Cuando era joven quería ser “el guitarrista más rápido del mundo”. Tal vez no haya llegado a ello, pero Rosendo se ha ganado un hueco –y grande– en la historia del rock español. Cuarenta años de trayectoria, una treintena de álbumes publicados y más de 2.000 conciertos a sus espaldas es el bagaje de un artista que este próximo sábado visita Torrelavega para ofrecer una noche de 'Rock en la Feria'. Rosendo se subirá a las tablas para presentar los temas de su último trabajo, 'Vergüenza torera', y hará un repaso a los éxitos que han marcado su carrera.
-Vergüenza torera, ¿de qué?
De todo lo que está pasando en este país desde hace muchos años. La poca vergüenza que hay. Es algo que llevamos implícito, me temo.
-¿No tiene solución?
Hombre, todo tiene remedio, pero hay que tomárselo muy en serio, y me temo que no vamos por el buen camino. Bueno, sí hay mucha gente que está un poco harta ya, sobre todo la gente de a pie, pero los que controlan y tienen poder de decisión ahí siguen, vacilándonos constantemente.
-¿Y cómo enmendamos esto?
Supongo que la fórmula pacífica es votando a gente que no tenga nada que ver con esa forma de funcionar. Pero vaya, no es fácil. Hay mucha gente muy convencida de que lo que hay es lo que queremos. En fin, es una pelea que va a costar mucho tiempo.
-¿Cree que si no hubiera habido crisis esa gente de a pie hubiese abierto los ojos, si es que los ha abierto?
Lo que pasa es que nos han comido la cabeza durante mucho tiempo cuando todo iba bien o se suponía que iba bien. De todas maneras, no tenemos información, no sabemos lo que pasa, las trampas que hacen los que controlan las desconocemos. Nos han tenido bastante engañados y, como iba razonablemente bien la cosa, la gente se olvida. Saltamos cuando nos pinchan, y quizá la crisis ha sido el revulsivo y hemos empezado a darnos cuenta que no era tan bonito como lo pintaban y, sobre todo, que nos han engañado, nos han ocultado todo tipo de fechorías. Aunque la información está bastante controlada por el poder, hay medios que todavía contáis cosas.
-¿Alguna vez lo han tentado para participar en algún acto de campaña de algún partido o ir en las listas?
Sí, alguna vez lo han intentado, pero yo no tengo nada que ver, incluso con los partidos que de alguna forma me siento más cercano de pensamiento. Nunca he querido mezclar mi trabajo con la política. Esas cosas implican una utilización mutua que, en la mayoría de los casos, no llega a buen puerto.
-Y Rosendo Mercado, ¿tiene alguna vergüenza torera?
Yo tengo vergüenza de persona. Intento hacer las cosas como considero que las tengo que hacer, no faltar el respeto a nadie y ganarme la vida razonablemente (ríe). No sé si eso es tener vergüenza, pero creo que por ahí van un poco los tiros.
-¿Y qué ha cambiado de aquel chaval que comenzó a tocar en la década de los 70?
¡Uy! Pues cuarenta y tantos años más de vida que ya pesan (ríe). Quiero pensar que los principios los mantengo, porque tengo una educación de una familia humilde, que me enseñó que había que ganarse la vida, como decía antes, procurando no hacer daño a nadie y haciendo lo que consideras que está bien hecho.
Yo creo que mantengo ese tipo de planteamientos, pero luego la vida te va haciendo cambiar y lo que hoy te parece una idiotez, al cabo de unos años te parece razonable, y lo que ahora no lo aceptas, dentro de unos años puede ser algo cotidiano. Yo creo que el tiempo va marcando y al final nos pone a todos en el sitio porque todos somos un trozo de carne con ojos, poco más (ríe).
-Y le ha situado en lo alto...
Bueno, tampoco tan alto. Ha habido temporadas, he tenido crisis importantes, de repente, en algún momento he funcionado mejor, pero cuando mantienes esa filosofía de no apuntarte al carro y de hacer lo que te gusta a pesar de que no sea lo que se lleva, pues hoy estás bien, mañana estás regular y ahí ando bandeándomelas. Lo que sí es cierto es que estoy muy orgulloso de tener 61 años y estar viviendo de lo que me gusta, que en su momento no era nada fácil.
-¿Tiene algo que ver que sus canciones sean tan reivindicativas con que naciera un 23F?
(Carcajadas). Supongo que no, porque al que te refieres fue posterior a mi nacimiento (ríe). Pero tampoco me considero… bueno sí, quizá si lleve unos años que estoy más reivindicativo porque realmente la situación nos lleva a tener muy presente esa sensación. Pero tampoco quisiera que se me encuadrase en el terreno reivindicativo sin más, creo que también hablo de otras cosas, de sentimientos… En fin, tampoco soy el más indicado para criticarme (ríe).
-¿Qué es el rock para Rosendo?
El rock and roll es la contestación. En su momento, cuando nació, era la música que lo mandaba todo a hacer puñetas, el descaro, la energía y todo ese tipo de cosas. Creo que sigue manteniéndose ese espítiru, y es lo que le define, la música de la gente de la calle que coge unas guitarras, sin mayor conocimiento, empiezas a decir cosas que sientes y pásartelo bien al mismo tiempo, que es lo grande, ¿no? Yo creo que el rock and roll es algo así, es una forma de expresar, un medio de comunicación, el más bonito de todos, y sano, por otro lado. No hace daño a nadie: dices lo que sientes y haces que la gente se lo pase bien contigo. Nada más.
-Y para ser rockero, ¿hay que llevar el pelo largo y pendiente?
No (ríe). ¡Qué va, qué va! Lo que pasa es que cuando yo era un crío el pelo largo era una forma de llamar la atención y de llevar la contraria porque, además, me costó mucho tiempo llevarlo porque no me dejaban en casa, era una pelea. Y el día que me dejaron, dije: ¡No me lo corto nunca! Y el día que tuve que ir a la mili, me lo cortaron por narices, y cuando salí dije: ¡No me lo corto nunca! (ríe). Y un poco me mantengo ahí porque ya me he acostumbrado y me veo raro si me lo corto. Me lo he cortado muy pocas veces, y cuando me lo corto, casi no me reconozco. Yo creo que ya forma parte de mi fisonomía.
-¿Y qué se siente cuando haces música y en un concierto te encuentras tantas generaciones diferentes?
¡Buah! ¡Es grande! Muy grande, porque no es fácil. Creo que ahí he tenido mucha suerte, no sé si por lo que digo o por lo que hago. Recordar esa pelea que tenía yo con mi padre por llevar el pelo largo, ver que ahora no existe esa pelea sino que, al revés, ver ahora que los padres y los hijos se juntan para ir a un concierto, eso es muy grande y estoy muy orgulloso.
-¿Qué cree que tiene su música para que llegue a gente de 50 años y gente de 20?
Pues supongo que la sinceridad y que lo que digo es lo que siento. Cuento mis sensaciones, lo que veo, lo que me toca de cerca… y me lo creo, y lo mantengo, y supongo que a eso la gente le inspira credibilidad. Tampoco lo sé, porque como músico no me considero ningún tipo de privilegiado, utilizo cuatro acordes para hacer canciones y decir cosas, nada más.
-Desde que comenzó su estilo apenas ha variado, ¿cuestión de principios o inmovilismo?
En mi caso, no he sido muy estudioso nunca. Cuando era muy joven quería ser el guitarrista más rápido del mundo y, de repente, empecé a ver que los guitarristas que más me gustaban no tenían esas características precisamente. Entonces, pensé que lo importante era hacer canciones y decir cosas. Al final de Leño, cuando empecé a tocar en solitario, me planteé que lo que tenía que hacer era escribir, quizá me preocupaba más escribir que lo que hacía con una guitarra. No sé si es inmovilismo, no sé si es falta de conocimiento o sencillamente que es lo que me sale del alma. Yo quiero pensar que es eso.
-¿Cómo alguien con una treintena de álbumes publicados puede decir que le cuesta escribir las canciones y que toca cuatro acordes? Será modestia, ¿no?
No quisiera pecar de falsa modestia, pero sí es cierto que me cuesta escribir porque es complicado. Y, además, soy muy mal lector, con lo cual no tengo técnica ninguna. Entonces, cada vez que me pongo a escribir lo paso fatal, y me salen pupas, y no duermo… ese tipo de cosas que pasan cuando tienes una preocupación importante. ¡Y es verdad que me cuesta!
Pero cuando lo acabo, la satisfacción es infinita también. Y ahí ando con esa pelea. El año que viene me estoy planteando que tengo que hacer un disco y me digo: “Madre mía, me tengo que meter otra vez en ese túnel oscuro y odioso de ponerme un papel delante y a ver qué dices”. Pero bueno, forma parte de mi trabajo, ha sido mi elección y también te digo que cuando veo el trabajo acabado y me siento satisfecho. Y si veo que la respuesta de la gente es positiva como lo está siendo, pues mucho más.
-¿Cuál ha sido el concierto más especial de su carrera?
Tengo muy presente el día que tocamos en Las Ventas. Se suponía que era el 40 aniversario, un día muy especial, porque tocas en Las Ventas, pero llenarlo como se llenó, antes de la fecha sin entradas, fue algo que no me podía imaginar. Y para colmo el ambiente que se creó, las sensaciones que hubo esa noche allí, y la respuesta del público, para mí va a ser inolvidable. Quizá como concierto no fuera el mejor técnicamente porque yo estaba tan histérico que me equivocaba, pero lo que allí se vivió para mí es irrepetible.
-Encara ya el fin de la gira 'Mentira me parece'. ¿Qué hará cuando termine? ¿Está ya componiendo?
No, no. Eso es lo que quiero hacer pero me he propuesto no hacer nada hasta que termine con la carretera, y ya empezar el año que viene con ese planteamiento. Quiero hacer un disco, tomármelo tranquilo e intentar hacerlo lo mejor que pueda. Pero hasta ahora no he hecho nada. Estoy viajando constantemente y prefiero olvidarme.
-Es decir, que queda Rosendo para rato...
(Ríe). No lo sé (ríe). Yo quisiera durar todavía un rato pero soy consciente de mis circunstancias y estoy al límite de la jubilación, es decir, que no sé lo que me quedará (ríe). Lo que sí está claro es que mientras el cuerpo me aguante, yo pienso estar ahí, dando toda la guerra que pueda.
-¿Cuál ha sido el último concierto al que ha ido como público?
Pues llevo cantidad de tiempo que no voy a conciertos y me estoy perdiendo los mejores. No sabría decirte ahora mismo cuál ha sido el último. Te puedo decir que el último que me he perdido ha sido el de Ben Harper, que estuvo tocando aquí, en La Riviera –Madrid-, y me enteré el mismo día del concierto, que ya no había entradas y ya no hubo posibilidad.
-¿Y un tipo como Rosendo no tiene posibilidad de conseguir una entrada a última hora?
Sí, pero no me gusta utilizar esas artimañas. Alguna vez lo he hecho, pero no, prefiero comprar mi entrada. Por eso también quizá voy menos, porque me pongo con la gente, te dan la brasa y no me entero del concierto. Voy cuando ya ha entrado todo el mundo y me salgo antes de que acabe, y así me pierdo muchas veces lo mejor.
-Podría recomendarnos un grupo que crea que pronto va a dar la campanada...
Veo cantidad de grupos que coincidimos en los festivales que tocamos, pero ahora mismo no sabría decirte y, además, no me atrevo porque seguro que me voy a dejar al mejor. Lo que sí está claro es que hay una plantilla de grupos jóvenes, tocando,sobre todo guitarristas, que los veo y pienso: ¡Cómo me gustaría tocar así, aunque sea a los 60 en vez de a los 20 que tienen ellos! Estamos bastante bien.
-¿Puede decir una canción con la que se quede?
¡Esa pregunta es muy difícil! Hay muchas canciones. Ahora mismo estamos poniendo como sintonía en los conciertos una que conocí cuando tenía 17 años. Es una canción que a mí me pone mucho. Se llama 'Volando en la alfombra mágica'. No es que sea la canción que más me gusta pero de repente se me ha ocurrido esa.
-Le preguntaba por una suya.
¡Ah, una mía! Pues te digo lo mismo: te podría decir ahora una y dentro de media hora otra. Cada momento tiene su canción. Está claro que hay canciones que han marcado mi carrera, como 'Maneras de vivir' o 'Flojos de pantalón', pero no soy yo el que las ha hecho… iba a decir grande, pero no sé si atraverme a tanto... Vaya que yo creo que al final es la gente, el público, el que decide qué canciones son las que merecen la pena.
-¿Cómo ve ahora la industria musical con internet, la piratería, la subida del IVA…?
Estamos en un momento crítico. Es un desastre. Sobre todo para la gente joven, porque los que ya tenemos la carrera hecha, estamos funcionando medianamente, pero la gente que empieza tiene muy pocas salidas. Quizá internet sea, precisamente, su mayor posibilidad para darse a conocer, pero luego no hay quien invierta en ello. En fin, las compañías han desaparecido en su mayoría… Es un momento muy delicado y, además, en España, con el IVA y el poco caso que se le hace a la cultura, estamos a la cola. Es otra de las cosas que habrá que revertir en algún momento. Es una pena.
-Un mensaje para nuestros gobernantes.
Pues que, por favor, se tomen las cosas en serio y se dejen de mirar al ombligo, que ya está bien.
-La última: que su hijo sea telonero en algunos de sus conciertos, ¿no es enchufe?
Hombre, supongo que se le puede llamar así. Cuando hicimos el concierto de Las Ventas, mi empeño es que fuera el telonero. ¿Qué puede decir? ¡Pues sí, en ese caso podemos llamarlo enchufe! (Ríe). Pero no soy muy de facilitarle las cosas, de hecho están grabando su segundo disco ahora y he escuchado cuatro cosas, no quiero aparecer por el estudio, no me gusta meterme en su terreno, aparte que no tiene que ver mucho con lo que yo hago, con lo que más que puedo hacer es confundirle. Y en cuestiones de directo tampoco la música que hace va muy acorde con lo que hago yo, así que lo mismo podría hasta perjudicarlo.