De ruta hacia Cape Reinga; guía del extremo norte de Nueva Zelanda

Desde el Cabo Reinga se puede ver como las aguas del Mar de Tasmania se unen con las del Pacífico formando una larga muralla de espumas que se pierde hacia el norte y mar adentro. Las corrientes que ascienden por las vertientes este y oeste de Teika a Maui (Isla Norte) chocan aquí formando un espectáculo único (hasta tienen dos tonos de azul diferente por las diferencias de temperatura). Según los Maoríes, este era el lugar en el que las almas de los difuntos abandonaban de manera definitiva este mundo. Desde un árbol Pohutukawa de más de 800 años de antigüedad saltaban y se sumergían en las aguas en busca del inframundo (Reinga significa subterráneo). Este lugar, que también es uno de los extremos norte de Nueva Zelanda –junto a North Cape-, tuvo un significado muy especial para la cultura local: aquí se unen Rehua (el mar hombre) con Whitirea (mar mujer). Nos explicaron que la identificación de este lugar, que mira hacia las regiones cálidas del Pacífico Sur, con la puerta del más allá no es más que un recuerdo del origen: un homenaje a esas islas lejanas desde donde partieron los maoríes, hábiles navegantes, para conquistar el océano más grande del mundo.

Desde Aukland, la gran ciudad que ejerce de capital oficiosa de Nueva Zelanda (la capitalidad política reside en la lejana Wellington –en el extremo sur de la Isla Norte-) hasta Reinga median algo más de 410 kilómetros por la Ruta 1 entre viejas ciudades, pueblos pesqueros, bosques densísimos y paisajes de infarto. Este camino (que algunos hacen en un día) es uno de los planes obligados de cualquier visita al país: y si tienes el tiempo necesario (tres o cuatro días) es también una muy buena oportunidad para sumergirse, por ejemplo, en la riquísima cultura ancestral maorí, una de las más fascinantes del mundo.

LOS ORÍGENES DE NUEVA ZELANDA.- La primera parada propuesta es Whangarei, una animada ciudad a 158 kilómetros de Aukland –poco más de dos horas de camino-. El centro es bonito y no es mala idea parar a tomar un café o un refresco junto al puerto deportivo. Pero hay mucho más: en la cima del Parihaka (una colina que se encuentra a tiro de piedra del centro urbano) hay una antigua aldea fortificada maorí (pa); las Cascadas Whangarei son lindas de ver; tampoco desmerece el Whangarei Quarry Gardens –un bonito jardín botánico con esculturas- y hay un interesante centro de interpretación centrado en el Kiwi. Siguiendo hacia el norte abandonamos la State Highway 1 en Kawakawa para seguir la Ruta 10 hacia Islands Bay. Aunque no tengas ganas visita los baños públicos de esta pequeña localidad: fueron la última genialidad del arquitecto austriaco Hundertwasser, que vivió aquí durante años. A pocos kilómetros de esta ciudad se encuentran las Cuevas de Waiomio (Waiomio Road, 49; Tel: (+64) 9 4040583) que no sólo son bonitas sino que, además, son el hábitat de unos curiosos gusanos luminosos (Glowworms) que crean una atmósfera irreal.

El fin de esta primera etapa propuesta es la pequeña ciudad de Paihia (227 kilómetros). En esta parte de la isla, la costa forma un gigantesco complejo de ensenadas, penínsulas y bahías que recibió el nombre de la Bahía de las Islas. Este lugar no es sólo uno de los paisajes litorales más bonitos de la Isla Norte sino, también, un punto clave para entender la historia moderna del país. Aquí se firmó el Tratado de Waitangi (febrero de 1840) entre varios jefes maoríes y los ingleses y que supuso la creación de Nueva Zelanda como país ‘independiente’ aunque bajo la protección inglesa: este fue el germen del país. Desde Opua puedes pasar en transbordador hasta el pequeño pueblo de Okaito, que durante un año ejerció como primera capital del país (los edificios más antiguos se encuentran en Okiato y la cercana Rosell) y a pocos kilómetros de Paihia se encuentra la propia Waitangi, lugar en el que se firmó el histórico tratado y que hoy alberga un más que interesante museo (Waitangi Treaty Grounds; Tel: (+64) 9 402 7437; E-mail: info@waitangi.org.nz) dedicado a la cultura maorí y la historia local (hay una canoa de guerra maorí espectacular entre otras muchas cosas).

Los alrededores de Paihia también tienen bastante que ver. El Lago Omapere no sólo es un lugar de gran belleza paisajística (enmarcado por varios volcanes cubiertos de verde); también jugó un papel importante en la cultura ancestral maorí y fue el escenario de una de las muchas batallas entre ingleses e indígenas que se sucedieron tras el Tratado de Waitangi. De camino puedes parar a ver las Cascadas de Haruru.

CAMINO HACIA EL NORTE.-  El Puerto de Mangonui es famoso en esta parte de North Island por su pescado frito al más puro estilo british. Pero también es un buen lugar para ver la costa y relajarse después de los primeros 82 kilómetros del día por la escénica Ruta 10, que corre en paralelo al litoral. Esta parte de la costa es preciosa con lugares en los que el agua entra en la isla formando grandes estuarios y playas kilométricas como Matauri Beach, otro de esos lugares especiales en los que se mezclan surfistas, delfines y viejas leyendas maoríes –para llegar hay que dar un rodeo bastante grande-. En Kaitaia la Ruta 10 vuelve a encontrarse con la State Highway 1 que ha enfila directo hacia el norte buscando Cape Reinga. Antes o después de visitar la meta de la ruta puedes parar en el gigantesco complejo de dunas de Te Paki, con verdaderas montañas de arena que culminan en Ninety Mile Beach, una de las playas más largas del mundo. De Reinga Cape ya te hablamos al inicio de esta pequeña guía de ruta. Es uno de esos lugares únicos que unen lo paisajístico y lo místico.

El regreso hacia Aukland nos reserva otro de los puntos estrella del viaje. Hasta el momento, la ruta se ha acercado a las manchas de bosque lluvioso casi rozándolas o cruzándolas en pequeños tramos de apenas unos kilómetros. La Ruta 12 atraviesa de lleno el Bosque de Waipoua, uno de los más extensos y mejor conservados de esta parte de North Island. El sendero de Tane Mahuta nos acerca, en apenas un par de kilómetros de suave caminata, a los kauris más grandes de Nueva Zelanda, imponentes coníferas gigantescas y longevas que forman bosques mágicos (el propio Tane Mahuta que significa ‘rey del bosque’ y las llamadas Four Sisters). Waipoua es uno de los rincones más bonitos del país. En las riveras del Wairoa podemos hacer una parada en el Museo de Dargaville, en el que se hace un recorrido por la cultura maorí y los primeros años de colonización europea, y subir al Pico Tokatoka desde donde puedes ver la vega del río justo antes de abrirse en su gigantesco estuario. Desde aquí a la gran ciudad apenas restan dos horas y poco de camino (157 kilómetros).

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