Al Palacio Sanssouci (Maulbeerallee) se le conoce como el Versalles alemán. Este impresionante palacio del siglo XVIII fue la sede del gobierno de Federico II de Prusia, un rey que pasaría a la historia como Federico el Grande al convertir al hasta entonces pequeño estado prusiano en una de las potencias militares y políticas de la Europa de su tiempo. Un ejemplo de déspota ilustrado que acometió numerosas reformas y sentó las bases de la unión de reinos que daría como resultado la creación del Imperio Alemán en la segunda mitad del siglo XIX. Sanssouci es un pequeño mundo en sí mismo; una especie de burbuja casi autosuficiente. Este enorme complejo se construyó en 1745 en una zona de viñedos a pocos kilómetros del centro de Berlín. Lo que iba a ser un lugar de retiro donde pasar los veranos, se convirtió en un palacio-museo de estilo barroco alemán repleto de obras de arte de genios como Tintoretto, Rubens o Caravaggio. El palacio, en sí, es pequeño y hasta sencillo. Pero a su alrededor se fueron construyendo grandes jardines, unos baños romanos, pabellones de caza, iglesias y capillas, una orangeríe al más puro estilo francés, varios belvederes y hasta un Molino Holandés (ya verás después la curiosa relación de esta ciudad con Holanda). Y el resultado es una maravilla del rococó centroeuropeo que está entre los grandes monumentos más visitados de Alemania.
Potsdam es a Berlín lo que Versalles es a París. Una ciudad creada por y para las élites gobernantes de la antigua Prusia que, tras la reunificación, se convirtió en sede del poder de la Alemania monárquica. La ciudad es mucho más vieja que la propia Prusia. Pero no pasó de pequeña ciudad con mercado hasta que un tal Federico Guillermo I de Brandenburgo, uno de los electores del Sacro Imperio, eligió la zona como lugar de caza y diversión a finales del siglo XVI. Ese fue el primer impulso. El segundo fue el llamado Edicto de Potsdam de 1685, por el cual se permitía la libertad religiosa atrayendo a gentes de toda Europa. Poco después el lugar ya era residencia de los reyes y reinas de Prusia. La capital estaba en Berlín, pero la corte siempre estuvo en Potsdam.
Una excursión desde Berlín.- La cercanía al centro de Berlín permite la opción de la visita de ida y vuelta en una jornada bien planificada. La primera ventaja es que se puede llegar aquí en tren de cercanías en menos de media hora (Línea S1 –Rosa-). La mejor opción si quieres empezar la visita por los palacios es bajarte en la Estación de Charlottenhof (una después de Potsdam central) y encaminarte de inmediato a la zona palaciega. Ya te hemos hablado del Palacio Sanssouci y algunas de las instalaciones que se encuentran más o menos cerca (estamos hablando de un gran complejo con cientos de hectáreas de extensión) pero el gran área de palacios alberga otros grandes edificios que se pueden visitar: el Palacio Charlottenhof, un ‘pequeño’ palacete neoclásico que sirvió de residencia para el heredero al trono desde 1826 y el Palacio Nuevo -1763-1769-, un enorme edificio construido por orden del propio Federico II el Grande después de la victoria prusiana en la Guerra de los Siete Años como muestra del poder de Prusia. Si Sanssouci es la residencia familiar e íntima del rey, Neues Palais (Palacio Nuevo) es la sede del poder del estado y escenario de representación del nuevo poder de Prusia en Europa. Su espectacular cúpula puede verse desde todo el ‘parque de Palacio’ y sus estancias son realmente fastuosas conformando un verdadero museo de artes decorativas que van mostrando el proceso de evolución de las artes suntuosas desde el siglo XVIII a los principios del XX. Visitando estos palacios y pabellones te puedes pasar el día entero… O más. De puerta en puerta.- Potsdam cuenta con su propia Puerta de Brandeburgo (Luisenplatz) que fue construida a modo de arco del triunfo en 1770 sobre una puerta anterior (la mandó a hacer Federico el Grande al modo de las puertas triunfales romanas para celebrar la victoria de Prusia en la Guerra de los Siete Años). Esta puerta es anterior a la de Berlín (la berlinesa la hizo el sucesor del Segundo Federico).
Pero la ciudad es mucho más que los palacios del llamado Parque Sanssouci. Quizás lo más curioso de esta ciudad sea el peculiar vecindario que se agolpa en torno a la Calle Mittelstraße. Aquí se encuentra el Barrio Holandés, una curiosidad que surgió gracias a la llegada de emigrantes holandeses contratados por el Rey Federico Guillermo para trabajar como artesanos cualificados en la ampliación de la ciudad y la construcción de nuevos edificios. Para que los trabajadores se sintiera como en casa ordenó construir 130 casas de ladrillo al más puro estilo holandés creando un pequeño barrio al que también se conoce como la Pequeña Ámsterdam. La Casa de Jan Bouman (Mittelstraße, 8) se ha convertido en un pequeño museo sobre la herencia holandesa del barrio (hasta hay tulipanes en el jardín trasero). Pasear por aquí es ir descubriendo detalles a la par de otras grandes construcciones como la Puerta de Nauen (Friedrich-Ebert-Straße), otra de las puertas históricas de Potsdam, o la Iglesia de San Pedro y San Pablo (Am Bassin 7), una maravilla de ladrillo que se construyó para los soldados y funcionarios católicos que trabajaban en la corte. Otra muestra de la libertad religiosa emanada del Edicto de Potsdam.
El otro gran núcleo monumental de la ciudad es Alter Markt (Mercado Viejo) que señala el lugar donde se encontraba el centro de la población antes de que se mudara aquí toda la aristocracia prusiana. Como sucede en todas las plazas del mercado de centro Europa, aquí se concentran el poder terrenal, religioso y económico de la ciudad. Más allá de su función como sede del mercado semanal, aquí puedes ver la sede del Palacio de la ciudad –Ayuntamiento- (Alten Markt 1), la Iglesia de San Nicolás (Alten Markt, sn) y el Palacio Barberini (Humboldtstraße 5-6) otra de las muchas residencias reales de la ciudad reconvertidas en museo (además de una gran colección de obras de arte puedes ver una zona dedicada al célebre naturalista Alexander Von Humboldt que escribió aquí su obra más conocida: Kosmos). Aquí también se encuentra el Museo de Potsdam (Alten Markt, 9) dedicado a la historia de la ciudad.
Potsdam y el cine.- Otra curiosidad de este lugar repleto de museos y palacios es su relación con el séptimo arte. Aquí se instalaron en 1911 los Estudios Babelsberg (August-Bebel-Str. 26-53), los más grandes de Europa y la gran meca del cine alemán (con la famosa UFA a la cabeza). Aquí se produjeron las mejores películas del expresionismo germano con figuras de la talla de Fritz Lang y dieron sus primeros pasos mitos como Marlene Dietrich o Heinz Rühmann. Y también, todo hay que decirlo, fue el epicentro de la propaganda nazi. Hoy los estudios siguen en funcionamiento y puedes darte una vuelta por ahí y ver espectáculos y atracciones relacionadas con el séptimo arte. Pero en la ciudad también está el Museo del Cine (Breite Strasse, 1) que no sólo tiene una colección brutal sino que está en un edificio barroco divino.
Fotos bajo Licencia CC: Tim Schneider; Jörg Weingrill; michael_jeddah; Sergiy Galyonkin; Thomas Quine; Andy Hay; Udo Schröter