El Bush es un ecosistema singular. La palabra alude al término anglosajón que se refiere al paisaje dominado por la masa forestal poco frondosa de tipo mediterráneo dominada por árboles dispersos y arbustos. En Nueva Zelanda, al contrario que en otros lugares del antiguo imperio británico, este término se usó para describir a los bosques nativos. Verdaderas selvas tupidas que dificultaron de manera importante la colonización por parte de los europeos (que imponen un dominio completo sobre el paisaje). Y ahí radica el meollo del término. Dicen que los afrikaners, colonos de origen holandés que ocuparon Sudáfrica, llamaban bosch a las zonas sin cultivar; y desde ahí pasó a Australia y Nueva Zelanda. El bush neozelandés es un verdadero laberinto impenetrable de grandes árboles (generalmente coníferas de gran altura), con un sotobosque denso en el que dominan los helechos y suelos cubiertos de musgo. Un verdadero paraíso natural, vamos.
La ciudad de Thames se encuentra a 120 kilómetros de la ciudad Aukland. Si vienes en coche desde la capital (por la State Highway 2 y, posteriormente, la Ruta 25) podrás recorrer una buena porción de la campiña domesticada que ocupa gran parte de la Isla Norte. Grandes granjas dedicadas a la cría de ganado que recuerdan a las enormes pampas argentinas. Thames es la puerta de entrada a un paisaje diferente. Un lugar dominado por ese bush del que te hablábamos con anterioridad. Una población enclaustrada entre la costa de un enorme estuario (del mismo nombre) y las montañas cubiertas de bosque nativo que dan acceso a la Península de Coromandel, la primera de las grandes sorpresas de los que se animan a hacer un 'road trip' por este país de fábula.
Playas impresionantes; bosques impenetrables con picos imposibles y cascadas de cuento; pueblos costeros enclavados en bahías que de tan bonitas parecen de mentira; rarezas como playas termales; paisajes que han formado parte de importantes producciones cinematográficas… La pequeña ciudad de Taiura es un buen lugar para establecer la base de operaciones. Es un lugar bonito, con muy buenas playas y una más que aceptable oferta de alojamientos para todos los gustos y bolsillos. Y, además, permite el acceso rápido a algunas de las grandes atracciones de la comarca. Pero antes de seguir adelante toma el camino de montaña que sube hasta Los Pináculos (Maramarahi Road desde la Ruta 25), uno de los puntos más altos de la comarca y un ejemplo brutal de lo que nos ofrece el destino. Bush. Lo oirás hasta la extenuación.
LA RUTA 309 HOT WATERS Y CATHEDRAL COVE.- Los dos fuertes de Coromandel son sus playas y sus importantes reservas de bosque nativo. Esta ruta circular que te proponemos (con salida y llegada a Taiura) tiene apenas 146 kilómetros y permite visitar algunos de los puntos más importantes de la península. Llamar carretera a la Ruta 309 es mucho decir. La pista forestal empalma con la Ruta 25 en un paraje llamado Kaimaraga. De ahí parte esta vía primeramente asfaltada y sinuosa que pocos kilómetros más adelante se interna (ya como pista de tierra pero en buenas condiciones) en el corazón de Egan Park, una de las porciones mejor conservadas de bush de la comarca. Aquí sobreviven algunas manchas de kauris, árboles nativos que a duras penas sobrevivieron a la tala masiva tras la llegada de los europeos. La ruta es bellísima y permite visitar interesantes hitos de carácter natural como Waiau Grove, uno de los bosquecillos de kauris mejor conservados de la isla –hay un sendero muy interesante-, y Waiau Falls, unas cataratas bonitas de ver. La 309 vuelve a encontrarse con la Ruta 25 cerca de la pequeña localidad de Coromandel, asentamiento de mineros que a finales del XIX dio nombre a toda la zona (hay un pequeño museo dedicado a la historia de los primeros colonos en la vieja escuela del pueblo). Permítete una parada y acércate a la costa para ver las playas de Byuna Bay y subir al pequeño tren de Driving Creek -es una atracción muy divertida- para disfrutar de las imponentes vistas que se disfrutan en Eyeful Tower.
La Ruta 25 vuelve a la costa del Pacífico atravesando otra buena porción de bush bien conservado que ocupa las partes centrales de la península (apenas la altitud se hace apreciable, el bosque vuelve a adueñarse del paisaje). En Whitianga hay un pequeño museo histórico (nada que destacar) y unas termas (The Lost Spring) que son famosas. También hay un pequeño embarcadero dónde puedes pasar a la otra orilla del estuario del Waiwawa y ahorrarte un buen puñado de kilómetros. En esta pequeña porción de costa que media hasta volver a Taiura hay dos puntos estrella: Cathedral Cove y Hot Water Beach. Cathedral Cove es uno de esos paisajes neozelandeses de cine. Y lo es literalmente porque esta preciosa playa repleta de verdaderas extravagancias geológicas ha salido en grandes producciones como las Crónicas de Narnia. Cuevas, arcos imposibles y peñascos con mil y una formas forman parte de un paisaje que puede disfrutarse desde la orilla o desde el mar (hay excursiones en barco que salen desde Whitianga y Taiura. La última parada de esta ruta propuesta es Hot Water Beach, un lugar dónde emergen aguas termales subterráneas justo a la orilla del mar. El clásico turístico del lugar es aprovechar la marea baja para excavar grandes pozas en la arena que, en minutos, se llenan de agua caliente.
UN PASEO HASTA FLETCHER BAY.- Si pasas más de una jornada en la zona (dos noches) puedes aprovechar para salirte del ring road (camino anillo) que plantea la Ruta 25 y escaparte hacia el extremo norte de la península. Antes de volver al pueblo de Coromandel sal de la ruta y visita la Playa de New Chums. Según las guías turísticas, ésta es una de las playas más bonitas de toda Nueva Zelanda. Esta parte de la península es aún más salvaje y agreste que la que queda al alcance de la ruta principal. El bosque nativo es el protagonista absoluto del paisaje y el bush llega hasta la misma línea de costa. Desde Coromandel, la Colville Road asciende hacia el norte mostrando paisajes que alternan el mar y la montaña. El premio gordo es llegar hasta Fletcher Bay, pero también hay recompensas brutales como Port Charles, una pequeña población que nos retrotrae hasta la época de los pioneros.
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