Antonio Pérez Portilla, presidente del comité de empresa de Sniace, atiende a eldiario.es apenas un par de horas antes de incorporarse a su puesto de trabajo en la fábrica de Torrelavega en el turno de noche. Está a punto de cumplir los 60 años y vuelve a la compañía en la que empezó su carrera profesional a los 19 después de más de tres años despedido. A pesar de las múltiples manifestaciones, encierros y protestas que ha protagonizado junto a sus compañeros a lo largo de este tiempo, se mantiene tranquilo y sereno, sin exteriorizar un sentimiento de emoción que parecería lógico tras superar todos los escollos que se han presentado en su camino. “El conflicto de Sniace ha tenido un coste importante para toda la plantilla. No ha salido gratis”, recuerda el sindicalista a modo de explicación, y es que la empresa está muy lejos de ser lo que fue y esta reapertura es una buena noticia con muchos matices. “ Hemos tenido fe. O tomábamos las riendas, o aquí nadie hubiese dado un paso adelante”, insiste este miembro de UGT que ha puesto voz a un grupo de trabajadores que recupera la normalidad poco a poco.
¿Cómo está viviendo la reapertura de la fábrica?
El proceso es largo y lento. A lo largo de esta semana se darán los pasos para que la reapertura de Sniace sea una realidad. Los trabajadores nos estamos incorporando de forma progresiva y ya estamos a turnos. En mi caso, llevo unos días trabajando, porque mi departamento es el primero en arrancar. Este lunes ya ha entrado el primer camión con las materias primas, con un encargo a la antigua empresa de Asturiana de Zinc, que está en Hinojedo, y que también tenía problemas como consecuencia del cierre de Sniace. Allí también será un día de alegría, porque estaban esperando que nosotros recuperáramos la actividad.
¿Qué ánimo tiene la plantilla que se reincorpora a sus puestos de trabajo?
Lógicamente, estamos ilusionados. Por otra parte, seguimos pendientes y deseando que pasen las semanas para que comience a trabajar también la otra fábrica, porque hay que recordar que queda pendiente Viscocel, donde hay que hacer una inversión de ocho millones de euros. Ahí las cosas van a ir más despacio y nosotros lo que queremos es que la plantilla esté contratada por completo. Había que llegar a este paso, que ya se ha producido, y ahora hay que quemar etapas dentro de la programación de arranque que ha diseñado la empresa, que es más lenta de lo habitual para evitar cualquier tipo de incidencia. Hay que tener en cuenta que los trabajadores llevan más de tres años y medio sin desempeñar su función. En los últimos días se ha impartido formación en cursillos que han servido para refrescar todos los conocimientos. Además, Sniace no es una fábrica en la que pulsas el botón y se recupera la producción, sino que hay que cumplir una serie de fases, lo mismo que cuando paramos. Ya tocaba volver. La incorporación de los trabajadores a turnos ya es el síntoma de que Sniace es una fábrica de fuego continuo donde se trabaja las 24 horas. Ahora solo podemos pensar en que todo salga bien, después de todo este tiempo de lucha y disgustos.
¿Ha sido raro volver a entrar a la fábrica después de todo este tiempo despedidos?
Yo lo único que he hecho estos años ha sido cambiar de funciones, porque estos tres años y medio no han sido de paro precisamente, sino que he tenido muchísimo trabajo en el comité. La única novedad que veo es que hoy tengo que ir a trabajar de noche, pero es algo a lo que estoy acostumbrado, que he hecho toda mi vida. Me he habituado rápidamente, porque he pasado muchos años de mi vida laboral en el mismo departamento. Raro, sí, pero no me ha costado mucho recordarlo. En cuanto estás delante de los botones, del ordenador, enseguida sabes lo que tienes que hacer. Yo llevo en Sniace desde 1976, si no recuerdo mal. Voy a hacer 60 años este mes y entré con 19. Casi nada.
Hubo un momento en el que parecía que los únicos que confiaban en la reapertura eran los trabajadores. ¿Se siente orgulloso de lo que han conseguido?
Tú lo has dicho. Solo confiábamos nosotros e incluso muchos compañeros dudaban o pensaban que les estábamos engañando. Sí, sí, al final se habla poco de este tema, porque solo acabó creyendo en la reapertura el comité y la gente que, desde el punto de vista sindical, nos ha apoyado. Llegar hasta aquí ha costado mucho. Sin los sindicatos, que son los que han puesto los medios, los abogados, los técnicos, toda la gente que nos ha ayudado desinteresadamente, los viajes… Todo esto lo han soportado los sindicatos. Llegar hasta aquí y reabrir la fábrica ha sido casi un milagro. Se habla poco de esto.
¿Cuál ha sido el peor momento en todo este tiempo?
Ha habido muchas fases complicadas. Quizás la más difícil fue cuando en junio de 2015 se convocó la Junta de Accionistas de Sniace de cara a hacer la ampliación de capital y donde hubo bastantes tensiones. Incluso se barajó la posibilidad de que Félix Revuelta, el máximo accionista, no pudiera continuar, con lo que se habría venido todo abajo. Ahí estuvimos finos, creo. La intervención del Gobierno de Cantabria facilitó que se celebrara esa operación de ampliación de capital. Luego tuvimos el momento crítico de la aprobación del concurso de lo mercantil, que culminó con una reunión en la sede de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), muy poco habitual. Ahí estuvieron los futuros accionistas, la dirección, el comité de empresa y toda la plana mayor de la CNMV.
Ha habido muchas incertidumbres por el camino y eso solo son una muestra de las más recientes. Me podría remontar más atrás, por ejemplo, a los dos meses de haber sido despedidos, cuando los administradores nos dijeron que el riesgo que corría Sniace es que se liquidara, que se vendiera todo. Eso nos cambió el panorama. Nos despidieron en septiembre de 2013 y te estoy hablando de enero o febrero de 2014. ¡Fíjate desde entonces todo lo que hemos pasado! Espero que alguien se anime a escribir un libro…
¿Se han sentido muy solos en este camino?
Lo que no ha faltado es el apoyo sindical. Es conocido por todo el mundo la ayuda que nos ha prestado gente como María Jesús Cedrún o José María Gruber, los compañeros de Comisiones Obreras… En un proceso tan largo, es lógico que se produzcan altibajos. Ha habido una parte de la plantilla que se ha mantenido fiel a la defensa de sus puestos de trabajo hasta el último minuto y otra parte que pensó que esto era una milonga, que estábamos vendiendo una fantasía y que esto no iba a ser posible. Se han repetido muchas historias. Incluso ha habido gente importante con mucho peso político que, con sus afirmaciones y sus declaraciones públicas, hacía mucho daño a la moral de los trabajadores trasladando la sensación de que era imposible. Todo eso lo hemos superado. Hay otra particularidad también, y es la división sindical con una organización que se desmarcó desde el principio y eso ha ido minando. Tampoco podemos olvidar que el conflicto de Sniace ha tenido un coste importante para toda la plantilla, tanto para los que se han jubilado como para los que han pedido la cuenta o para los que se quedan a trabajar, que han perdido parte de su salario y son los responsables de que todo vaya bien a partir de ahora. Arrancamos, pero hay que pagar la deuda dentro del concurso de acreedores. La fábrica tiene que andar muy fina en los próximos años. Hace 22 años ya pasamos por esto. Mi generación ya superó una situación parecida y ahora la responsabilidad la tiene el que va a trabajar. El que más o el que menos, sale escaldado. De momento, hemos conseguido que se mantengan esos 400 puestos de trabajo, entre directos e indirectos, y volvemos a ingresar en la comarca una buena inyección económica que afectará a todos, pero el conflicto de Sniace no ha salido gratis.
A pesar de esta apertura escalonada, ¿el panorama no está despejado definitivamente?
Evidentemente, las cuentas y los números están hechos. Por eso también se va a modernizar la planta de Viscocel, que va a ser la única que tendrá ocho millones de inversión para que sea competitiva. Esto forma parte del plan de viabilidad que sirvió de base para que se aprobara el concurso de lo mercantil. Esos planes hay que llevarlos a la práctica. Todo está contemplado, pero hay que seguir trabajando en el futuro. Es un esfuerzo para los que siguen trabajando. Sin estos sacrificios, la reapertura de Sniace no hubiera sido posible. Hemos tenido fe. O tomábamos las riendas, o aquí nadie hubiese dado un paso adelante.