Los investigadores han hallado en la cueva cántabra de La Garma, en el municipio de Ribamontán al Monte, otro rastro de huellas paleolíticas que se suman a las infantiles descubiertas hace unos meses y más muestras de arte rupestre. Las nuevas pisadas son de adultos, datan también de hace unos 16.500 años y se encuentran sobre suelo blando -barro- en el lugar más remoto de la cavidad.
Y a la misma época, el Magdaleniense medio, pertenecen pinturas no figurativas -puntos- realizadas con los dedos en color rojo sobre estalactitas, y un grabado de un caballo sobre el suelo, único en España, hecho con un objeto punzante a pocos metros de las pisadas humanas, siguiendo una técnica típica de esa cultura del Paleolítico Superior.
Más antiguos, aún por datar, son los restos de un animal hallados en esta misma gruta, en la localidad de Omoño. Pertenecen a un oso -posiblemente de las cavernas- y del que también se ha encontrado una huella, sobre la que aparece superpuesta otra posterior, de un humano, que pudo poner su pie encima por curiosidad o como parte de un juego.
Además, en las excavaciones arqueológicas en esta cueva -declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO- también se han descubierto restos de otros animales, como de elefante, de clima templado ya extinguido, o rinoceronte, de una especie igualmente extinta, que tendrían al menos 400.000 años de antigüedad.
Estos hallazgos han sido presentados este viernes por los investigadores Pablo Arias y Roberto Ontañón, director del Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria, en una rueda de prensa en la sede del MUPAC, en la que también han intervenido el vicepresidente y consejero de Cultura del Gobierno regional, Pablo Zuloaga, y la directora de Patrimonio Cultural y Memoria Histórica, Zoraida Hijosa.
Huellas, pinturas, grabado y restos
Los expertos, que han accedido a la cueva acompañados por espeleólogos, han explicado que las nuevas huellas se han encontrado en una galería poco visible y de difícil acceso, sobre suelo aún blando y fresco -de barro, más grueso que la zona donde aparecieron las infantiles, por lo que no se marcan tan claramente como éstas-.
Reflejan el rastro de una persona adulta que, posiblemente durante una exploración ocasional, avanza por un lado de la cavidad hasta que se topa con una colada estalagmítica. Así, al no poder pasar, se da la vuelta y deja el rastro en dirección contraria.
Y a escasos metros del lugar han descubierto una “magnífica” representación de un caballo grabado, hecho por “un gran artista” con una técnica de relieve típica del Magdaleniense y propia del arte mobiliar, pero aplicada aquí en una muestra rupestre, ya que la representación aparece sobre el suelo, también de arcilla blanda.
Se trata de un grabado “raro” en Cantabria y “único” en España, pues solo se han encontrado muestras parecidas en cuevas del pirineo central francés, por lo que sus descubridores creen que este hallazgo se incorporará a los libros de texto de arte.
Supone un ejemplo de “interacción” entre ambas especies, que “se evitaban” y no compartían hábitat, sino que alternaron el uso de la cueva, primero ocupada por los animales y después por los humanos.
Además, los expertos no tienen “ninguna duda” de que esa representación es coetánea a otras pinturas rupestres de La Garma, como por ejemplo las que se han encontrado sobre una estalagmita muy fina, a unos dos metros de alto, hechas con las yemas de dos dedos y con pintura con consistencia de pasta, no líquida.
En concreto, se han hallado cinco pares de puntuaciones, en una zona de la galería que por sus dimensiones obliga a agacharse y cambiar la dirección del paso, por lo que los investigadores creen los hombres prehistóricos señalaban el recorrido por el interior de las cuevas. “Iban balizando su progresión”, han apuntado Arias y Ontañón.
El equipo dirigido por ambos también ha descubierto más muestras de patrimonio natural, en concreto de un animal -un oso, posiblemente de las cavernas, que se suma a restos de un león también del final de la última glaciación- hallado tumbado en el suelo, en el punto donde murió en la cavidad, a la que según creen accedió para hibernar.
Pero lo hizo con anterioridad a los hombres paleolíticos que dejaron sus huellas, antes de un derrumbe que cerró la entrada por la que estos últimos accedieron a la cueva.
Asimismo, han encontrado una huella de ese mismo oso, sobre la que aparece superpuesta otra de humano, que pudo poner su pie encima bien por curiosidad o como parte de un juego, han reflexionado los dos.
De igual modo, han constatado la presencia de marcas de paso en suelo y paredes, tanto de barro del plantígrado como de pintura de los hombres prehistóricos -de sus cuerpos, pelo o trajes- en zonas donde se estrecha el paso.
Con todo ello, los investigadores han señalado que, por ejemplo, en suelos del laberinto de galerías de La Garma se ha explorado apenas el 10 por ciento de la superficie susceptible de investigar, por lo que tras un cuarto de siglo de trabajos en esta cueva queda todavía tarea para “generaciones” futuras.