La devoción por lo retro tiene su origen en la década de 1970. Se consideran retro aquellas vertientes de nuestra cultura que son recuperadas en un tiempo posterior para su disfrute en clave nostálgica. El retrogaming es un fenómeno de gran alcance circunscrito al ámbito de las plataformas y videojuegos que han quedado desfasados en el plano tecnológico.
La noción de antigüedad en este contexto viene condicionada por la política empresarial de las compañías responsables de su producción, cuyas creaciones previas son retiradas del mercado con el lanzamiento de una nueva generación. Ello no es óbice para que al menos una parte de los consumidores acuda a las antiguas plataformas en busca de entretenimiento.
Ejercicio
Siempre que excluyamos la forma ideal de disfrutarlo -que no es otra que jugar con el soporte original-, las alternativas para la práctica convencional del retrogaming son tres.
La primera de ellas es la emulación, cuyos orígenes se remontan a mediados de la década de 1990, cuando todo un conjunto de programadores se embarcó en la tarea de crear un software que emulara el soporte físico o hardware de las antiguas plataformas de videojuegos.
Pese a que la industria puso en marcha acciones legales con el objeto de frenar estas iniciativas, lo cierto es que la emulación vía PC no gozó de una excesiva popularidad por estos años. No obstante, su longevidad es el mejor testimonio de su relevancia, que ha acrecentado con el incremento de su oferta y una ampliación de la experiencia basada en la implementación de nuevas funcionalidades.
La segunda de estas opciones radica en el acceso a colecciones oficiales de videojuegos. No fue sino a inicios de la década de 2000 cuando la industria comenzó a manifestar un claro interés por este mercado potencial. Apoyándose en los nuevos soportes (CD y DVD), las grandes empresas del sector autorizaron la reedición de una parte de sus antiguos videojuegos, relanzados a modo de antologías en un único disco.
Con frecuencia, estos discos ofrecen contenidos adicionales consistentes en documentales, arte conceptual, entrevistas o nuevos niveles de juego. Dichas reediciones han generado reacciones de todo tipo entre los aficionados, quienes se han mostrado críticos respecto al criterio seguido en la selección de clásicos o sus desafortunadas adaptaciones.
Finalmente, Nintendo, Sony y Microsoft incorporaron dentro su repertorio de servicios la posibilidad de descarga -previo pago- de antiguos títulos en las que entonces eran sus más modernas plataformas: Wii, PlayStation 3 y Xbox 360. Tampoco puede pasarse por alto la dilatada oferta de la red Steam en materia de juegos clásicos, que se halla en constante crecimiento.
Comunidad
Como fenómeno cultural en expansión, los retrogamers se han constituido en una vigorosa comunidad articulada en torno a un interés común. Aunque su práctica activa esté asociada al disfrute de los videojuegos, actividad que define el perfil prototípico del aficionado, el hecho no excluye otros en los que esta faceta está ausente, como el de aquéllos cuyo interés es rigurosamente intelectual.
Como es natural, el retrogaming no conoció una explosión repentina, sino que su consolidación fue el resultado de una compleja evolución. El rol desempeñado por la red informática tuvo una importancia decisiva en todo este proceso. La generalización del acceso a Internet puso remedio a la dispersión geográfica de sus pioneros, que confluyen hoy en foros, redes sociales y otros puntos de encuentro. De no ser por la emergencia de esta identidad colectiva, el desarrollo de nuevas herramientas con las que archivar y poner en circulación materiales vinculados a esta tendencia habría conocido no pocos obstáculos.
El rango de actividades protagonizadas por los retrogamers es extenso. La pujanza del retrogaming explica la aparición de fanzines y publicaciones profesionales -tanto digitales como en papel- especializadas en este campo, así como el desarrollo de nuevas aplicaciones o bases de datos concebidas para servir a propósitos específicos del mismo.
Los encuentros celebrados con ocasión de exposiciones, campeonatos, conferencias o talleres no han dejado de ganar en número con el paso de los años. Tampoco es de extrañar el desarrollo de todo un entramado de coleccionismo y reparación de consolas y videojuegos. Incluso existen pequeñas empresas dedicadas a la revisión de juegos clásicos o al diseño de nuevos títulos de estética retro, cuya proliferación en número es sintomática de la relevancia adquirida por esta subcultura.
Memoria
El retrogaming no puede ser explicado sin tener en consideración la importancia de la nostalgia en su nacimiento y expansión. La nostalgia es una emoción que nos retrotrae a un pasado mejor -idealizado o no- que en ningún caso puede ser recuperado, con la desazón que ello conlleva para la persona.
Lo que convierte en excepcional al retrogaming es que permite recrear ese ambiente en nuestro presente a través del juego, cuyas cualidades permanecen inalterables. Esta circunstancia da pie a un singular fenómeno de reconfiguración de los recuerdos, que se ven complementados con nuevas experiencias.
La nostalgia por los videojuegos retro puede transformarse en un componente sustancial de la identidad de quienes antaño se recrearon con ellos, que los asocian con unos estados de ánimo de carácter positivo. Con la nostalgia como estímulo, son muchos los retrogamers que se marcan el objetivo de preservar y reivindicar un legado que, de otro modo, estaría condenado a una pronta desaparición. De ahí que este registro emocional sea ampliado por algunos aficionados con un discurso histórico que atiende a títulos clásicos, grandes innovadores o jugadores célebres con la sola pretensión de construir una narrativa sobre los videojuegos que trascienda lo estrictamente sentimental.
Este discurso narrativo se enfrenta al del otro gran actor implicado: la industria. Cuando decide rescatar unos títulos del pasado en detrimento de otros, la industria del videojuego define un canon propio, no necesariamente compartido por los retrogamers, cuyas valoraciones corren el riesgo de verse marginadas por ella. Los aficionados representan pues el contrapunto a esta forma de proceder, como atestigua su involucración en la puesta en marcha de exposiciones, colecciones bibliotecarias u otras iniciativas culturales financiadas por instituciones públicas o entidades privadas.
Novedad
Pero la inclinación por lo retro no se agota en la nostalgia. Lejos de ser así, la resonancia económica y cultural del retrogaming es observable en la irrupción de toda una serie de nuevos títulos de inspiración clásica. Cada vez son más los videojuegos que encajan dentro de esa descripción y que podemos aglutinar dentro del paradójico concepto de neoretro.
Uno de los máximos exponentes de esta tendencia es el videojuego Hotline Miami, desarrollado por Dennaton y lanzado al mercado en 2012. Su apariencia es muy inferior a la de referentes del género como la saga Grand Theft Auto, y su estética, del mismo modo que la de su fuente de inspiración -la película Drive (Nicolas Winding Refn, 2011)-, recupera la atmósfera del cine negro de la década de los ochenta, del que puede ser representativo el largometraje Scarface (Brian de Palma, 1983).
Con una ambición y unos medios muy inferiores a los de Rockstar Games, Dennaton obtuvo un éxito incontestable al ofrecer un simulacro de las limitaciones propias de una antigua máquina de juegos arcade en combinación con una jugabilidad adictiva. Este planteamiento sería retomado con éxito en 2015 con motivo de su secuela, Hotline Miami 2: Wrong Number.