Todos los caminos llevan a 'Las Nieves': el 'faro' comunitario contra el aislamiento y la despoblación

Irene Sainz Oria

Campoo de Yuso —
26 de noviembre de 2023 20:55 h

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La tarde de noviembre se cerraba sobre Torrelavega con una fina lluvia, en Reinosa el cielo desaparecía bajo la niebla y olía ya a chimenea pero a la altura de Orzales, el resto de la puesta de sol se veía sobre el pantano del Ebro. Al llegar a La Población, a casi 100 kilómetros y una hora de distancia de Santander, sin apenas haber visto ningún vehículo más en la última parte del trayecto, era casi de noche. La luz que quedaba del día enfriaba el aire bajo el chirimiri pero a través de las ventanas del ala oeste de las antiguas escuelas se filtraba la suma de los halógenos cálidos, las estufas de pellet y una sensación de comunidad en construcción. 

El centro comunitario multiservicios Las Nieves se parece a una vela en la oscuridad, una suerte de experimento frágil que abre camino. Dentro del edificio, cedido por la Junta Vecinal al Ayuntamiento de Campoo de Yuso, que financió su reforma, una veintena de personas comienza a organizar las actividades de la tarde entre el taller de ganchillo, la partida de cartas y las novedades de la última jornada. A la entrada, Amalia Montes, una mujer pequeña y meticulosa, sonríe y abre los brazos invitando al antiguo saludo protocolario con dos besos bien estampados en las mejillas.  

Tras las presentaciones improvisadas, José Ortega, el conductor de la furgoneta de nueve plazas que estos días recorre al menos la mitad de los núcleos de población de Campoo de Yuso -Sur de Cantabria. 14 localidades. 95 kilómetros cuadrados. 688 habitantes. El 35% de la población mayor de 60 años- afirma: “Mi madre ya no vive, pero le hubiera gustado ver esto”.

Orzales, Monegro, Villasuso, Servillas, La Riva, Lanchares y Corconte: son los núcleos de población –algunos de ellos separados por una distancia de 20 kilómetros– donde Ortega se detiene en la actualidad para recoger a sus vecinas, que no son solo usuarias del centro multiusos sino que han creado el espacio adaptado a sus necesidades e inquietudes. Y por estas dos razones –servicio de transporte público financiado por el Ayuntamiento e implicación de los ciudadanos en la concepción del centro– la iniciativa impulsada por UNATE y la Fundación PEM se distingue de las demás y aparece como posible modelo a replicar.

Desde hace año y medio, para muchas vecinas –quienes se han implicado desde el comienzo del proyecto han sido en gran parte mujeres mayores, aunque hay más hombres mayores (52,1%) que mujeres (47,9%) en el territorio– todos los caminos llevan a Las Nieves, convertido ya en un faro contra el aislamiento y la despoblación.

Campoo de Yuso es uno de los 55 municipios cántabros calificado como “zona rural con reto demográfico”: pura España vaciada, un término que escama a quienes viven y trabajan en el área. “Lo que no es posible es que venga un tío de Madrid a decirnos cómo tenemos que hacer las cosas. Se nos quema Cantabria y se nos va a quemar España porque nadie gestiona el sector forestal”, se arranca el conductor de Las Nieves: “Te podría contar más, pero si me suelto, la monto. Yo tengo dos hijas de cuatro y cinco años y quiero que vivan aquí y no en una ciudad, donde nadie conoce al vecino. Eso es lo que se van a llevar”, sentencia mientras sale por la puerta. 

Mi marido se suicidó hace doce años. Después de que falleciera pensé: 'hasta aquí he llegado, no voy a ir más adelante'. Estaba completamente amargada. Ya no sabía ni sonreír

Amalia saluda de nuevo. Tiene 89 años y está acostumbrada a oír eso de “nunca lo diría”. “Sí, ya, lo del pacto con el diablo”, ironiza. ¿Su rutina antes de la creación de Las Nieves? “Mi marido se suicidó. El día 4 de noviembre hizo doce años. Estaba completamente amargada. Pintaba, cosía, hacía cosas porque siempre he sido muy activa, pero era una rutina sin ningún fin, no valía para nada. Después de que mi marido falleciera pensé: 'hasta aquí he llegado, no voy a ir más adelante'. Mi hija me quiso llevar a Barcelona, pero preferí quedarme en la casa del pueblo. Cuando empezó el proyecto de Las Nieves ya no sabía ni sonreír. Ahora he conseguido encontrarme y sentir también el cariño de la gente”.

¿Y de las actividades del centro, cuál le gusta más? “A mí me gustan todas, en todo lo todito que he podido entrar, he entrado. Hacemos gimnasia, me doy masajes, he hecho 28 pares de zapatillas con unos borletones -abre las dos manos- así de grandes. He tejido mucho”, finaliza Amalia, no sin antes abundar en las pequeñas rencillas intrínsecas de cualquier asociación entre seres  humanos.

Entre tanto, Goyo Martínez calienta un café en el microondas. “Las Nieves me ha dado estabilidad. Me quedé viudo hace cuatro años. Lo echas de menos hasta por reñir, ya sabes, el roce hace el cariño, pero también otras cosas. Ahora estoy jubilado por enfermedad. Yo antes me dedicaba a desbrozar con la máquina por el monte. Desbrozar”, subraya. 

“Esto está bien. Hablas con la gente, siempre se aprende mucho. Cada día que pasa es una victoria. Todo lo que han traído está bien. A veces te mandan hacer dibujitos y cuentas, que en casa igual no los haces, para la memoria”, se carcajea. Goyo tiene un hijo y acaba de ser abuelo hace 15 días. “Pero no te creas que estoy todo el día allí metido”, confirma. “Como dice el dicho, el ratón y el casado a su rincón”, apostilla.

José del Valle conduce su propio coche hasta el centro y entra bien derecho. Sufrió un ictus hace cuatro años: “Porque me lo han contado, pero no tengo ningún recuerdo. No sé cómo explicarlo, me quedé parado un día después de estar viendo la tele y ya no pude seguir subiendo las escaleras. Luego no conseguía darme la vuelta en la cama. Después me quedé frío. Y mi mujer me dijo que había que llamar a la ambulancia. Todavía me recuerdo diciéndole a los camilleros que cuidado con los escalones porque es una casa vieja. Y después, nada. Volví a casa en silla de ruedas”, relata.

“Toda la parte derecha me quedó paralizada”, cuenta José. “Empezó la pandemia y ahí te quedas.. Me dieron el alta y sin más. Yo ya daba mi situación por perdida. Gracias a Las Nieves he recuperado el habla, por ejemplo. Aquí hay gente que viene a que le soben la espalda, para mí fue una rehabilitación”. Y se toma muy en serio sus citas con la fisioterapeuta, las clases de psicomotricidad y el taller de actividades relacionadas con la memoria cognitiva mientras continúa rehabilitando su vivienda –es carpintero– y atendiendo la huerta.   

Gracias al centro he recuperado el habla después de sufrir un ictus. Ha sido mi rehabilitación

Esther Longo considera que el centro ha sido positivo en particular para las que viven solas. “Yo me dedicaba a tejer, pero ya me cansaba todo el día con lo mismo. Antes había un baruco en el pueblo, pero nos lo cerraron también así que no había nada. Pasaba mucho tiempo sola. Ahora vengo a Las Nieves todos los días que puedo y este invierno tampoco me voy a ir a Santander como hacía antes”, afirma. “Calla, que me dice mi hija que en el vídeo –una pieza audiovisual que recoge extractos de las entrevistas realizadas por la Unidad de Gestión del Conocimiento de UNATE tras un año de actividad en el centro– digo que es que no me han dicho nada. Digo: ‘No, no, no, yo no he dicho eso’”, se ríe. “Además, tampoco me iba a quedar a su casa, que yo tengo un piso allí”.

La soledad no es el problema de Milagros González: “Tengo seis hijos y nueve nietos, pero esto es un aliciente. Venir, charlar, salir del entorno familiar. Además, hacemos estas manualidades –señala a las banderitas de ganchillo que decoran la entrada de Las Nieves– y viene muy bien para la cabeza. Estamos muy contentas con el centro. Ahora vamos a hacer un árbol de Navidad también de ganchillo y mira tú que el otro día entré en YouTube y qué coincidencia que en Almansa, que ya hacían esas mantas de ganchillo para dar sombra, van a hacer lo mismo”. 

Los lunes, los miércoles y los viernes por la mañana hacen gimnasia, según explica Milagros. “Los martes venimos por la tarde a hacer ganchillo y el jueves lo dedicamos a echar unas cartas”. Esther y Milagros son dos de las vecinas que José Ortega, el conductor, recoge cada día: “Venimos de cachondeo desde que nos subimos al coche. Ya le hemos dicho que menos mal que va con viejas, que si fuera alguna joven cualquiera le aguanta”, bromean. 

“El transporte es básico”, incide Elsa Herrero, el alma dinamizadora de Las Nieves. Ingeniera técnica forestal y paisajista –“y florista”, añade– de formación, conduce cada día 90 kilómetros –desde Valderredible hasta el centro y de vuelta– para organizar la actividad diaria. Aunque su perfil profesional es otro, y aunque acaba “agotada”, dice que el trabajo es “muy gratificante”. “Me sale de manera natural. Luego está el tema más de administración, porque al final lo hago todo yo”, reconoce.

“Y mira, si algo ha sido duro y ha costado”, continúa Herrero, “es que quienes utilizan el transporte se acostumbren a avisar 24 horas antes, porque funciona bajo demanda, y cada día hacemos la lista de quién lo solicita. Lo que estamos viendo es que en este año y medio que llevamos abiertos se está sumando gente nueva que empieza a venir de forma habitual. A veces el conductor tarda hasta hora y media en traer a todo el mundo. Casi cuando llegan las últimas se tienen que marchar las primeras”.

Apoyo institucional

Amalia Montes, Goyo Martínez, José del Valle, Esther Longo y Milagros González son solo algunos de los vecinos que forman el “núcleo duro” –como lo define Elsa Herrero–, e incandescente de esta iniciativa de la UNATE y la Fundación PEM que emite pulsaciones desde febrero del año pasado gracias al apoyo del Instituto Cántabro de Servicios Sociales (ICASS) y al compromiso del Ayuntamiento de Campoo de Yuso y, en particular, de su alcalde, Eduardo Ortiz, y de la concejala de Servicios Sociales, Noelia González.

Es un éxito rotundo y a nivel personal es lo más fructífero que he hecho y el dinero mejor empleado

“Es un éxito rotundo y, a nivel personal, de los 25 años que voy a hacer como alcalde, es lo más fructífero que he hecho y el dinero mejor empleado”, asegura Ortiz. “A mí me emociona porque muchas de las personas que van al centro han sido empleados municipales y a veces las circunstancias que los rodean después de jubilarse, al quedarse viudos o viudas, con problemas familiares o de salud, son complicadas. Cuando los ves allí, que van a la peluquería, que se arreglan para salir, que aprenden historia o manejo del móvil, es una satisfacción”.

Aunque el centro Las Nieves abrió las puertas en junio de 2022, el proceso de cocreación comenzó en febrero y fue un trabajo de “pico y pala, puerta a puerta”, describe Ramón Gelabert, coordinador de proyectos en la zona sur de Cantabria de la Fundación PEM. El fomento de la participación, huyendo de modelos estancados en “perspectivas tramposas”, como el concepto de “soledad no deseada” sin valorar las causas de esa soledad o “la victimización” de las personas mayores con “sesgos edadistas”, ha llevado a la construcción de un espacio común donde “hacer, compartir y estar”, apunta Francisco Gómez Nadal, coordinador operativo de UNATE. “En esta triple línea, donde al mismo tiempo que no hay presión para hacer cosas se promueve la autogestión, es donde surgen las propuestas y las iniciativas sin provocarlas”, defiende.

Las Nieves, que este año ha contado con un presupuesto “ajustadísimo” de unos 70.000 euros, ha conseguido asegurar su supervivencia en 2024 con la participación de la Consejería de Inclusión Social, Juventud, Familias e Igualdad de Cantabria. UNATE y la Fundación PEM trabajan ahora en el diseño de un proyecto similar en la localidad de Hijas, en el municipio de Puente Viesgo, que podría empezar a andar en 2025. La metodología inicial será parecida, “pero seguro que el resultado no es igual”, añade Gelabert. “Estoy convencido de que no puede haber dos centros iguales porque todo depende de las necesidades de los vecinos y futuros usuarios”, finaliza.

La experiencia del Centro Comunitario Multiservicios Las Nieves será una las protagonistas del próximo Encuentro nacional de experiencias de comunidades rurales amigables con las personas mayores que se celebrará los días 31 de noviembre y 1 de diciembre en Puente Viesgo y donde participarán representantes institucionales, cargos municipales, profesoras universitarias, periodistas, personas mayores y responsables técnicos de programas de intervención en Cantabria, Asturias, Navarra, Madrid y Cataluña.

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