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Crónica

Muse se da un baño de masas en El Sardinero

El trío británico Muse arrancó su concierto en Santander por todo lo alto.
5 de julio de 2023 09:37 h

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El ambiente era el de las grandes ocasiones en los Campos de Sport de El Sardinero: atascos, problemas de aparcamiento, largas colas, nervios, litros de cerveza en los aledaños y expectación desde muchas horas antes de la apertura de puertas. Solo que esta vez había poco margen para la tragedia en el templo racinguista. El espectáculo estaba asegurado con el desembarco en Santander de un valor seguro como Muse, una de las bandas de referencia en este siglo XXI, que reunió a cerca de 25.000 espectadores en una noche en la que el grupo británico liderado por su vocalista, Matt Bellamy, protagonizó la única fecha de su gira mundial 'Will of the People' en España y arrasó con su rock épico.

El motivo de esta parada exclusiva de Muse en tierras cántabras no era otro que una festividad religiosa como el Año Jubilar Lebaniego 2023, que a falta de otro tipo de peregrinos más convencionales que caminen hasta el Monasterio de Santo Toribio con sus mochilas se ha apuntado a la música como gran reclamo para la atracción de visitantes. Así, desde su arranque oficial el pasado mes de abril, los conciertos jubilares han traído a Cantabria a un ecléctico grupo de artistas que van desde Josep Carreras a Ara Malikian, pasando por Aitana, Bizarrap, Nicki Nicole, Quevedo, Manuel Carrasco, Alejandro Fernández, Andrés Calamaro o este mismo miércoles a Joaquín Sabina.

Con todo preparado para el show, una jornada como esta solo la podía estropear la lluvia. Y estuvo a punto de hacerlo. Seguro que los organizadores tuvieron que tragar saliva y actualizar sus previsiones meteorológicas cuando los nubarrones y el viento tan característico a orillas de El Sardinero, acostumbrado a arruinar las jornadas de playa a los santanderinos, hizo aparición a eso de las nueve de la noche, cuando aún faltaba una hora para la actuación de Muse. Una lluvia fina hizo levantar las cabezas al numeroso público que ya abarrotaba el césped del estadio en el tramo final del concierto de Royal Blood, que habían tomado el relevo de los japoneses One Ok Rock, los otros teloneros de la noche.

Falsa alarma. Solo fueron unos minutos de incertidumbre para añadir un poco de emoción. El gran chaparrón llegó un rato después: primero, con el enérgico concierto de Matt Bellamy, Christopher Wolstenholme y Dominic Howard, que no decepcionaron. Y justo después, cuando todavía resonaban los aplausos al final del show y los más impacientes se apresuraban a la carrera hacia sus coches para ganar minutos al despertador a la mañana siguiente, en una jornada laboral en la que muchos aparecerán con ojeras y la voz rota. Ahí sí descargó la lluvia con toda su fuerza, como colofón a una tormenta musical que durante dos horas había hecho temblar el vetusto estadio del Racing.

Durante esos 120 minutos, el repertorio de Muse recorrió algunos de sus grandes clásicos y también algunos de los temas de su último trabajo, el que les ha sacado de gira este verano y les trajo hasta Santander. Casi con puntualidad británica, si se puede aplicar el tópico a los escasos cinco minutos de retraso con los que saltaron al escenario, los primeros acordes de 'Will of The People' hicieron ya vibrar al público. La lástima fue que en esos compases iniciales del concierto fueran aún a plena luz del día, que tardó en irse, lo que deslució un poco el juego de luces que acompaña el show de la banda de Devon.

Ya en la segunda canción, con 'Hysteria', los británicos pusieron en uso la larga pasarela que les adentraba entre el público casi hasta el centro del campo de El Sardinero. Fue la tónica general de la noche. Largos paseos de todos los integrantes de Muse hacia esa zona privilegiada como única interacción con sus fans. Bellamy y sus compañeros dejaron los speech para otra ocasión mejor y se centraron en la música, que sonó casi sin interrupción durante todo el concierto.

Quizás uno de los momentos de mayor sintonía con los asistentes fue durante la interpretación de 'Compliance', un tema reciente pero en el que la iluminación, las palmas al compás que solicitaron una y otra vez a sus fans y un entregado vocalista permitieron acabar la canción a coro junto a miles de gargantas con una ráfaga de serpentina que fue el inicio de los muchos trucos de artificio que fueron incorporando al espectáculo durante el siguiente tramo del concierto: máscaras, fuego sobre el escenario, hologramas en una espectacular pantalla trasera, móviles arriba con las linternas encendidas para dar ambiente en un estadio a rebosar, más confeti, humo, vídeos introductorios, animaciones, techo retráctil y mucha tecnología para acompañar a algunas de las baladas más suaves de la noche.

En Santander, el público no baila. Eso es un hecho. Palmas al aire, movimientos de cabeza, un pie que sigue tímido el ritmo de la música... Cuesta ver al público estallar o dejarse entregar al rock por el qué dirán tan típico de la ciudad. Eso se hizo ayer más evidente en las tribunas y en la zona noble del estadio, con un palco copado de invitados y autoridades del Gobierno saliente, a algunos de los cuales les quedan unas horas en el cargo pero que se permitieron disfrutar de una fiesta de despedida por todo lo alto. En el concierto de Muse, sin embargo, la llegada de mucho público venido de fuera, que abarrotó el césped para ver el único concierto de la banda en España, rompió un poco ese mito santanderino.

Fue con 'Time is running out' cuando el público se vino arriba definitivamente tras unos minutos de desconcierto. 'Undisclosed desires' sacó todo el partido al provocador del escenario, con el trío británico sobre un avance con un suelo que cambiaba de color al ritmo de la música, con la percusión marcando el tempo. Tras un par de temas instrumentales sin pena ni gloria, Muse recuperó el pulso y los británicos sacaron al público de la monotonía con 'Uprising', volviendo a su rock más épico y guitarrero, con estribillo cantable hasta para los menos avispados con el idioma.

La traca final con 'Starlight' consiguió poner en pie incluso a los más perezosos de las tribunas y acabó de reventar las gargantas de los incondicionales que echaron horas en pie para ver a sus ídolos lo más cerca posible, antes de que 'Knights of Cydonia' sirviera de cierre a un concierto con el público entregado al espectáculo y en el que Muse se dio ese baño de masas -literal, por la aparición de la lluvia- en El Sardinero.

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