La costa de Croacia se ha convertido en los últimos tiempos en una de las mecas viajeras del Mediterráneo. El Adriático es uno de los pocos lugares del Mare Nostrum que aún no sufre los rigores de la sobre explotación turística. Un lugar dónde aún pueden encontrarse grandes extensiones de litoral intacto y ciudades y pueblos sin los horrores urbanísticos de otras partes del sur europeo. Split es un buen ejemplo de lo que se puede encontrar en este país. Aunque estamos ante la segunda ciudad más grande del país, Split no ha perdido ni un ápice de su carácter casi pueblerino. Primero porque es relativamente pequeña (poco más de 200.000 habitantes) y segundo porque ha conservado intacto la mayoría de su patrimonio histórico, cultural y natural. Cuenta con uno de los cascos viejos mejor conservados de Europa (con joyas que envidiaría la mismísima Roma y no exageramos) y sus alrededores ofrecen playas más que buenas y espacios naturales que se han mantenido a salvo de la codicia inmobiliaria.
Split nació como lugar de descanso. Diocleciano nació muy cerca y eligió este puerto natural protegido por una pequeña península para construir un palacio de descanso a finales del siglo III. El emperador abdicó de su cargo en el año 305 y se retiró a este lugar de la costa dálmata para pasar sus últimos años. El germen de Split fue el propio palacio, los barracones de la guarnición que protegía al ex dirigente y todas las dependencias anexas. Un conjunto palatino que aún sigue en pie y es de los pocos edificios de la época imperial que se mantienen en pie en nuestros días. El Palacio de Diocleciano Palacio de Diocleciano (Iblerov trg, 10; Tel: (+385) 1469 9333; E-mail: info@htz.hr) es el monumento más importante y espectacular de la ciudad.
En su origen, el palacio era un enorme complejo cuadrangular estancias y dependencias delimitado por murallas. La magnitud del sitio aun puede verse en los muros que afloran en grandes tramos y sus cuatro puertas (de la plata, del oro, del hierro y del bronce). La calle que media entre las puertas de la plata y el hierro (la decumanus –calle este-oeste) dividía el recinto en dos mitades: al sur se encontraban las estancias palatinas de la residencia imperial y al norte las dependencias de servicio y militares. Hoy los restos de aquella ciudad en miniatura (podía albergar a unas 10.000 personas) se mezclan con las casas formando un bonito laberinto en el que lo romano se confunde con lo medieval. Un ejemplo claro es la Catedral de San Diomo (Ul. Kraj Svetog Duje, 5; Tel: (+385) 2134 5602), que se construyó sobre el mausoleo del propio emperador. En torno al actual templo se encuentran otros restos de la casa de Diocleciano: restos de mosaicos, el Triclinium -comedor-, viejas galerías abovedadas, las bodegas, las imponentes columnatas y fachadas clásicas del peristilo del palacio –aquí el patio se convirtió en plaza-.
Las viejas piedras afloran por todos lados. El Templo de Júpiter (Ul. Kraj Svetog Ivana, 2; Tel: (+385) 2134 5602) es el mejor ejemplo de la integración de la antigua ciudadela en la Split actual. Sólo en Armenia, Nimes –sur de Francia- y en el Panteón romano vimos un templo romano mejor conservado que este. El edificio se construyó a inicios del siglo IV y se reconvirtió en el baptisterio de una iglesia. Este es uno de los rincones más alucinantes de la ciudad. Una verdadera puerta al pasado. Dos viejas esfinges egipcias potencian esos más de 1600 años a cuestas. Si quieres profundizar más en los entresijos de la vieja puedes darte una vuelta por el Museo de Historia de la Ciudad Museo de Historia de la Ciudad (PapaliÄeva, 1; Tel: (+385) 2136 0171) o el Museo Etnográfico Museo Etnográfico (Iza Vestibula, 4; Tel: (+385) 2134 4164) que solamente por ver el edificio –parte del complejo del Triclinium- en el que está merece la pena.
Hay vida más allá del complejo de Diocleciano. Una buena opción para visitar la ciudad a extramuros es salir por la Puerta del Bronce y caminar por el frente marítimo (la Riva) hasta la Plaza de la Fruta, antiguo mercado y corazón de la ciudad medieval. Aquí nos encontramos con el otro gran icono histórico de Split: la Torre Veneciana. Tras la división del Imperio Romano, la ciudad quedó vinculada a Constantinopla aunque con una gran autonomía. Venecia ocupó el lugar de la vieja Bizancio hasta casi el XIX, cuando pasó a manos austriacas tras las guerras napoleónicas. La herencia veneciana (e italiana) es enorme. La eslavización de la costa de Dalmacia es relativamente reciente (un proceso que empezó en 1813). La Calle Marmontova es otro de los lugares imperdibles del casco histórico a extramuros: una arteria peatonal repleta de casonas de aspecto noble y comercios. Siguiendo la prolongación de esta calle (que toma el nombre de Avenida Zrinsko Frankopanska) se encuentra el Museo Arqueológico Museo Arqueológico (Zrinsko Frankopanska, 25; Tel: (+385) 2132 9340) que está a la altura de la rica historia de la ciudad –si eres amante de la arqueología no te lo puedes perder-.
VISITAS A DOS PASOS DE SPLIT .- Un lugar interesante de ver sin salir de la propia ciudad es el barrio de Vranjic, un minúsculo peñón repleto de casas en medio del puerto. Otro imprescindible es el Parque Forestal de Marjan, un imponente bosque que ocupa el extremo oeste de la península en la que se asienta la ciudad. En este lugar hay algunos restos históricos interesantes (como una basílica bizantina), playas espectaculares (como la enorme Kasjuni o la diminuta Bene –ver mapa-) y hasta un museo de ciencias naturales. Si te gusta mucho visitar lugares históricos puedes aprovechar para visitar las ruinas de Salona ruinas de Salona, antigua ciudad de origen griego en la que nació Diocleciano, y un poco más lejos la imponente fortaleza de Klisfortaleza de Klis, un castillo medieval que se asienta sobre un fuerte romano anterior y ha sido escenario recurrente de la serie Juego de Tronos.
UNA EXCURSIÓN A LA ISLA DE BRAC.- Una buena parte de Brac se encuentra ya en Split. La famosa piedra caliza de color blanco de esta isla se usó de manera habitual para la construcción de palacios y casonas de las élites de buena parte del Mediterráneo oriental. El propio Palacio de Diocleciano está construido con este material precioso que se exportó hasta lugares tan lejanos como los Estados Unidos (esta piedra se usó en la construcción de la Casa Blanca) o Berlín (para el Reichstag, por ejemplo). Las canteras, que llevan milenios funcionando, se concentran en torno al pueblo de Nerezisca , en el interior de la isla. Aquí, los bosques de pinos se interrumpen para dejar al descubierto las entrañas blancas de la isla. Pero Brac es mucho más que su piedra. Es la tercera isla más grande del Adriático y tiene muchísimo que ver. El pueblo de Bol, en la costa sur, es el lugar preferido por los viajeros y viajeras. Aquí se encuentra el famoso Cuerno de Oro, una de las playas más bonitas de Croacia. El Monasterio Dominico de Bol (Andelka Rabadana, 4; Tel: (+385) 2177 8000) situado entre playas alucinantes, es otra de las joyas de este antiguo pueblo de pescadores que se ha convertido en una de las mecas de la costa croata.
La mayoría de los viajeros que llegan aquí desde el continente desembarcan en Supetar y cogen un taxi o el autobús (mucho más barato y casi igual de rápido) para ir a visitar Bol y su famoso cuerno de arena. Si te puedes permitir el lujo de quedarte aquí al menos dos días no dejes de visitar la impresionante sucesión de calas que se encuentran al sur de Milna, sube hasta lo alto del Vidova Gora (el punto más alto del Adriático) y conoce a fondo la propia Supetar u otros pueblos como Sumartin o Povjla.
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