La denuncia de dos agresiones recientes a parejas homosexuales en Cantabria con un tinte homófobo ha llevado al primer plano de la actualidad los conocidos como delitos de odio y su incidencia en la comunidad autónoma. A pesar del número creciente de ataques investigados, la Asociación de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (Alega) rechaza lo que califican como “alarmismo social” y apuestan por la “educación en igualdad” para evitar que se repitan este tipo de sucesos.
Y eso pese a que las cifras oficiales sobre este problema no permiten ser muy optimistas: “El 90% de los ataques homófobos no se denuncian”, recuerda Javier Igareda, expresidente de Alega y actual tesorero de la asociación. Señala de esta forma la punta de iceberg que supone el salto a la luz pública de la denuncia de dos jóvenes estudiantes que fueron agredidos el pasado fin de semana en Torrelavega al grito de “mariquitas” cuando salían de una discoteca de la zona de copas de la capital del Besaya.
Un hecho que se une a la agresión de la que fueron víctimas este verano una pareja de chicas, que acudieron al cuartel de la Guardia Civil tras ser protagonistas de un ataque homófobo cuando se encontraban en su vivienda, un chalé situado en Cuchía. “Tú cállate, tortillera de mierda, y métete en casa que te mato”, gritó en ese caso el atacante, según consta en la denuncia presentada ante el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción de Torrelavega.
Igareda, con 34 años y 16 de ellos como miembro del colectivo LGTB, considera que la posible alarma social también perjudica a las víctimas y puede contribuir a que no se atrevan a denunciar más agresiones. “Un alto porcentaje piensa que no sirve para nada denunciar y que la Policía no le va a hacer caso. En otras ocasiones, pasan de líos porque conocen al agresor”, relata.
Ahí también puede estar la clave, según su diagnóstico, de lo que pasa en Cantabria, donde este tipo de comportamientos no han tenido prácticamente repercusión pública. “¿Por qué la gente no denuncia? Estamos en una comunidad autónoma pequeña, lo que provoca inmediatamente que se entere más gente y que tu condición sexual sea pública, algo a lo que no estás dispuesto si todavía sigues dentro del armario”, explica.
De todas formas, y aunque no hay que quitar importancia a ningún caso, reconoce que no es la norma. “En cuanto a respeto, creo que Cantabria está por encima de la media”, subraya. Eso no evita que desde Alega insistan en la prevención. “Sea un caso, sean dos o sean tres, el número no importa para que sigamos impulsando campañas institucionales con un fin educativo”.
De hecho, en los próximos días comenzará una acción que llegará a centros escolares, institutos y facultades para luchar contra la homofobia y han realizado los primeros contactos institucionales para convocar una mesa de trabajo en la que esté Alega, Gobierno de Cantabria, Fiscalía y Delegación de Gobierno para abordar este asunto.
Han encontrado disposición y está previsto un encuentro con el consejero de Educación por este motivo, para que el trabajo del colectivo LGTB en favor de la igualdad vaya de la mano de los máximos responsables en la comunidad educativa. “En algunos casos, se nos ponen trabas a la hora de entrar en los institutos. Algunas asociaciones de padres y madres o claustros de profesores tienen una idea equivocada de lo que hacemos”, lamenta Igareda.
Igualdad legal e igualdad real
La teoría de esas campañas de sensibilización es sencilla: “La educación en igualdad es fundamental y no solo entre los jóvenes. También se debe actuar con los adultos para alcanzar la normalización social”. Por eso incluye cartelería, pero pretenden que llegue también a bibliotecas públicas, centros cívicos, formación del profesorado o charlas para los estudiantes. De hecho, el portavoz de Alega insiste en que hay que concienciar y educar en el respeto a toda la sociedad. “Es tan sencillo como eso. No pedimos más”, recalca.
En 2015 se han cumplido diez años desde la aprobación del matrimonio igualitario y se han dado muchos pasos desde entonces, pero queda camino por recorrer. “La igualdad legal no garantiza la igualdad real, pero es cierto que las leyes hacen muchísimo por la normalización”. En su opinión, esa ley estaba “un poco por delante” de la opinión social mayoritaria pero, a pesar del “recurso de la vergüenza” que puso el Partido Popular y que el Tribunal Constitucional tumbó, fue un “espaldarazo definitivo”.
Reivindicaciones pendientes
Alega lucha ahora por un tratamiento “más estricto” hacia los delitos de odio, no solo en lo que se refiere a la condición sexual. “Hay que impulsar una ley de igualdad de trato, no específica para el colectivo LGTB, sino general, y en la que se incluya nuestra problemática. No estamos pidiendo una ley a la carta, sino para toda la sociedad, donde estamos incluidos”, advierte.
Ahora mismo, con las elecciones del 20 de diciembre en el horizonte, esta es una de las reivindicaciones que están sobre la mesa. Cuando se reúnen con los partidos políticos, trasladan la necesidad de legislar al respecto en la próxima legislatura.
Y es que la salida del armario es cada vez menos traumática. “Cada uno va a tomar esa decisión cuando esté lo suficientemente fuerte para dar ese paso y comunicarlo a los amigos y la familia. Siempre se empieza por un grupo reducido y se va ampliando”. Sin embargo, en el trabajo es diferente y, aunque la ley permite, por ejemplo, acogerse a los 15 días de vacaciones por matrimonio, “hay gente que se casa, no dice nada, y pierde un derecho por no salir del armario en su entorno laboral”.