El genial escritor francés Henry Beyle, conocido por su pseudónimo Stendhal, dedicó más de diez meses en hacer el ‘trabajo de campo’ para su espectacular Paseos por Roma, para nosotros uno de los mejores libros de viaje clásicos de todos los tiempos. Diez meses; nada más y nada menos. Cuarenta semanas de paseos, visitas, charlas, recreo… Casi un año para hacer una minuciosa disección de una de las ciudades más fastuosas y hermosas del mundo. El viajero del siglo XXI rara vez puede dedicar más de tres o cuatro días (con mucha suerte) a sus viajes y escapadas. A tiro de línea aérea de Low Cost desde casi cualquier sitio de Europa, una escapada a Roma es siempre una oportunidad de recrearse en la belleza. Nosotros ya hemos tenido la oportunidad de viajar muchas veces a lo largo de estos últimos años y cada vez que volvemos descubrimos cosas nuevas. La capital romana no es especialmente grande, pero es tan densa en cosas que ver que la gran mayoría de sus atractivos queda fuera de la primera, la segunda y hasta la tercera visita. Un ejemplo de lo que decimos es el Quartier Coppede, un barrio monumental del siglo XIX que en cualquier lugar del mundo sería una de las principales atracciones locales. Tampoco dan los días para meterse en las entrañas romanas para ver esa enorme colección arqueológica de la que pocos lugares pueden presumir.
Pero siempre hay una primera vez. Y esa primera vez tiene que ser lo suficientemente exhaustiva como para volver a casa con la sensación de conocer el lugar. El último viaje que hicimos lo dedicamos a probar estos tres paseos aprovechando que íbamos de guías aficionados de viajeros que se estrenaban en el destino. Y podemos decir que nos dio tiempo a ver todo esto que te pasamos a detallar y bien visto. Eso sí, hemos prescindido de los museos (a excepción del Vaticano) y lugares apartados (como la visita a la Vía Appia , por ejemplo). Así que parafraseando a Stendhal nos lanzamos a recorrer Roma a pie en tres rutas que, pretendemos, sirvan de ayuda para los que se enfrentan, por primera vez, al reto de tratar de conocer esta ciudad alucinante desde todos los puntos de vista. El secreto para que dé tiempo a verlo todo es levantarse temprano y usar el transporte público para llegar cuanto antes a los puntos de partida. En cada uno de los mapas puedes ver los puntos sugeridos e información sobre paradas de metro, autobús y tranvía.
RUTA 1: LA ROMA IMPERIAL Y UN POQUITO MÁS
Nosotros nos alejamos en un pequeño y precioso apartamento de la Vía Cavour, un lugar ideal para recorrer gran parte de la ciudad a pie. Es recomendable iniciar el paseo lo más temprano posible, teniendo en cuenta que las iglesias de Roma abren a las 7.00 de la mañana. Por eso nosotros iniciamos nuestro paseo dándonos una vuelta por la Basílica Papal de Santa María Maggiore (Dirección: Plaza de Santa María Maggiore), una de las siete grandes iglesias de la ciudad (Metro Líneas A y B, parada Termini; Tranvía Líneas 5 y 14, parada Farini; Autobuses líneas 16, 71, 75, 105, 714 y 717). Es una de las maravillas de la ciudad. Fastuosa. Desde sus techos recubiertos de oro a los mosaicos. Este lugar es importante por varias razones. La primera es que su planta basilical es idéntica a la de la iglesia que la precedió (lo que la convierte en uno de los pocos ejemplos de arquitectura paleocristiana de la capital) y la segunda es que en sus sucesivas remodelaciones y mejoras se intentó ser lo más ‘fiel’ posible a esos orígenes que entroncan, de manera directa, con la vieja Roma: este lugar fue, antes de iglesia cristiana, un templo dedicado a la Diosa Cibeles. Desde aquí bajaremos caminando por la Vía Paolina y la Vía Sforza (paralelas a Cavour) para llegar a la Basílica de San Pietro in Vincoli (Dirección: Piazza di San Pietro in Vincoli, 4; Tel: (+39) 06 9784 4952) que guarda una de las obras maestras de la escultura universal: el Moisés esculpido por Miguel Ángel. Dos platos fuertes nada más empezar.
Si hemos empezado a caminar a las 8.00 de la mañana, serán poco más de las 9.30 cuando estemos bajo las arcadas del Coliseo (Dirección: Piazza del Colosseo, 1). Para evitar las colas (de hasta una hora) conviene sacar las entradas por anticipado que también dan acceso al Foro y al Monte Palatino. Este espectacular estadio con capacidad para más de 50.000 espectadores se construyó en el siglo I y pese a los expolios y destrozos sigue siendo uno de los grandes monumentos del mundo. La visita suele durar entre una hora y media y dos horas. Merece la pena sacar la audio guía para descubrir todos los secretos de un edificio sencillamente imponente; es útil para poder interpretar el edificio, aunque deja mucho que desear a la hora de explicar todo el fenómeno de la lucha de gladiadores (aquí gana por goleada el Anfiteatro de Nimes, en Francia). Nosotros cada vez que vamos a Roma repetimos; no podemos resistirnos. ¿Merece la pena ver los subterráneos? Sí. Es un tiempo muy bien invertido.
Junto al Coliseo se encuentra el Arco de Constantino, un adelanto de lo que nos espera. El Foro Romano y el Monte Palatino (Acceso por Vía Sacra desde Coliseo) acumulan el mayor y más espectacular conjunto de restos de la antigua Roma de toda la ciudad. Explorar a fondo este enorme yacimiento arqueológico requiere de muchas horas. Nosotros, en una primera visita, recomendamos recorrer el foro de norte a sur y limitar la visita del Monte Palatino a dos espacios: los miradores –para ver todo el Foro desde las alturas- y en el Antiquarium del Palatino. En una hora y media podemos salir junto a los Foros Imperiales y caminar hasta Piazza de Venecia deteniéndonos en joyas como el Foro de Trajano y la Columna de Trajano, un espectacular ‘comic’ en piedra que narra la victoria del Emperador Trajano sobre los dacios.
La Vía Margana es una puerta excelente para adentrarse en el laberinto del Ghetto, antiguo barrio de los judíos y, hoy, uno de los lugares más encantadores de la ciudad. Además es un muy buen lugar para detenerse a comer para retomar fuerzas. Hay buenos lugares, y baratos, en el entorno de la Fuente de las Tortugas. Desde aquí callejeamos hacia el sur hasta encontrarnos con los restos del Teatro de Marcello (Dirección: Vía del Foro Piscario) y, siguiendo la Vía Luigi Petroselli, los templos romanos de Portuno y Ercole Vincitore, de los mejor conservados de la ciudad. Justo en frente de estos dos templos de época imperial se encuentra la iglesia románica de Santa María in Cosmedin (Dirección: Piazza Boca de la Veritá, 18), dónde se encuentra la famosa Boca de la Veritá. No dejes de entrar a la iglesia. Es una de las más antiguas y bonitas de toda la ciudad.
Si has sido comedido en tu visita, deberán ser entre las cuatro y las cinco de la tarde. Aún puedes ir caminando hasta la Via Della Greca y tomar ahí la línea de buses local número 628 destino Baronio (procura quedarte del lado del conductor para ver desde las ventanillas el Circo Massimo) y bajar un par de minutos después junto a las imponentes Termas de Caracalla (Dirección: Via delle Terme di Caracalla, 52; Horario: L 9.00-14.00 MD 9.00-18.30) otro de los edificios que, aunque hoy totalmente en ruinas, da una idea de lo imponente de la civilización romana. UN LUGAR QUE CASI NADIE VISITA.- La Domus del Celio (Clivo di Scauro, sn; Tel: (+39) 06 060606) se encuentra muy cerca de las Termas de Caracalla y es una de las pocas domus romana (casas privadas) que pueden visitarse. Sorprenden los frescos y la monumentalidad de las habitaciones. La casa está justo debajo de la Basílica de San Juan y San Pablo.
RUTA 2: LOS TESOROS VATICANOS Y EL TRASTEVERE
Para garantizarse la entrada a los Museos Vaticanos (Acceso: Viale Vaticani sn; Tel: (+39) 06 69884676; Horario: L-S 9.00 – 16.00) conviene ir temprano y tener en cuenta que los domingos están cerrados. La mejor manera de acercarse, desde la zona de Cavour es a través de la Línea A del metro con parada en Ottaviano o Cipro (o líneas de bus 49, 32, 81, 982, 492 y 990). Como sucede con otros lugares de Roma, una visita pormenorizada a todos los tesoros vaticanos llevaría días. Hay un recorrido corto que permite ver lo más importante, como el Museo Egipcio, las impresionantes salas dedicadas a la escultura –babeamos con el Laocoonte-, la galería de los mapas y la indescriptible Capilla Sixtina. Pagar el extra de la audio guía es más que recomendable, sobre todo para descubrir los detalles que se esconden en la capilla. Con tres horas y media en el museo es más que suficiente (si vas a ver lo más importante). Tomar algo en la cafetería es muy barato. Nosotros, esta vez, llegamos muy temprano, hicimos la cola, entramos en el primer turno y desayunamos en los museos por menos de tres euros por persona. SECRETO, SECRETITO.- Hay una puertita pequeña en el lado derecho de la Capilla Sixtina que da acceso directo a la Basílica San Pedro. Eso te va a ahorrar un buen tramo de camino y colas para volver a entrar en el complejo (en teoría es sólo para grupos, pero no suelen decir nada). Eso sí, si quieres tomar este atajo no puedes ir con la audioguía. El templo católico más importante del mundo y un compendio maravilloso de arquitectura, pintura y escultura que trasciende lo religioso. No es mal plan pagar los ocho euros que cuesta subir hasta la cúpula. Las vistas sobre Roma son impresionantes. Lo de la necrópolis papal no le hemos hecho así que no te podemos decir si merece la pena o no.
Si nos has hecho caso, tendrías que salir de la basílica sobre las dos de la tarde. Te recomendamos seguir por la Via della Conziliacione hasta el Castillo de San Ángelo (Dirección: Lungotevere Castello, 50; Horario: MD 9.00 – 19.00), antiguo mausoleo del emperador Adriano reconvertido por los papas en fortaleza en la Edad Media. Junto a la fortaleza puedes tomar la línea 23 con destino Pincherle/Paravano hasta Lungotevere degli Anguillara (siete paradas) y de ahí internarse por las calles encantadoras y sugerentes del Trastevere . Más allá de darse el gusto del callejeo sin rumbo, hay que visitar la preciosa Basílica de Santa María del Trastevere (Dirección: Piazza Santa María in Trastevere, sn; Tel: (+39) 06 581 4402; Horario: LD 7.30 – 21.00), joya del románico con fabulosos mosaicos y subir hasta San Pietro in Montorio (Dirección: Piazza San Pietro in Montorio, 2; Tel: (+39) 06 581 3940; Horario: LD 8.30 – 12.00; E-mail: sanpietroinmontorio@libero.it), desde dónde se ven espectaculares vistas sobre el barrio y la orilla opuesta del Tíber. También hay que aprovechar la ocasión para pasar por la Isola Tiberina (Isla Tiberina), donde se construyó, sobre los cimientos del antiguo templo al dios Esculapio (patrón de la medicina), la Iglesia de San Bartolomeo Iglesia de San Bartolomeo (Dirección: Piazza di San Bartolomeo all'Isola, 22; Tel (+39) 06 687 7973; Horario: LS 9.30 – 13.30 y 15.30 – 19.30 D 9.30 – 13.30) y dejar que caiga la noche para cenar en alguno de los animados restaurantes del barrio. El tranvía es una buena opción para volver a la zona de Termini Cavour al finalizar el día.
RUTA 3: ROMA MONUMENTAL
Temprano, temprano… Esta tercera ruta que te proponemos es de carácter circular con salida y llegada en el mismo lugar. Y conviene ir temprano para poder aprovechar el tiempo y, sobre todo, poder ver una de las maravillas de Roma sin las típicas aglomeraciones. Empezamos en la estación de Metro de Barberini (Línea A –Naranja-). Ahí mismo ya tienes varias cosas que ver. La primera es la Fontana dei Tritone, una de esas fuentes monumentales maravillosas que hay por toda la ciudad. Y casi sin moverte de ahí tenemos el Mitreo de Barberini (Via delle Quattro Fontane, 11), un pequeño templo subterráneo dedicado al Dios Mitra que es de los lugares más auténticos (y desconocidos) de toda la ciudad. Pero si queremos ver este pequeño templo romano subterráneo decorado con pinturas murales espléndidas hay que esperar un poco: porque hay que llegar rápido hasta la Fontana de Trevi para intentar verla con poca gente (nosotros una vez la vimos sin nadie). El primer día visitamos la Roma Imperial y el segundo la eclesiástica y el Trastévere. Hoy nos dedicaremos a la Roma del Renacimiento y del Barroco, aunque con incursiones por la ciudad clásica (con la obra cumbre de la civilización romana), la medieval y la más reciente.
Trevi. Poco que decir. Es el remate de un antiguo acueducto (Aqua Virgo), una de las principales vías de abastecimiento de la ciudad hasta la caída del Imperio tras el asedio y saqueo del año 476. Los acueductos se desmoronaron y los romanos tuvieron que excavar pozos o nutrirse del Tíber. El Renacimiento no sólo recuperó estas viejas infraestructuras hidráulicas: también la costumbre romana de rematarlos con grandes fuentes de carácter monumental. Y aquí, ya en pleno periodo barroco, se les fue la olla. La fuente, con más de 40 metros de frente, es un alarde de ingeniería hidráulica y artística que comprende más de 300 años de obras, modificaciones y añadidos. La configuración actual data del siglo XVIII.
Camino de la Plaza de España.- Seguimos hacia la célebre Plaza de España, uno de los epicentros patrimoniales y monumentales más impresionantes de la capital italiana. Antes, pasa unos minutos por la Basílica de Sant'Andrea delle Fratte (Via di Sant'Andrea delle Fratte, 1) y alucina con su interior. Plaza de España… Es un destino en sí misma: la columna de la Inmaculada Concepción; la Embajada de España; la Fontana de la Barcaza; las Escalinatas que suben hasta Trinita dei Monti; el Obelisco de Salustiano; la propia Iglesia de Trinita dei Monti… Esta zona es un ejemplo magnífico de lo que es Roma. Es una acumulación casi pornográfica de arte y belleza que se manifiesta a través de grandes edificios y espacios urbanos (como la propia Plaza de España) y de detalles como la modesta Fontana dei Babuino (Via del Babuino esquina con Gresi). Esta pequeña fuente representa al sátiro Sileno, ser mitológico que ejerció de padre del Dios Dionisio, divinidad del vino y los excesos; pero los romanos lo rebautizaron como babuino por su forma grotesca y simiesca. Y en este lugar en apariencia sencillo, podemos rastrear una de las historias más fascinantes de Roma: la de las fuentes parlantes. Aquí los romanos dejaban poemas burlescos y satíricos en los que se ridiculizaba al poder establecido. Una maravilla.
Bajamos hasta la Piazza del Popolo. Otro lugar impresionante rodeado de iglesias repletas de importantes obras de arte. El Popolo fue, durante siglos, el extremo norte de la ciudad. La Porta del Popolo servía para salir del recinto amurallado y aún hoy es más que aconsejable pasar bajo sus arcos (muy poca gente lo hace) y caminar unos metros junto a los prodigiosos muros de Roma (Viale del Muro Torto). Como sucede en Plaza de España, hay mucho que ver. Verlo todo es imposible (en la Basílica de Santa María del Popolo está, por ejemplo, La Crucifixión de San Pedro, de Caravaggio). Desde aquí, por ejemplo, se accede a la famosísima Villa Borghese, uno de esos palacios a extramuros repletos de obras de arte que tanto abundan por aquí. ¿Merece la pena ir? Es una pasada de sitio y sólo los jardines ya son alucinantes, pero visitar la villa son, mínimo, tres horas. Por eso recomendamos callejear y ver para ‘intentar llevarte a casa’ lo más posible.
Un ejemplo es lo que nos queda a tiro de piedra de la famosísima Vía del Corso, una de las calles romanas más famosas y exclusivas: si vas hacia el lado del Tíber tienes lo que para nosotros son dos imprescindibles: el Mausoleo de Augusto (Piazza Augusto Imperatore) y el Ara Pacis (Lungotevere in Augusta), una de las grandes obras de arte de la época clásica (para muchos estudiosos es la obra cumbre de la escultura romana). Y un poco más adelante uno tiene que estar atento para no pasar de largo del impresionante Palazzo Montecitorio (Piazza di Monte Citorio) el gran edificio barroco de Lorenzo Bernini que hoy sirve de sede del Parlamento Italiano. Y ahí junto a la fachada tienes el Obelisco de Montecitorio (Piazza di Monte Citorio) y la Columna de Marco Aurelio (Piazza Colonna). Desde Popolo sólo hemos caminado 1,3 kilómetros: 15 minutos andando.
De la gloria de Roma a la gloria de Italia.- Tardecita. Un buen momento para hacer otra de las visitas que no se deben dejar de lado en cualquier viaje a Roma: no importa si es el primero, el segundo, el tercero o el cuarto: El Panteón (Piazza della Rotonda). Este templo dedicado a todos los dioses (Pan Theos) es la obra cumbre de la arquitectura antigua; un alarde que tardó muchos siglos en ser superado y que aún hoy asombra. Vete a la hora de comer o un poco después: es cuando menos gente hay. En los alrededores de este edificio también se arremolinan los lugares de interés. Uno de nuestros preferidos es la Iglesia de Santa Maria Sopra Minerva (Piazza della Minerva, 42), la única iglesia de estilo gótico que queda en la ciudad. Y junto a la entrada tienes el llamado Pulcino della Minerva, un elefante de piedra esculpido por Bernini que soporta un obelisco egipcio. Otra maravilla. Y van no sé cuantas. Y lo que queda, porque hay que ir, literalmente a los tiros.
En Piazza Nabonna se acumulan las fuentes monumentales que adornan un espacio singular en el que los edificios y las iglesias (con Sant'Agnese in Agone como protagonista indiscutible) fueron cubriendo las gradas de un antiguo circo romano (hipódromo). En el extremo sur tenemos la Fontana del Moro, en el norte la Fontana de Neptuno y en el centro, bajo la cúpula de Santa Agnese, otra de las incontables maravillas romanas: la Fuente de los Cuatro Ríos, una alegoría de los cuatro grandes ríos del planeta (Danubio; Ganges; Nilo y La Plata) elaborada por el incansable Bernini que sirve, a su vez, como soporte de un antiguo obelisco egipcio. Es una de las grandes obras maestras de la escultura universal. Y verla impresiona. Desde aquí pasa por el Campo dei Fiori para ver como empiezan a encenderse las primeras luces y, siguiendo la Vía Florida (que pasa junto a las ruinas romanas del Largo di Torre Argentina) llegamos hasta la Plaza de Venecia justo para ver como anochece en lo alto del Monumento a Víctor Manuel II. Fin de fiesta por todo lo alto con una de las mejores vista de toda Roma.