Cultura recupera la memoria de las mujeres de Cazoña y Perines, en Santander

El proyecto 'Mujeres, memoria y collage', impulsado por Magnet Conexiones Creativas y financiado por la Concejalía de Cultura de Santander, llega a su fase final con la instalación de las creaciones en formato collage-mural en los barrios de Cazoña y Perines este viernes y sábado.

La artista plástica Susana Blasco ha diseñado estos murales a partir de las fotos familiares y las historias vinculadas a las mismas que las mujeres de los dos barrios (Lucía, Magdalena, Conchi, Emilia, Chelito, Concha, Isabel, Josefina, Carmen, Titi, Blanca, María Ángeles, Rosa, Emi, Patricia y Adelaida) han compartido durante las sesiones semanales que han tenido lugar el pasado mes de noviembre.

El proyecto, financiado por Cultura en su convocatoria de subvenciones para actividades culturales, ha querido recuperar la memoria personal de mujeres de ambos barrios y construir, mediante el collage de fotos antiguas y recuerdos, un arquetipo de mujer que va a quedar plasmado esta semana en las fachadas principales del CEIP Jesús Cancio en Cazoña y del antiguo lavadero de Perines, edificio de relevancia histórica en el barrio, que hoy comparten la UNATE con la Asociación de Vecinos.

El concejal de Cultura, Javier Ceruti, considera el proyecto “uno de los ejes” de este departamento, ya que “uno los principales tesoros culturales de una ciudad es su memoria”. “El mural es el la culminación de un proceso de diálogo que trae a nuestro presente una memoria que permanece viva a través de las mujeres que han participado en el proyecto”, ha señalado.

Además de los murales, Blasco también ha elaborado una publicación que se entregará a participantes y colaboradores con la imagen del collage y algunos de los testimonios que se han ido recopilando en los encuentros.

Durante cinco semanas, un grupo de mujeres de cada barrio se ha reunido con la artista y las responsables del proyecto para compartir recuerdos, vivencias e historias emotivas, tristes, alegres o sorprendentes que surgían tirando del hilo de fotos familiares antiguas que, en muchos casos, tenían que ver, además, con lugares, celebraciones, oficios o personas del barrio.

También se ha trabajado desde la conciencia corporal para conectar con emociones más profundas. “Me ha gustado mucho ir allí todas esas tardes. Bueno, a todo el grupo de amigas. Incluso el día que llovía a cántaros y no apetecía salir hice por ir. Nos hemos reído mucho recordando anécdotas, cuando me apunté no sabía que iba a ser así este proyecto. Tenemos muchas ganas de ver el collage, estamos impacientes por saber si nos reconoceremos. Si lo hacen más veces, me volveré a apuntar”, explica Lucía Castanedo.

“Ha sido muy interesante poder conocer a otras mujeres con las que compartes el espacio en el que vives y explorar historias de vida para ser plasmadas en una obra artística”, comparte Adelaida Echevarría.

Las organizadoras del proyecto, Ana Lekube, Paula Novoa y Marta Romero también están muy ilusionadas con lo vivido. “Ha habido tiempo para bailar, cantar, recordar o tomar un chocolate calentito en compañía; que el arte sea una herramienta para propiciar espacios de encuentro es verdaderamente valioso”, comenta Marta Romero, mediadora.

“Siento que se ha creado una complicidad especial entre las mujeres que hemos formado parte del proyecto. En gran parte seguimos siendo desconocidas entre nosotras, pero a la vez somos las guardianas de historias, anécdotas y vivencias personales que quizás nadie más haya oído nunca. Guardaré siempre conmigo el recuerdo del collar rojo que le regaló a Conchi su padre o el del olor a manzana asada de la casa de los abuelos de Rosa”, señala Paula Novoa, gestora cultural.

“El proceso ha sido muy bello tanto para ellas como para nosotras, y pone en valor la trayectoria vital, eso que a veces nos parece tan insignificante. Que esos retazos de vida sacados a la luz sean la materia prima de una creación artística habla de un proceso de cocreación maravilloso, en el que todas tienen algo que aportar”, comparte Ana Lekube.

El proyecto ha propiciado en Cazoña, por ejemplo, el diálogo con el centro educativo Jesús Cancio y también con la Asociación de Vecinos Amigos de Cazoña. “En el colegio Jesús Cancio creemos en el poder transformador del arte y de la educación. Por lo tanto, nos hemos involucrado en este proyecto por pura necesidad. Necesidad de encontrar alianzas que multipliquen nuestra acción educativa, necesidad de abrir el colegio al entorno y necesidad de proporcionar a nuestro alumnado experiencias artísticas significativas”, explica Tobías Lobera, director del centro.

Los murales irán deteriorándose con el tiempo y la climatología, pero los muros que los acojan se resignificarán temporalmente como espacios de memoria viva. “Será una instalación efímera que irá transformándose con el paso del tiempo, porque como decía Goya ”el tiempo también pinta“ y a mí me interesan mucho esos procesos de envejecimiento de las propias obras”, comparte Susana Blasco.