La Comarca de las Tierras Altas, en Tarragona, encajona al Río Ebro entre montañas y cortados. La zona es un verdadero paraíso natural. El terreno está marcado por sierras, barrancos, roquedos y tajos que obligan al caudal más grande de España a dar una enorme curva hacia el noreste antes de enfilar, en su tramo final, su camino hacia el Mediterráneo. Zona geográficamente escabrosa. En teoría sin demasiado interés en las comunicaciones internas de la Península más allá de servir de espacio vital para una veintena de pequeños pueblos. Aún así, el 25 de julio de 1938, un importante contingente de combatientes republicanos cruzó el río dando inicio a la batalla más larga y cruenta de la Guerra Civil; el objetivo de La República era crear un frente de desgaste que prolongara el conflicto hasta el hipotético estallido de la guerra en Europa. Hasta el 16 de noviembre, unos 198.000 hombres de ambos bandos se batieron en la zona dejando un saldo estimado de 16.500 muertos y 65.000 heridos. La batalla marcó para siempre a la comarca; dejó cicatrices y huellas imborrables. Una especie de estigma colectivo que duró décadas y que, hoy, se ha tornado en oportunidad y en ejemplo de recuperación de la memoria y el patrimonio.
“La batalla supuso y aún supone un trauma para el territorio más allá de la importancia histórica que tuvo para el conjunto del país”, señala David Tormo, director del Consorcio Memorial Espacios de la Batalla del Ebro. No es un punto de partida nada despreciable. Según el historiador, “la batalla supuso una involución total en la comarca; los pobladores se vieron condenados a volver a empezar de cero, un aspecto agravado por el propio contexto de penurias de la post guerra española”. Con dos años de cosechas perdidas y más del 70% de las edificaciones destruidas: “la gente volvió a sus casas y vio o que estaban destruidas o totalmente vacías”. Los hombres y mujeres de la comarca tuvieron que reconstruirla por entero; un hecho que ha calado en el imaginario colectivo y que ha convertido en “muy complicado” el trabajo del consorcio. Un aspecto que aún se dificulta más teniendo en cuenta que “las comarcas en las que se desarrolló la batalla son los lugares de Cataluña con mayor índice de represión ejercido por los dos bandos”.
Hasta hace poco más de una década, el único hito que conmemoraba la batalla era el monumento erigido por el Gobierno franquista en la localidad de Tortosa. Una estructura de acero de más de 25 metros de altura coronada por símbolos del bando nacional dedicado “a los combatientes que hallaron gloria en la batalla del Ebro”. Un paseo por los barrancos y quebradas de la comarca bastaba para darse cuenta de la magnitud del drama humano que se desarrollo en este escenario. Muros derruidos, restos de bunkers de hormigón, chatarra bélica, zanjas… “Nuestro primer objetivo”, señala Tormo, fue acercarnos al hecho con “rigor científico y equidistancia en el análisis; sin pararnos a valorar quienes eran los malos o los buenos”. El trabajo del Consorcio Memorial Espacios de la Batalla del Ebro ha cristalizado en la recuperación de una veintena de espacios históricos y la construcción de cinco centros de interpretación que sirven para ver y conocer, sobre el terreno, las causas, acontecimientos, estrategias y, sobre todo, el drama humano que supuso la campaña más larga de la Guerra Civil Española.
Una comarca en ruinas
La torre de la Iglesia de San Pedro sobresale entre un mar de escombros. Del Poble Vell (pueblo viejo) apenas quedan algunos muros en pie, pero la fachada del templo sigue erguida desafiando el tiempo. Como un símbolo de resistencia ante la barbarie. De resto, ruinas. Caminar por el esqueleto de lo que fue el emplazamiento originario de Corbera del Ebro da una idea bastante aproximada de la magnitud del desastre. Apenas quedan testigos presenciales de los hechos. 76 años son muchos años; la mayoría de los que aún recuerdan la batalla eran niños cuando el mundo se les vino encima a los 2.500 vecinos del pueblo. Hablan de bombardeos, de miedo, de hambre, de lo que supuso volver y ver que de sus vidas anteriores no quedaba apenas nada.
Corbera se mudó ladera abajo y hoy es un pueblo moderno que sigue el trazado de la N-420 (a 170 kilómetros de Barcelona y Zaragoza y 76 de Tarragona). Epicentro de la batalla y sede del Centro de Interpretación 115 días (Dirección: C/ Freginals, 18; Tel: (+34) 977 421 528; Horario: MS 11.00 – 14.00 y 16.00 – 19.00 D 11.00 - 14.00), una de los cinco instalaciones museísticas abiertas en la zona. A través de mapas, paneles, audiovisuales, reconstrucciones y restos de la batalla, se hace un repaso a los preparativos, tácticas, desarrollo y consecuencias de aquellos 115 días que cambiaron a la comarca para siempre. También en Corberá se encuentra La Trinchera (Dirección: C/ Ponent, 11; Tel: (+34) 977 42 06 62), una de las colecciones privadas más importantes de España de la Guerra Civil española, en general, y de la Batalla del Ebro en particular. Sin duda alguna, Corberá es el mejor punto de arranque de la visita al ‘teatro de operaciones’. A partir de ahí empezará un periplo más o menos intensivo en función del interés y las ganas del viajero.
Soldados a las Trincheras (Dirección: C/ Rossinyol, 8. Vilalba dels Arcs) explica el día a día de los soldados durante la batalla y las penalidades de la guerra de trincheras; Hospitales de Sangre (Dirección: C/ Major, 27. Batea) hace hincapié en la complicada logística sanitaria; Las Voces del Frente (Dirección: C/ Major núm, 4. Pinell de Brai) incide en las consignas propagandísticas de ambos bandos, testimonios directos y la imagen que la prensa difundió de la batalla a través de los corresponsales de guerra y, por último, Internacionales en el Ebro (Dirección: C/ Suñe, 3. La Fatarella) analiza el papel de las Brigadas Internacionales y la ayuda soviética, en el bando republicano, y los apoyos alemán e italiano al franquista durante todo el conflicto, así como la posición de las potencias democráticas europeas, que abandonaron a la República. En todos los casos, las distancias entre los diferentes pueblos no superan los 20 kilómetros (ver horarios de los centros de interpretación).
Aunque fuera de la infraestructuras del Consorcio, el espectacular Castillo Templario de Miravet (Dirección: C/ Camí del Castell s/n. Miravet (Ribera d'Ebre); Tel: (+34) 977 407 368; Horario: Del 16 de diciembre al 28 de febrero MD 10.00 - 16.00; Del 1 de marzo al 31 de mayo MD 10.00 - 17.30; E-mail: miravet.cultura@gencat.cat) jugó un papel fundamental en la batalla como centro logístico y de mando.
El teatro de operaciones
Lo verdaderamente novedoso de este proyecto turístico y cultural es la posibilidad de salir al campo y recorrer los mismos espacios en los que se desarrolló la lucha. “Cuando salimos a recorrer el territorio encontramos más de 200 lugares implicados directamente con la batalla”, comenta a Viajar Ahora David Tormo. La selección de los espacios a recuperar siguió varios criterios: “se eligieron en base a su accesibilidad, importancia o grado de conservación”, comenta. El resultado de este importantísimo trabajo de recuperación y puesta en valor se visibiliza a través de una veintena de localizaciones en los que se han reconstruido trincheras, se han restaurado búnkeres, se han habilitado puestos de observación, se han recuperado refugios antiaéreos... “La idea es que la gente pueda comprender lo que fue la batalla y para eso hay que dimensionar el proyecto para que no abrume al visitante; restaurar 130 trincheras no tiene sentido”, razona.
El esfuerzo ha valido la pena. Unos 10.000 visitantes se acercan cada año hasta la Comarca de las Tierras Altas de Tarragona a conocer esta parte de nuestra historia. “Al principio creíamos que el grueso del público serían los excombatientes, pero la franja más amplia se sitúa entre los 25 y los 65 años de edad; son personas que no vivieron directamente el conflicto”, señala Tormo. El historiador destaca que “en los últimos años, España ha vivido una especie de fiebre por conocer el pasado”. Y es lógico, añade. “La mayoría de los españoles tiene un familiar directo o indirecto que luchó en la guerra o fue represaliado; y la gente tiene interés en saber lo que pasó”, sentencia.
La selección de espacios visitables ha seguido un estricto criterio pedagógico e intenta dar una idea de todos los aspectos de la efeméride y no sólo los lugares donde se batieron los soldados cuerpo a cuerpo. Un ejemplo claro son las Casas Caídas de Pinell de Bray, un pequeño pueblo convertido en intendencia republicana que sufrió intensos bombardeos. El catálogo es grande y comprende puestos de observación, refugios, enclaves de avanzada, trincheras. El proyecto también ha preparado varias rutas temáticas que permiten abordar, en conjunto, los diferentes aspectos de la batalla: las zonas de retaguardia de los dos bandos, los diversos pasos que usaron los republicanos para vadear el río, el avance gubernamental, los focos de resistencia franquistas, o la retirada hacia la orilla norte tras la victoria de los rebeldes. Los recorridos permiten ver, in situ, lugares míticos de la contienda española: como Gandesa, el Coll de Moro o la Sierra de Pando.
El Memorial de ‘los Camposines’ es un buen lugar para terminar la visita. Es el único elemento nuevo introducido en el territorio por parte del consorcio. Siguiendo el espíritu del proyecto, este monumento rinde homenaje a todos los que participaron en este episodio clave de la historia de España; sin distinción alguna. También es el lugar dónde se depositan los huesos que aún aparecen en la zona; osario donde reposan juntos los restos de combatientes de los dos bandos; sin distinciones.
El mejor museo de guerra de España
Río arriba, el Ebro se interna en tierras de Aragón. El pequeño pueblo de Fayón, en la provincia de Zaragoza, fue uno de los puntos clave de la ofensiva republicana y uno de los escenarios de batalla más importantes de los primeros días de la batalla. El Museo de la Batalla del Ebro de Fayón (Dirección: C/ Bajada a la Fábrica sn. Fayón; Tel: (+34) 976 635 775; E-mail: info@labatalladelebro.com) es, sin duda alguna, el mejor espacio museístico de España dedicado a la Guerra Civil que cuenta con el valor añadido de ser una iniciativa de los propios vecinos de la localidad. La colección de armas, piezas de artillería, uniformes y objetos de la época es impresionante. Fayón se encuentra a sólo 38 kilómetros de Corberá de Ebro (20 minutos) y el museo merece la pena para completar la totalidad del escenario bélico.