
En el teatro, el concepto de ‘cuarta pared’ hace referencia a ese muro invisible que separa en el proscenio a espectadores y actores. Derribar esa convención, esa ‘cuarta pared’, ha sido, por lo tanto, tarea transgresora por antonomasia tanto en el teatro como, metafóricamente, fuera de él. Hablar de Santander derribando esa ‘cuarta pared’ es confundir actor y espectador, testigo y decorado, de tal modo que los personajes de esta ciudad ensimismada con su reflejo den un paso atrás para dejar que el observador sea, si acaso una vez, el protagonista de su tragicomedia cotidiana.
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