Las costas de la Bretaña francesa son uno de los escenarios naturales más bellos de todo el litoral europeo. Los estuarios de grandes ríos como el Selune o el La Rance se intercalan con extensísimos arenales y zonas de cantil que las vivisimas mareas que se producen en estas latitudes convierten en un verdadero espectáculo de bajamares intensas y pleamares violentas. Entramos en la región de Armórica, un lugar que para los franceses significa magia y tradiciones milenarias. Es la tierra de los grandes menhires, la tierra de los bosques encantados donde persisten las viejas leyendas de druidas y galos irreductibles. Es la tierra de la música tradicional más bella e intensa del país. En este contexto de acumulación de maravillas se encuentra la ciudad de Saint Malo, uno de los grandes puertos históricos del país vinculado a una de las actividades más singulares y controvertidas de la navegación: el ejercicio del Corso. Corsarios, que no piratas.
La Demeure de Corsaire -Residencia del Corsario- (Rue d'Asfeld, 5) es un magnífico edificio del siglo XVIII construido por François – Auguste Magon de la Lande, un armador y corsario del rey que se hizo inmensamente rico atacando los barcos de los enemigos de la corona. Hoy esta casona que se convirtió en cárcel después de la revolución, en edificio de apartamentos y hotel hasta convertirse en un museo en el que, a través de la historia de los corsarios, se hace un recorrido por la historia de la ciudad. Pinturas, artes decorativas, maquetas de barcos, instrumentos navales, mapas… Una gozada para los que gustan de estas cosas de la mar. Entre los siglos XVI y XVIII este fue una de las principales bases corsarias de la corona francesa. Desde aquí partían los barcos que acosaban el tráfico marítimo de los enemigos de Francia: Inglaterra, España, Holanda… Las alianzas, contra alianzas, guerras, paces… La actividad del Corso trajo una gran cantidad de riquezas a una ciudad que se llenó de grandes casonas y edificios religiosos fastuosos.
Pero Saint Malo ya era un puerto de importancia antes de que los corsarios la convirtieran en su base atlántica más importante. Antes de la edad de oro del Corso la ciudad ya contaba con una sólida muralla que data de la Edad Media y que aún sigue siendo, con casi dos kilómetros de largo, una de las más espectaculares del país. Recorrerlas es una de las cosas que hay que hacer sí o sí durante la visita. Y varias veces. Durante la marea baja para ver los enormes bajíos arenosos y los charcos que se forman en la costa y durante la marea alta para sentir como el mar bate los muros. Muros adentro la ciudad es una especie de Manhattan de la Edad Moderna con edificios altos que ocuparon la práctica totalidad de la plaza durante la edad de oro de los corsarios.
La Puerta de San Vicente (Av Louis Martin) es la mejor de las opciones para ingresar a la ciudad intramuros. Aquí se acumulan varios puntos de interés articulados en torno al Quay de San Vicente, uno de los puertos históricos más importantes de la localidad. Frente a los muros de la ciudad puedes ver el Castillo de la Duquesa Anna (Pl. Chateaubrian, 9) una fortificación de principios del siglo XV que fue sede de los duques de Saint Malo hasta la Revolución Francesa. El castillo alberga una interesante exposición sobre la historia de la ciudad con especial protagonismo de su vinculación con el mar. Y justo en frente del castillo puedes visitar L’Étoile du Roy (Quai Duguay-Trouin, 17), la reproducción de una fragata de principios del XVIII que te transporta a los tiempos en los que los corsarios del rey sembraban el terror en el Canal de la Mancha. Este barco sale a la mar algunos días y es posible embarcarse.
La figura de François-René de Chateaubriand.- El vizconde de Chateaubriand nació en Saint Maló en 1768 y fue testigo y protagonista de los tumultuosos años que precedieron y siguieron a la Revolución Francesa convirtiéndose en una de las figuras más notables de la resistencia al cambio revolucionario. Pero más allá de su participación en política (llegó a ser ministro tras la restauración monárquica) Chateaubriand también es el fundador del romanticismo literario francés. La Casa Natal del escritor (Rue Chateaubriand, 3) es hoy un museo que indaga en la figura del personaje, toda una celebridad en la ciudad. Ya dentro del casco histórico hay que señalar, como puntos de interés, varios lugares como la Plaza des Frères Lamennais o la Catedral de San Vicente (Jean de Chatillon, sn) una de esas joyas medievales que tanto abundan por estas tierras. Estamos ante una gran catedral del XII que es un buen ejemplo de la convivencia del románico y el primer gótico en sus naves, capillas y claustros.
Playas y mucho más.- La costa que rodea Saint Malo es de gran belleza. En plena ciudad puedes dar paseos playeros espectaculares en arenales como du Mole o L’éventail donde vas a compaginar acercarte al mar con la visita a las murallas y baluartes de la ciudad. Un poco más lejos está la Playa des Bas Sablons, pero el paseo merece la pena para acercarse al Fuerte de de la Cité D’Alet (All. Gaston Buy, sn), una fortificación del siglo XVIII que fue convertido en un búnker de hormigón durante la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial. Este lugar se ha convertido en uno de los muchos memoriales 39-45 que hay por las costas de la Bretaña y Normandía. Aquí puedes ver una exposición sobre la guerra y la ocupación a parte de visitar las fortificaciones construidas por los alemanes para proteger la costa.
Una excursión hasta el Monte de Saint Michel.- El icónico Monte de Saint Michel se encuentra a 54 kilómetros del centro de Saint Malo así que es una excursión más que recomendable si estás por estas tierras de Armórica. Saint Michel es uno de los iconos históricos y patrimoniales de toda Francia. Los orígenes de esta abadía se remontan a las mismísimas raíces del cristianismo en Europa pero lo que puedes ver hoy parte del siglo X siendo uno de los mejores ejemplos de los estilos Carolingio, Románico y Gótico de toda Francia. Una maravilla que atrae a millones de visitantes al año. Lo patrimonial se une con lo natural. Estamos en uno de los estuarios naturales más grandes de Europa y también el escenario de las mareas más amplias del continente. El resultado es un baile de aguas en las que el monte y su abadía quedan al seco o rodeadas de agua cada seis horas. Un consejo.- Ver Saint-Michel de noche con la silueta de la abadía reflejada en el agua es un espectáculo sublime.
Visitar Dinan, la joya medieval de Armórica.- Dinan se encuentra a menos de 30 kilómetros de Saint Malo por lo que es un lugar muy fácil de visitar desde la ciudad de los corsarios. Aquí no vas a encontrar grandes monumentos de fama nacional pero si un casco urbano muy bien conservado donde abundan las típicas casas con trama de madera y los viejos palacios de piedra. Aquí también puedes ver una muralla muy bien conservada, una basílica gótica, un castillo…
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