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Emprendimiento social en equipo en Cantabria. Con liderazgo femenino y principalmente rural. La nueva manera de hacer economía. Por Sandra Castañeda Elena.

Orulisa: la saga de mujeres orujeras que innova y resiste en Liébana

Sandra Castañeda Elena

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Emprendimiento social en equipo en Cantabria. Con liderazgo femenino y principalmente rural. La nueva manera de hacer economía. Por Sandra Castañeda Elena.

Cuando nos vemos para la entrevista, Isabel García Gómez, actual propietaria y gerente de Orulisa, acaba de recibir uno de los 10 premios a los mejores productores sostenibles en España 2024 que conceden el banco BBVA y el restaurante El Celler de Can Roca. Me da la noticia orgullosa: “Esta bodega es mi resistencia, mi manera de decir que no estoy de acuerdo en que dejemos desaparecer pueblos, conocimientos tradicionales y formas de vida de los que tanto tenemos que aprender hoy. Que Josep Roca valore el orujo artesano y el vino natural que hacemos en Liébana y, con ello, esta manera de estar en el mundo, es una satisfacción inmensa”.

La nave de Orulisa destaca nada más entrar en Tama desde el desfiladero de La Hermida, a unos kilómetros de Potes. Allí se elabora y vende desde 1986 el primer destilado que se legalizó en esta zona, tradicionalmente orujera, en el momento en el que España pasó a formar parte de la Comunidad Económica Europea. Carmen Gómez, madre de Isabel y conocida por su carácter emprendedor, se puso manos a la obra para resolver el desafió de cumplir la normativa sanitaria y fiscal que requería Europa en tiempo récord. Era necesario modernizar los aparatos caseros y formalizar la producción. Gracias a sus contactos, ese mismo verano Carmen pudo visitar las mejores destilerías europeas y traer su saber hacer para adaptarlo a la realidad de los valles de Liébana. A su vuelta, encargó 24 alquitaras de cobre a imagen y semejanza del modelo medieval lebaniego. Antes de terminar el año ya había estableció Orulisa, que nació como cooperativa con la intención de dar servicio a las familias de la zona. El modelo cooperativo no tuvo éxito y pronto se reconvirtió en sociedad anónima, pero Carmen mantuvo la patente de las alquitaras abierta para permitir que cualquiera pudiera usarla. 

“Mi madre era una mujer muy guerrillera que, con 40 años y 3 hijas adolescentes, se puso al frente de un tipo de negocio complicado y que no llegó a entenderse en la comarca”, detalla mientras su entusiasmo contagioso se torna en cierta tristeza. A pesar del fracaso del modelo cooperativo, el orujo Los Picos empezó a posicionarse como destilado de alta calidad en todo el país. Entre Carmen y su marido, que tomó el relevo cuando ella no pudo seguir al frente por motivos de salud, consiguieron colocarlo en más de 30 restaurantes con Estrella Michelín e iniciar las exportaciones.