Uno de los testigos de la mortal agresión en el apeadero de Boo de Piélagos, el pasado sábado y en la que falleció un joven de 21 años vecino de Polanco, ha asegurado que hubo “un primer pique” y un 'vacile mutuo' entre la víctima y uno de los dos detenidos por estos hechos -de 19 y 20 años, ambos en prisión provisional- dentro del tren, en el que tuvo que “separarlos”.
Se trata de un chico que viajaba en esos momentos con ellos en el vagón y que es amigo de uno de los arrestados, y que ha afirmado que el chaval que perdió la vida tuvo una actitud de “provocación” y se apeó antes de llegar a su parada “porque tenía ganas de pelear”, negando que se bajara “agarrado” por los otros dos.
Así lo ha manifestado este miércoles ante el titular del Juzgado Instrucción número 4 de Santander, que también ha tomado testimonio a otras dos chicas que presenciaron lo ocurrido al viajar en el mismo convoy y apearse igualmente en Boo, y una de las cuales ha expresado que la agresión duró “entre tres y cinco minutos”, aunque a ella se le hizo “eterna”.
Por su parte, la otra ha aseverado que el agredido, Carlos Cubillas, cayó a la vía “por culpa” de los dos investigados, pero no sabe si fue a causa de los golpes recibidos o porque le empujaron.
Todo esto se desprende de las declaraciones de estos tres testigos ante el juez instructor, a las que ha tenido acceso Europa Press, y practicadas a lo largo de la mañana de este miércoles, en el marco de las diligencias abiertas por un delito de homicidio.
En la sesión, a la que también estaba citado un médico pero que no ha podido asistir, ha testificado un chico que conocía a los tres involucrados en la pelea, en especial a uno de los detenidos, que es amigo suyo, y coincidió con todos en el mismo vagón del tren, que iba de Santander a Torrelavega y paró en Boo sobre las 7.00 horas.
Venía de fiesta
De acuerdo con su versión, el fallecido, que “claramente venía de fiesta”, se dirigió a su amigo y le dijo que se quitara un pendiente porque se le iba a “infectar”, momento en el que medió el otro investigado en la conversación para zanjar que “con lavarse con agua y jabón la zona perforada es suficiente”. Al respecto, la víctima preguntó a este último si había estudiado enfermería (estudia mecánica), “en el sentido de que no tenía ni idea acerca de estas cuestiones”, ha apuntado el testigo.
Así, tras este “primer pique” en el que tuvo que “separarlos”, agredido y detenido se preguntaron mutuamente si se estaban vacilando y los dos arrestados reprocharon a Cubillas que “sin conocerles de nada ni tener amistad le vacilen”. En ese momento, el tren llegó a Boo y los investigados pulsaron el botón de apertura de puertas para apearse, preguntándoles la víctima por qué se bajaban allí e instándole uno de ellos a que hiciese lo propio.
Tras esto, “por su propio pie da un paso y se baja del vagón”, ha afirmado este testigo, negando así que lo hiciese “agarrado” por los otros dos, ni “empujándose o pegándose”. “Si se bajó del tren fue porque tenía ganas de pelear”, ha considerado.
Mientras, él se quedó en el vagón y desde allí vio cómo discutían los tres aunque no escuchó lo que decían. También observó cómo su amigo propinó un puñetezo a la víctima, que a consecuencia del mismo “se golpea con el ten” pero “sin llegar a caer al suelo. Asimismo, contempló cuando le daban un empujón estando en medio de los dos agresores y cómo la víctima intentó golpear a uno de investigados sin conseguirlo y viceversa.
Después, ha proseguido, los implicados en la pelea se agarraron y uno de los agresores dio al fallecido una patada en las costillas, fruto de la cual se golpeó la cabeza en una barandilla negra que hay en el apeadero, momento en el que se cerraron las puertas del tren y se fue.
“Un gurruño”
A partir de ahí, este testigo siguió mirando por la ventanilla y vio a los tres en el suelo, “todos al borde del andén” y formando “un gurruño”, y cómo caía uno de ellos, sin saber en ese momento quién ni precisar si fue empujado o golpeado. Y es que además de estar la estación “escasamente” iluminada, el agredido y uno de los agresores iban vestidos con colores claros y este testigo es daltónico, además de miope, según ha manifestado en su declaración ante el juez.
Y al mostrarle la fotografía del levantamiento del cadáver, ha indicado que la víctima “cayó de cabeza”, y a preguntas de las partes ha precisado que en ese momento “se dobla todo el peso de su cuerpo hacia su cabeza, como si se fuera a tirar de un trampolín”, por lo que en su opinión “tuvo una caída rara”. “Fue muy rápido” y “el cuerpo cae en peso muerto”, ha abundado.
Este miércoles también han testificado ante el juez instructor dos chicas, amigas entre sí, que igualmente venían de fiesta de Santander y que se bajaron en el apeadero en Boo porque iban a dormir a casa de una.
En medio y agarrado
La residente en Piélagos ha dicho que no vio ninguna pelea o incidente en el interior del vagón, pero ha indicado que al salir observó que también lo hacían tres varones, uno de los cuales iba “en medio y agarrado de la ropa, como de la zona de los hombros”, y que había dos sujetándole y sacándole del vagón, aunque sin poder precisar si fue “agarrando” o lo hizo “andando o en volandas”.
Ha añadido que nada más apearse los dos que sujetaban al tercero empezaron a golpearle y darle varios puñetazos, en la zona de las costillas, “uno a cada lado”, mientras el agredido se dedicaba a “taparse la cabeza”.
No recuerda si cayó en el andén “inconsciente” o porque los investigados le tiraron, pero sí que cuando estaba en el suelo los agresores empezaron a darle patadas, “los dos”, por la espalda aunque no vio ninguna en la cabeza.
Y aunque dejó de mirar “por la impresión de no saber qué hacer”, cuando volvió a hacerlo observó una “última patada muy fuerte”, que provocó que cayera a la vías -donde quedó boca abajo-, aunque sin poder precisar quién de los detenidos se la propinó. Lo que sí recuerda es que ambos se fueron después y ha expresado al respecto que tenía “miedo” de que las pudieran agredir.
Y aunque ella y su amiga intentaron socorrer a la víctima, aunque sin bajar a las vías, finalmente llamaron la madre de esta testigo, que fue quien alertó al 112, personándose después en el lugar una ambulancia y la Guardia Civil.
Según los cálculos de esta testigo, la agresión duró “entre tres y cinco minutos, aunque a ella se le hizo eterna”, y ha destacado que había “luz suficiente” y vio “bien” lo que sucedió, aunque desde “lejos”.
Su amiga tampoco apreció pelea o incidente dentro del convoy, solo cuando se bajaron, sin poder precisar al respecto si a la víctima la bajaron a la fuerza o no.
Lo que sí vio es a los dos investigados dar patadas y puñetazos y patadas al fallecido, pero sin concretar en qué partes del cuerpo, y cómo cayó al suelo -“duraría un segundo hasta que cae”, ha expresado- sin saber si fue por los golpes o porque tropezó, aunque continuó recibiéndolos.
Y sobre la caída a la vía, ha dicho que fue por culpa de los agresores, pero desconoce si a causa de los golpes o por un empujón, pero ninguno de los dos investigados se “preocupó” por el estado de Carlos Cubillas.