Los cines Groucho acogieron esta semana la proyección de dos películas y una conferencia-coloquio a cargo del psiquiatra y escritor Rafael Manrique sobre un tema único: la Inteligencia Emocional. Ensayista, viajero impenitente, amante del cine y divulgador de la cultura en prensa y libros, Manrique disertó sobre el influjo de las emociones y la racionalidad en la vida, lo que para él no tiene que ver con este concepto tan de moda y que, a su juicio, es un mero instrumento para amansar laboralmente a profesionales, directivos y trabajadores.
Inteligencia emocional, inteligencias múltiples... parece ser que la inteligencia es menos inteligente si no va acompañada de algo. ¿No sería suficiente una inteligencia a secas? ¿O es que no hay una única manera de comportarse inteligentemente?
Existe, como naturaleza humana, la inteligencia, que es la capacidad de resolver problemas o anticiparlos y reflexionar sobre todo ello. Eso la vincula con la consciencia. En realidad no hay 'inteligencia', así en general, hay inteligencias aplicadas a cada situación. Una persona puede ser inteligente hoy y estúpida mañana, o inteligente para unas cosas situaciones y boba para otras.
Existe la emoción cuya función más básica es decir “me gusta/no me gusta”. Nos permiten evaluar la situación en la que nos encontramos, aunque no sepamos cómo hemos llegado a ella y condicionan las acciones que nos son posibles en esa situación emocional. Si, por ejemplo, estamos en ira no tendremos apenas capacidad de conductas tiernas.
La Inteligencia Emocional (IE) por su parte es una construcción social reciente que ha nacido en el marco del neoliberalismo y de las nuevas necesidades del mercado laboral. Se trata de unos conceptos y técnicas destinadas al entrenamiento de trabajadores intermedios para que se comporten de manera eficaz para el funcionamiento de la empresa o grupo en el que están insertos.
Si no es un oxímoron, defíname Inteligencia Emocional.
Inteligencia e emoción son esencias básicas de lo humano. No vivimos sin ellas. No son una opción. La IE es un producto de venta al público. Lo hace en forma de noticias, libros, cursos, test. Y en ocasiones, de amenazas: Si no tienes IE puedes ser despedido. Pero incluso constructos como el coeficiente de inteligencia (CI) son productos en venta bastante ridículos. ¿No llama la atención que el mayor CI lo tienen los blancos, varones, educados y de familias con recursos? ¿De verdad ese grupo social son la gente más inteligente que se conoce? Por otro lado, el CI de la nuevas generaciones no hace más que crecer si comparamos con las anteriores. Si extrapolamos hacia atrás resulta que todos nosotros debemos ser dos o tres veces más inteligentes que, pongamos, Aristóteles. ¿De verdad eso es así si uno mira hacia sí mismo o a su alrededor? Por lo demás, ¿acertar series de fichas de dominós o secuencias numéricas le parecen el colmo de la inteligencia? ¡A ver si las partidas de mus o los sudokus son las verdaderas academias y Platón un cursi!
¿No ve nada aprovechable en la Inteligencia Emocional, entonces?
Mi posición sobre la IE es bastante radical y poco compartida, pero no una extravagancia personal. Primero, no creo que eso de la IE exista. Solo existe la inteligencia que lleva a la emoción y la emoción que lleva a la inteligencia. Segundo, la llamada IE es un procedimiento para la adaptación, entrenamiento y obediencia de mandos y profesiones intermedias para crear personas maleables y poco conflictivas. Tercero, la IE nunca se plantea los problemas políticos, sindicales, de discriminación por género, raza, pobreza, lugar de nacimiento o procedencia familiar…
¿Emocionalidad y racionalidad son extraños condenados a entenderse?
Inteligencia y Emoción no están condenados a entenderse. Están ya vinculadas y a veces se apoyan y otras entran en contradicción cuando en una persona hay intereses, deseos o valores contrapuestos… lo que es frecuente. Estamos hechos así.
En ocasiones, conviene una respuesta rápida y emocional. No hay tiempo para más. Otras veces lo conveniente es una respuesta pausada y reflexiva. Lo importante es tener capacidad para ambas. No estar en todo momento y para todo fríos o ardientes. Lo interesante es tener una inteligencia emocionalizada y una emoción intelectualizada.
¿Qué pasará con la Inteligencia Emocional? ¿Cómo va a evolucionar este fenómeno?
Pronto la IE estará sobrevendida. El mindfulness o el pensamiento positivo tuvieron poco recorrido. El mercado se saturará y habrá que inventar otra cosa. De hecho ya está ocurriendo. ¿Por dónde vendrá el próximo producto? Tal vez por la Inteligencia Activa o Creativa o Subjetiva.
Parece que se acaba de descubrir el arte como el bálsamo de Fierabrás de la educación. ¿No tenía antes el arte un efecto terapéutico en las personas y de mejora del conocimiento?
La educación también tiene modas y, en consecuencia, sufre de apellidos: Moral, Ética, Activa, Emocional… Sí me parece relevante la de Paulo Freire, pedagogía del oprimido, hoy muy olvidada.
Cuando los bancos y las universidades de élite abrazan este concepto, ¿es el momento de felicitarse o de salir corriendo?
Si algo lo pagan los bancos y las fundaciones bancarias conviene preguntarse por ello. ¿O acaso alguien cree que los bancos hacen cosas gratis y para el bien común? Que traten de adoctrinar a su trabajadores me parece lógico. Nada que objetar. Lo malo es que se venda como algo científico, los trabajadores se lo crean y las universidades lo acojan.
Desde el punto de vista del poder económico la apuesta por la irracionalidad es clara. La racionalidad nos iguala, la irracionalidad nos diferencia y separa. Si la emocionalidad es la verdad, a más emocionalidad mas verdad y como la emoción es irracional, la irracionalidad es la verdad. ¿Le suena esto? Es el fascismo, el nacionalismo, la religión… Si todos tienen razón, nadie la tiene… excepto quien la puede imponer.
La IE se ha extendido porque es conceptualmente banal y facilona. No hacen falta conocimientos previos para ser un experto. Lo bueno es que da trabajo a bastante gente… y eso en estos tiempos es importante.
La conferencia que ha impartido en los cines Groucho vino acompañada de la proyección de dos films: 'El porvenir' y 'De óxido y hueso'. ¿Qué aportan estas películas al debate?
Las películas 'El porvenir', de Mia Hansen-Love, y 'De óxido y hueso', de Jacques Audiard, tratan de dos mujeres muy diferentes. Duras, reales, emotivas y racionales. En la primera los acontecimientos que la mueven son sencillos, cotidianos, propios del devenir normal de la vida. En la segunda son dramáticos, duros y anormales.
En ambos films las protagonistas tienen que aunar emociones e inteligencia para elaborar un nuevo proyecto para su vida. Porque de eso va la vida, de elaborar proyectos singulares en los cuales, luego, ponemos nuestra vida.