsados de España a finales del siglo XV. La presencia de hebreos en la ciudad ha menguado muchísimo en el último siglo pero aún pueden verse antiguas sinagogas y la huella en las calles del barrio. Balat es uno de los rincones más pintorescos de Estambul. Un barrio de enormes cuestas, callejuelas estrechas y casas, muchas de ellas de madera, pintadas con colores chillones y brillantes. Un barrio que se despobló de manera dramática a principios del siglo XX debido al profundo antisemitismo de la recién estrenada República Turca y la creación del Estado de Israel. Pero en los últimos años el barrio se ha revalorizado gracias a un potente plan de restauraciones que han recuperado el esplendor de algunas de sus calles. ¿Dónde están las mejores fotos? Pues en Kiremit Caddesi , un lugar en el que vivían las familias más adineradas de la, también, otrora numerosa colonia griega, Cenet Mahallesi y Merdivenli Yokuşu (ver estrellas verdes en el mapa).
En tiempos históricos, Balat y Fener (el barrio más cercano al Cuerno de Oro) estaban separados por la fe de las comunidades que los habitaban: En Fener habitaba una amplia comunidad griega y muchos armenios (ambos cristianos) y ya hablamos de los judíos sefarditas de Balat. Hoy esas fronteras están diluidas y Balat se ha tragado a Fener. Aún así hay valiosos rastros de aquellas comunidades: el imponente Instituto Ortodoxo Griego (Sancaktar Ykş, 36), la Iglesia de Santa María de los Mongoles (Tevkii Cafer Mektebi Sk, 1) o la Catedral Patriarcal de San Jorge (Dr. Sadık Ahmet Cd, 44; Tel: (+90) 212 531 96 70). Un rico patrimonio que se entremezcla con mezquitas (algunas monumentales como la Yavuz Sultan Selim Camii -Sultan Selim Cd, 18-), multitud de santuarios, fuentes históricas y un sinfín de lugares pintorescos. Otro imprescindible del barrio es la calle Vodina , que representa como ninguna el proceso de transformación que se está produciendo en la zona. Aquí podrás ver como los cafés de moda y las tiendas al más puro estilo hipster conviven con viejas corralas de vecinos a medio caer.
Fotos bajo Licencia CC: Karen Eliot ; Viajar Ahora ; Rob Hurson
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