Con la excepción de los tres grandes centros urbanos de Charleroi, Lieja y Namur, que suman más de medio millón de habitantes, la región de Valonia se caracteriza por ser una zona de pequeñas ciudades, pueblos y pequeñas villas con mucho encanto. Dinant es un buen ejemplo de lo que ofrece esta región. Famosa por ser el lugar que vio nacer a Adolphe Sax, inventor del saxofón, esta ciudad pequeña cuenta con una buena nómina de edificios históricos (algunos de carácter monumental), una activa vida cultural y una espectacular ubicación en la ribera del río (la llaman hija del Mosa) que la ha convertido en una de las imágenes más espectaculares de Bélgica. Una ciudad que se puede visitar en un día y que es ideal para una excursión (está a 74,8 kilómetros de Lieja y a 105 de Bruselas) o como base para un viaje por Valonia.
Nos acercamos a Dinant por la Ruta N-92 y nos encontramos con el primero de los grandes tesoros históricos y artísticos de la comarca. La Abadía de Leffe (Place de l'Abbaye 1; Tel: (+32) 8222 2377) no sólo es un edificio imponente desde el punto de vista arquitectónico y artístico. Es, también, uno de los lugares clave para entender la historia de una de las grandes pasiones de este rincón del mundo: la cerveza. Las primeras referencias escritas a la cerveza de Leffe datan de mediados del siglo XIII y hasta hoy sigue siendo una de las marcas clave y más conocidas a nivel internacional de la potente industria cervecera belga (hay una casa museo dedicada a esta cerveza en Dinant -Charreau des Capucines, 23-). Es sólo un adelanto de lo que nos espera unos kilómetros más allá. Pero antes de visitar viejas iglesias, casonas medievales o castillos volvamos al personaje del que Dinant presume con orgullo.
La Place Patenier sirve de puerta de entrada a la ciudad. Desde ahí parte la Avenida Adolphe Sax. No se puede decir que el inventor del saxofón no haya sido profeta en su tierra, ya que Dinant es un ejemplo de cómo se debe rendir homenaje a un hijo ilustre: en la confluencia con Saint Jaques hay un enorme saxofón y apenas unos metros más allá, justo en frente de la puerta de la Maison Adolphe Sax (Adolphe Sax, 37; Tel: (+32) 8221 3939), un centro de interpretación que explora la obra del músico e inventor, podemos hacernos una foto junto al propio Sax que, en efigie de bronce, está sentado en un banco. Saxofones por todos lados. Cuando cruces el Río Mosa a través de Puente Charles De Gaulle –obligado para hacer esa foto que se cuenta entre las más bonitas de toda Valonia- también caminarás entre enormes saxos de colores. El héroe local estaría contento de ver como lo tratan sus paisanos. Pero Dinant es mucho más que la sensualidad sonora del su instrumento fetiche. Y la clave para entender la importancia de la población es ese río que la divide en dos y la enclaustra, de manera literal, entre muros de piedra y bosques frondosísimos.
El Río Mosa fue una importantísima vía comercial durante la Edad Media. Una ruta de agua que se interna en el corazón del continente europeo en una zona muy sensible desde el punto de vista histórico. En el Mosa, por ejemplo, se situó la frontera entre Francia y el Sacro Imperio Germánico, un hecho que marcó para siempre las tierras regadas por su cauce. Esa es la razón, por ejemplo, de la enorme cantidad de castillos, torres y baluartes defensivos que se esparraman por Valonia. Un lugar en el que, en los últimos siglos y hasta la paz consolidada por la Unión Europea, se libraron cientos de batallas. Un ejemplo de esto que decimos es la historia de la Colegiata de Notre Dame (Rue Adolphe Sax ,1), que ha sido destruida y reconstruida en varias ocasiones; la última después de la conocida como Masacre de Dinant, una cruenta batalla entre franceses y alemanes durante la Primera Guerra Mundial que tuvo efectos devastadores en la ciudad y sobre sus habitantes (en el extremo norte de la ciudad hay un memorial que recuerda estos terribles sucesos de 1914 -Avenue des Combattants, 16-). Pero hoy, la Colegiata no sólo es una bonita iglesia gótica de elegantes formas y grandes vidrieras multicolores. También es un símbolo de identidad dinantais y una imagen casi omnipresente de las fotos y recuerdos que se llevan los que visitan la ciudad. A pesar de las múltiples restauraciones, la colegiata ha mantenido su atributo más característico y curioso: su campanario bulboso que le da un toque orientalizante muy vistoso.
Como hablábamos antes, el conflicto ha formado parte de la historia de esta parte de Europa durante siglos. Para llegar a la Ciudadela (event@citadellededinant.be) hay que subir 408 escalones o utilizar el teleférico que salva el desnivel que existe entre la Plaza Reine Astrid y la cima del enorme peñasco que guarda las espalas de la ciudad. Aunque su origen es medieval, esta fortaleza ha sufrido multitud de destrucciones, reconstrucciones y modificaciones. La fisonomía actual se debe a uno de los grandes genios militares de la historia de Francia: el Mariscal Sébastien Le Preste de Vauban. Hoy, la fortaleza funciona como museo militar e histórico. Pero más allá de su valor patrimonial, es una excelente atalaya desde la que se domina toda la ciudad y el cauce del Mosa.
Más allá de sus grandes edificios, Dinant es una ciudad bonita para pasear. El mejor lugar para ver el conjunto es la orilla oeste del Mosa. Junto al Puente Charles De Gaulle podrás ver una estatua que rinde homenaje al libertador de Francia. De Gaulle participó en la batalla entre alemanes y franceses de 1914. Desde la Avenida Colonel Cadoux podrás hacer la foto que todos se llevan de Dinant: el Mosa, las casas burguesas de ladrillo y colores pastel, la Colegiata y la imponente mole de piedra que sirve de asiento a la Ciudadela. Empezábamos con música y terminamos con música. La Casa de la Patafonía (Rue en Rhée, 51; Tel: (+32) 8221 3939), es un espacio para todos los públicos que busca estimular la creatividad musical de los visitantes a través de la manipulación de objetos e instrumentos musicales poco conocidos.
A DOS PASOS DE DINANT.- Las Cuevas de La Merveilleuse (Rue de Philippeville, 142; Tel: (+32) 8222 2210) se localizan a menos de un kilómetro del casco urbano de Dinant y son una de las grandes maravillas naturales de Bélgica. Fueron descubiertas accidentalmente en 1904 durante la construcción de una línea férrea y ofrecen un recorrido subterráneo de 650 metros en el que podemos ver impresionantes estalactitas y estalagmitas. Otro lugar interesante muy cerca de Dinant es el pequeño pueblo de Bouvignes. Aquí puedes ver las ruinas del Castillo de Crevecoeur, una bonita iglesia gótica y un pequeño museo dedicado al patrimonio medieval de esta villa (Place du Bailliage, 16; Tel: (+32) 8222 3616).