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Solabria, la energía, al servicio de las personas

13 de enero de 2024 18:32 h

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Terminamos 2023 con un par de buenas noticias. Por un lado, se estima que el año pasado las energías renovables en España superaron la producción de fuentes fósiles. Por otro, las emisiones de gases de efecto invernadero de nuestro país habrían registrado su mínimo histórico desde 1990 gracias, en buena parte, al despliegue de renovables.

Los datos están a la espera de ser confirmados con las cifras exactas del cierre de año, pero esta tendencia parece de sentido común. A lo largo de la historia, la humanidad ha ido utilizando diferentes fuentes de energía. Hoy, en medio de una crisis climática, energética y humanitaria, lo más sensato es hacer una transición hacía fuentes naturales y limpias, que reducen los impactos del cambio climático, los costes y la volatilidad de los precios, y evitan los conflictos ligados a la extracción de combustibles fósiles.  

Con la energía sucede como con la comida: hacemos uso de ella cada día y está en nuestras manos escoger y decidir a qué modelo queremos contribuir. En Cantabria, incluso podemos ser dueñas y dueños de nuestra propia empresa comercializadora de renovables: Solabria, la primera cooperativa de consumo de energía de la comunidad, nació hace 10 años precisamente para cambiar el modelo energético imperante por otro más democrático, social y sostenible.

Hacer algo por el medio ambiente es tan sencillo como cambiarte de compañía eléctrica

“Hay cosas muy difíciles de cambiar, la igualdad real entre hombres y mujeres, por ejemplo, tardará generaciones, ninguna de nosotras lo va a ver, aunque no por ello hay que dejar de pelear; pero hacer algo por el medio ambiente es tan sencillo como cambiarte de compañía eléctrica. Está en manos de todo el mundo, es concreto y tiene impacto”. Quien habla es Julia Labiano Gutiérrez, socióloga y miembro del consejo rector de Solabria.

Esta mujer, oriunda de Castro Urdiales, muy conectada con los movimientos sociales desde joven, es una excelente comercial involuntaria y explica que la cooperativa va creciendo orgánicamente, que es lo mejor para poder adaptar la organización al volumen de demanda. “Aún hay muchas personas en Cantabria que no nos conocen, algo que va cambiando poco a poco, especialmente gracias al boca a oreja que surge desde las propias personas socias. También damos muchas charlas y vamos a ferias”, señala.

En 2017, después unos años dedicados a poner en marcha el servicio de suministro energético e incrementar el número de personas socias, la cooperativa empezó a comercializar energía renovable entre particulares, organizaciones y PYMES. Seis años después, a cierre del ejercicio de 2022, Solabria contaba con casi 700 clientes y un volumen de negocio de casi un millón de euros. Se vendieron más de 3.000 MWh de renovables que evitaron más de 1.000 toneladas de emisiones de CO2, equivalente a retirar de la circulación por un día más de 190.000 coches.

Julia está sentada junto a Cristina Rodríguez González y María Sañudo Gómez, las otras dos mujeres que forman parte del órgano de gobierno de la energética. Son 3 de 7, casi la mitad -la paridad de género es algo que la gente de Solabria busca activamente-. “Tenemos 12 socios fundadores hombres pero, poco a poco, entre todas y todos, hemos ido equilibrando la balanza. Creamos un círculo de mujeres para promover la participación, no solo en el consejo sino también a la hora de dar charlas, impartir talleres o acudir a ferias y dar la cara”.

Cristina es física y es profesora en el ciclo de Energías Renovables de la Fundación Laboral de la Construcción en Revilla de Camargo. Ella vivó el nacimiento de la cooperativa, se hizo socia y cuando se enteró de que buscaban mujeres para el consejo rector, no dudó en poner su conocimiento y experiencia al servicio de esta comunidad formada por personas que un día se envalentonaron y decidieron unirse para recuperar el poder sobre algo tan esencial como la energía. “Ser socia de Solabria es más que tener el suministro eléctrico contratado con la cooperativa, también significa ser parte de un cambo histórico y necesario que está poniendo a las personas y el planeta por delante de los beneficios económicos”.

“Entre otras cosas, trabajamos para minimizar las fluctuaciones del precio de la energía para las personas socias”, explica María, tesorera de la organización. “Después de la subida que se experimentó entre el 2021 y el 2022, tenemos que seguir muy atentas, especialmente a factores geopolíticos que pueden influir de un día para otro en el suministro y los costes energéticos. Somos conscientes de que nuestras decisiones impactan en la economía de muchas personas y tenemos una aproximación financiera prudente”.

María viene de una familia ganadera y cooperativista de Santillana del Mar, aunque se formó y trabaja en obras públicas. “Yo no tenía una especial conciencia social, pero una vez se pasaron por casa de mi madre vendedores de una de las grandes energéticas, la embaucaron y acabó con el contrato cambiado sin darse cuenta. Nos pusieron muchísimas pegas para volver a su compañía anterior y yo había escuchado acerca de Solabria en la radio, que es uno de mis vicios desde bien pequeña. Llamé y me hice socia en un minuto”.

Más allá de formar parte de una iniciativa transformadora, lo que ilusiona a estas tres pioneras es la calidad humana de las personas socias y las dinámicas de transparencia, escucha, participación y confianza que generan entre ellas. “Me atrae el hecho de que se trabaja en grupo, en equipo, hay entusiasmo y motivación. Y esto último es tremendamente importante, porque con toda la resistencia al cambio que existe necesitamos mantener la confianza”.

La cooperativa funciona, de momento, solo con el trabajo de personas voluntarias. Actualmente es el consejo rector, sobre todo, el que se implica en las diferentes tareas, desde la comunicación a la gestión, además de supervisar los servicios que tienen contratados. “Nuestro reto inmediato, ¡y estamos muy cerca!, es llegar a las 1.000 personas socias y al millón de euros de facturación, eso nos permitirá contratar a una persona para las tareas del día a día”.

Otro de los retos de Solabria es ser capaz de generar la mayor parte de la energía que vende, y no a través de grandes infraestructuras, sino de proyectos de renovables a escala humana -como el que promovieron recientemente con la cooperativa Ecooo-, y mediante instalaciones de autoconsumo de las personas socias. “El 15% de los contratos que tenemos son de autoconsumo, que es una ratio bastante alta, pero nos gustaría seguir incrementándola. Para ello tenemos una tarifa de las más atractivas del mercado”, detalla Julia, la comercial nata. Lo cierto es que en los últimos años, en Cantabria, se están multiplicando este tipo de instalaciones. En 2022 se registraron casi 1.000, una cifra que triplica la del año anterior y es siete veces mayor que la de 2020.

Solabria forma parte de Unión Renovables, la federación de cooperativas energéticas de España. Allí se encuentran con veteranas como Guadasuar o Som Energia, e intercambian saberes y experiencias. “El vínculo entre las cooperativas es importantísimo, nos inspira y fortalece. Y es que tenemos que seguir existiendo y resistiendo, entre otras cosas para obligar a las grandes a cambiar. El que estemos viendo como invierten en renovables, aunque sea solo una parte de su producción, y reposicionan sus marcas, es por algo. Los tiempos están cambiando”.

La Agencia Internacional de la Energía afirma que triplicar la producción de energía renovable en esta década es la acción más significativa que podemos llevar a cabo para llegar al objetivo de no incrementar la temperatura global en más de 1,5 grados centígrados. Salgo del encuentro con Julia, Cristina y María con una única pregunta: ¿a qué estamos esperando?

Terminamos 2023 con un par de buenas noticias. Por un lado, se estima que el año pasado las energías renovables en España superaron la producción de fuentes fósiles. Por otro, las emisiones de gases de efecto invernadero de nuestro país habrían registrado su mínimo histórico desde 1990 gracias, en buena parte, al despliegue de renovables.

Los datos están a la espera de ser confirmados con las cifras exactas del cierre de año, pero esta tendencia parece de sentido común. A lo largo de la historia, la humanidad ha ido utilizando diferentes fuentes de energía. Hoy, en medio de una crisis climática, energética y humanitaria, lo más sensato es hacer una transición hacía fuentes naturales y limpias, que reducen los impactos del cambio climático, los costes y la volatilidad de los precios, y evitan los conflictos ligados a la extracción de combustibles fósiles.