La vertiente sur de la Cordillera de Los Alpes dibuja un paisaje de grandes valles de origen glacial por los que desaguan los hielos que aún cubren buena parte de las grandes alturas de Europa. La gran beneficiada de esta red de valles profundísimos y largos es Italia que se encuentra con los primeros picos alpinos a través de una sucesión de lagos a cada cual más bonito de ver. El más famoso de estos espejos de agua es el Lago di Como, a pocos kilómetros de la ciudad de Milán (una de las concentraciones de riqueza más importante del viejo continente). Pero hay algunos más: D’orta; Maggiore; di Varese; Lugano; D’iseo y, finalmente, Garda. Todos estos valles inundados se concentran en la región de Lombardía, excepto D’orta y Maggiore (el primero en Piamonte y el segundo compartido entre piamonteses y lombardos) y Garda, que comparte aguas entre Lombardía y el Véneto. Como es el gran lago alpino para el turista. Garda es el lago ideal para el viajero.
Las orillas del Lago di Garda se encuentran a 73 kilómetros de Verona (ver guía de Verona) y a 139 de Venecia. ¿Se puede visitar el lago desde alguna de estas ciudades en una sola jornada? Si uno se limita a la orilla sur del mismo no es mala idea ir y venir (sobre todo si se está de visita por la ciudad de Romeo y Julieta). Pero si quieres explorar el lago en profundidad hay que dedicarle un par de días (es ideal para incluir en un viaje alpino en autocaravana). Entre los dos extremos del Lago hay unos 80 kilómetros (Peschiera del Garda –al sur- y Riva del Garda –al norte). Pero no son 80 kilómetros ordinarios. Hay mucho que ver: paisajes de escándalo y joyas históricas que te van a demandar una parada.
El primer contacto con el lago es Peschiera del Garda, una pequeña ciudad fortificada instalada (más bien encajonada) en tres islas situadas en el desagüe del lago (que supone el arranque del Río Mincio). Más que ciudad fortificada podemos hablar de fortificación con ciudad incluida. La potencia de los muros que guardan Peschiera pone de manifiesto la importancia del Garda como puerta de acceso a Italia desde la Cordillera desde tiempos de los romanos. Junto a la Iglesia de San Martino Vescovo (Piazza Ferdinando di Savoia) –siglo XV- puedes ver los restos de la antigua Arilica, punto fuerte de los romanos que controlaba el acceso al río (una vía de agua que permite el acceso al Valle del Po).
El casco histórico es una piña de viejas casas y pequeños palazzos enclaustrados entre las murallas y conectados mediante puentes. De los muros renacentistas hay que destacar las puertas de Verona (Via Venezia) y de Brescia (Piazzale Cesare Betteloni, 3) y de la visita a la ciudad hay que incluir como imprescindible el Palazzina Storica (Parco Catullo, 1), una vieja casona que guarda una colección de objetos y documentos de la Primera Guerra Mundial y el Museo de la Pesca (Piazza Ferdinando di Savoia, 5) con una interesante exposición sobre los modos de vida tradicional del lago. Y pasear. Y visitar los jardines y los bonitos muelles.
La Venecia del Lago: Sirmione.- La joya del Garda sin ningún tipo de dudas. A orillas del lago puedes ver castillos, villas renacentistas, viejos monasterios, pueblos encantadores… Pero ninguno con la potencia y belleza de la Península de Sirmione, una estrecha lengua de tierra de cuatro kilómetros que guarda un verdadero tesoro. A Sirmione la llaman la Venecia del Garda. Y no es nada exagerado. La entrada a Sirmione se hace a través del Largo de Goethe que termina en un pequeño puente levadizo capaz de ‘aislar’ la ciudad del resto de Italia. El Castello Scaligero di Sirmione (Piazza Castello, 34), una fortaleza del siglo XIV que fue construido por la familia Della Scala para proteger sus intereses y, de paso, tapar el camino hacia Verona. El Castillo cuenta con una dársena amurallada propia que servía para dar cobijo a una pequeña flota de guerra lacustre. Es uno de los castillos más lindos de ver del norte de Italia. La Puerta de Santa Anna della Rocca da acceso a un pequeño casco histórico precioso que alberga algunos palazzos (la Casa Callas es un centro cultural que puede visitarse -Piazza Giosuè Carducci-), grandes iglesias como Santa Maria Maggiore (Via Santa Maria Maggiore, 17) –siglo XIV- o pequeños oratorios divinos como Santa Anna della Rocca (Castello, 1). La oferta se completa con jardines, parques y hasta playas que se asoman al lago entre muros del Renacimiento.
De camino hacia el extremo norte de la península nos vamos encontrando varias cosas que ver que ponen de manifiesto la potencia patrimonial de este pequeño trozo de tierra. Empezamos con la Villa y el parque de María Callas (Via Caio Valerio Catullo, 7). El edificio sólo se puede ver por fuera, pero si puedes pasear por el parque y llegar hasta la orilla del lago para ver una pequeña poza de aguas termales que, en parte, explica lo que veremos un poquito más adelante. Pero antes de llegar al final del paseo hay que visitar San Pietro in Mavino (Via San Pietro in Mavino) un edificio que data del siglo VIII (aunque con reformas posteriores) y que exhibe bonitas pinturas murales del XIV. Para terminar nos damos una vuelta por la Villa Romana de la Grotte di Catullo (Piazzale Orti Manara, 4), una enorme casa palaciega del siglo I que, según la tradición, perteneció a la Gens Valeria, una de las familias más poderosas de la Verona romana. El complejo albera el Museo Arqueológico de Sirmione (Via Caio Valerio Catullo, 31) con piezas que abarcan buena parte de la historia de la península. Sirmione termina en la curiosa Playa de Jamaica.
El nacimiento de Italia entre viñedos.- Para amantes de la historia. A seis kilómetros al sur de Sirmione nos encontramos con una torre que señala el lugar donde tuvo lugar una de las batallas más importantes de la historia reciente de Italia. Este lugar se llama San Martino (acceso SP-13)y fue uno de los escenarios más sangrientos de la Batalla de Solferino (24 junio 1859) en la que una fuerza combinada de tropas piamontesas y francesas derrotó a los austriacos sentando las bases de la reunificación italiana. Aquí vas a encontrar un pequeño centro de información sobre la batalla y un osario donde se guardan los restos de combatientes de los dos bandos. Junto a la torre hay varias bodegas do de puedes probar los riquísimos vinos locales.
Garda y la Punta de San Vigilio.- El camino que lleva desde Peschiera del Garda hasta Garda (SR-249) conectando pequeños pueblos rivereños en los que hay muchas cosas que ver. Casi cada aldea tiene uno o varios grandes monumentos: el Castello Scaligero y la Dogana Veneta (una aduana del siglo XIV) en Lazise o San Nicolás y San Severo en Bardolino. Garda no cuenta con la monumentalidad de sus dos vecinas del sur pero es un lugar interesante con uno de los lungos más bonitos del lago (Passeggiata Garda). Y también buenas piezas históricas: como la Torre dell’Orologio (Corso Vittorio Emanuele, 12), que actuaba como atalaya defensiva, el Palazzo dei Capitani (Piazza Catullo, 14), un precioso palacio veneciano, o la pequeña pero coqueta Santo Stefano (Santo Stefano, 1). No dejes de subir hasta el Mirador de La Rocca para ver Garda y el lago desde las alturas.
Terminamos este primer paseo por el Lago di Garda en la Villa de San Vigilio (Punta San Vigilio desde SR-249), una imponente villa palaciega a orillas del lago que perteneció al humanista y abogado Agostino Brenzoni. Este palacio se construyó en el año 1500 y cuenta con unos espectaculares jardines con acceso directo al agua (Parco Baia della Sirena). Aquí vas a encontrar una bonita playa y un muellecito encantador a los pies de la villa: uno de los lugares más bonitos de todo el lago.
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