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ENTREVISTA Mariano Carmona, secretario general de UGT en Cantabria

“La regulación de la jornada lleva 40 años sin moverse en España: No pasa nada por reducirla”

Mariano Carmona, secretario general de UGT en Cantabria aún no tiene decidido si se presentará a la reelección en el congreso que tendrá lugar en febrero de 2025, algo que dependerá de la decisión de continuidad de su actual equipo y de la incorporación de nuevas caras por aquello del relevo generacional. Lo que sí tiene claro es que va a parar cualquier intento de injerencia en la vida interna del sindicato por parte del Partido Socialista del mismo modo que frenará cualquier tipo de presión para intervenir en la convención de primavera en la que el PSOE renovará su ejecutiva.

Carmona, nacido en Aes, trabaja desde los 18 años y la de febrero, muy posiblemente, sea la segunda ocasión en que aspire a la reelección, después de haberla revalidado en 2021. El dirigente ugetista viene del mundo de la industria de automoción (SEG Automotive), aunque sabe lo que es cortar madera Sniace, trabajar de electricista y cobrar su nómina de una central de alarmas y de otra de aire acondicionado.

En la entrevista, Carmona considera que en materia de derechos laborales y salariales se ha avanzado sustancialmente estos años en España y espera que se reanuden las mesas de diálogo para seguir dando la batalla: ahora, sobre todo, con la reducción de la jornada laboral como uno de los objetivos preferentes; pero también con la vista puesta en depurar y reducir la bolsa de absentismo y sacar adelante con el Gobierno de Cantabria un plan de empleo para jóvenes y personas mayores de 45 años.

En febrero tiene congreso regional. ¿Tiene claro ya que va a presentarse a la reelección?

No puedo confirmar nada porque estoy pendiente de una reunión de Ejecutiva.

Su decisión está vinculada a la decisión de otros, entiendo.

Yo tengo un equipo de trabajo y tengo que preguntar a los compañeros si quieren seguir o no. La base de la Ejecutiva tiene que seguir. Puede haber alguna incorporación, pero tiene que haber equipo.

¿Y a usted que le pide el cuerpo?

(Ríe) ¡Dejarlo!

Pero sus dudas no vienen por la falta de proyectos o ideas.

No, en ese sentido, yo estoy muy contento de cómo nos han salido las cosas, sobre todo en la gestión interna de estos siete años que llevamos. Incluso las cosas han salido mucho mejor de lo que habíamos previsto. En infraestructuras, le hemos dado una vuelta importante al sindicato. Ahora tenemos un local estupendo en Castro Urdiales, también en Santoña, hemos dado una vuelta a la Casa de Los Corrales, la propia sede Rualasal... En tema de infraestructuras, de medios, de gestión interna, hemos hecho un sindicato más ágil, más moderno, de hecho tenemos la asesoría jurídica con siete abogados y tres administrativos ya que lo hemos centralizado todo aquí.

¿Y en términos de afiliación?

Mantenemos más o menos lo mismo que hemos tenido históricamente. Cuando entramos estábamos en dieciséis mil y poco afiliados y ahora estamos en 19.000. Nuestro objetivo al final del proyecto era dejarlo con 21.000 afiliados, pero las nuevas formas de trabajo, los contratos en precario, las jornadas parciales... hace difícil que haya gente que pueda pagar 13-14 euros, pero lo que sí notamos es que hay una presencia de gente importante en la casa. Vienen muchas personas a consultar. Al final, después de todo lo mal que se ha hablado de los sindicatos, de 2007 a 2012, a pesar de la campaña de desprestigio, la gente que viene al sindicato sabe dónde está.

¿Qué queda por hacer?

Hay otras ideas sobre servicios complementarios nuevos. Por falta de proyectos, no es. Nos quedan por concluir infraestructuras. Y en ese sentido, estamos contentos.

¿Cómo afrontar el relevo generacional el sindicato?

Cuesta. Los jóvenes que se acercan al sindicato luego tienen una buena implicación en el mismo. Siempre quise rodearme de gente más joven que yo y hay tres o cuatro personas en la órbita de la Secretaría General y tendrán que tirar para adelante como hemos hecho los demás. Pero yo creo que es un buen momento: se han alcanzado acuerdos sobre la reforma laboral, el salario mínimo, los acuerdos de la COVID, el subsidio para los mayores de 52 años...

Al igual que ustedes, el PSOE tiene congreso regional en primavera. ¿Les preocupa la evolución de un partido del que siempre han estado cercanos?

Es cierto que hay personas que tienen una doble militancia, y a veces eso más que un beneficio lo que genera son muchas tensiones, tanto en el PSOE como en la UGT. Yo recuerdo la primera época [por el proceso de sucesión de Rosa Eva Díaz Tezanos al frente del PSOE] en que a mí me llegaron a decir que había tomado parte en el proceso apoyando a [Pablo] Zuloaga, cosa que es absolutamente mentira; y ahora ya he recibido alguna llamada diciéndome que me estoy posicionado en apoyo a Pedro Casares y también es otra mentira. La Secretaría General del Partido Socialista la elegirán en su congreso y la de la UGT en el de UGT, y yo no voy a permitir ninguna injerencia ni en una dirección ni en la otra.

Pero ¿hay muchas presiones?

Yo tengo una cierta facilidad para decir que no, así que no me cuesta mucho.

Otoño

Y aún le queda el último tramo de gestión antes del congreso del sindicato. ¿Cómo va a ser este otoño, desde el punto de vista reivindicativo?

Veo ahora mismo a una CEOE que está muy politizada, más pendiente de la política que de los temas de los que debería ocuparse, que ralentiza el Diálogo Social. En las mesas tripartitas lo que echamos en falta son las propuestas. Nosotros apostamos en la mesa por reducir la jornada [a 27,5 horas semanales, con 32 como objetivo] porque es una forma re de repartir el trabajo y la riqueza. No tiene ningún sentido que se estén incrementando las jornadas de trabajo cuando todavía hay un paro estructural y se siguen planteando expedientes de regulación de empleo. La regulación de la jornada lleva 40 años sin moverse en España. No pasa nada por reducir la jornada.

Tampoco se acabó el mundo con la subida del salario mínimo...

Ni con la reforma laboral.

¿Es una cuestión de concepto?

Eso es. A ellos les encantaría que la jornada fuera ilimitada y que el salario no existiera. Para ellos sería un mundo perfecto. Lo ven como una pérdida de competitividad de sus empresas, pero estas no la pierden, la pierden por no reinvertir los beneficios, por no investigar. ¿Cómo un empresario puede estar metido en 25 sociedades? Eso no es ser un empresario, eso es ser un especulador.

¿Esta es una figura habitual?

Sí, claro. Hay algunos que no, pero otros muchos están más pendientes de especular.

¿Hasta dónde están dispuestos a llegar con la reducción de jornada?

Al parecer es una cuestión de formas. Nosotros queremos bajar a las 32 horas, a trabajar cuatro días a la semana, eso se puede detallar en la mesa de Diálogo Social. En otros países se hace y los resultados son buenos, aumenta la productividad y se genera empleo.

Nosotros queremos bajar a las 32 horas, a trabajar cuatro días a la semana, y eso se puede detallar en la mesa de Diálogo Social

¿Qué más tienen en la agenda para el Diálogo Social?

Hay nuevo gobierno. Si la pregunta es si el Diálogo Social ha avanzado adecuadamente en este años y medio, la respuesta es no. Entiendo que intenten guardar las formas, pero a día de hoy estamos pendiente de la convocatoria de la mesa permanente y allí trataremos de influir. Nos gustaría que en esa mesa se evaluara la ejecución de los presupuestos generales, dónde no se ha ejecutado; hay que conocer el presupuesto del Gobierno de Cantabria, y en esa pelea intentaremos estar.

Si la pregunta es si el Diálogo Social ha avanzado adecuadamente en este años y medio, la respuesta es no

¿Cómo está la propuesta de Observatorio?

Se va a crear el Observatorio de la Empresa Pública. Hemos nombrado a nuestro representante. Será un Observatorio en donde se comprueban las políticas y las diferentes irregularidades, una veces involuntarias y otras voluntarias.

¿Jóvenes, mayores de 45 años?

Tenemos que hacer un plan de empleo. Parece que no se han agotado los presupuestos y luego habrá que buscar un plan de empleabilidad para los mayores que tienen más dificultades para acceder al mercado laboral.

Una mujer de más de 50 años, ¿qué expectativa tiene en el mundo laboral?

Lo tiene muy mal.

Eso me lo imagino, pero ¿qué puede hacerse para corregirlo?

Es muy complejo porque no tienen las mismas expectativas quien vive en el mundo rural que quien vive en el mundo urbano. Si consiguiéramos un equilibro entre los sectores productivos sería bueno para todos y facilitaría a las personas buscar empleo en su entorno. No es tan difícil...

Pero, ¿esta comunidad no está poniendo todos los huevos en el cesto del turismo?

Ese es el problema. Yo nunca he oído hablar a un consejero de Desarrollo Rural sobre este tema con la franqueza necesaria, es decir, yo no digo que el tema del lobo no sea importante, ni la PAC; pero se va a perder todo el conocimiento del medio rural con esta generación. El mundo rural es el 60-70 por ciento de la economía... Hay que apoyarlo y buscar el equilibrio entre los tres sectores productivos.

No se puede entender la emancipación de los jóvenes sin solventar el problema de la vivienda.

Todos, de una manera u otra, somos víctimas de la situación de la vivienda en los últimos 30 años y tiene mala solución porque está en manos de especuladores. ¿Cómo es posible que viviendas oficiales acaben en manos de especuladores o fondos de inversión? Esa es la prueba más evidente de que algo va mal.

Y en términos de empleo, ¿cómo pinchar la bolsa de paro juvenil?

Hay que hacer una oferta en serio por la formación profesional.

¿Por qué no le gusta las ferias de empleo como están haciéndose ahora?

No nos gustan porque están, si no al borde de la ley, prácticamente. No creo que ninguna persona tenga que identificarse como parado o mujer maltratada. Se parecen más a las ferias de empleo que hacían los señoritos andaluces en el siglo XIX en las plazas de toros. El Servicio Cántabro de Empleo es un organismo público que se dedica esto y si hay que poner en contacto a empresarios y trabajadores y hacerlo con ofertas de trabajo legales (algunas de las que están publicadas no lo son, con categorías profesionales que no existen como la de cocinero-limpiador)...

Las ferias de empleo se parecen más a las que hacían los señoritos andaluces en el siglo XIX en las plazas de toros

¿Y el Servicio Cántabro pasa por ello?

Sinceramente, pienso que no lo tienen bien filtrado. Si hay asociaciones, como la de hostelería, que no encuentra gente para trabajar, a mí se me ocurren soluciones: tienen que ponerse en contacto con el Servicio Cántabro de Empleo y decirles lo que necesitan para junio y que los formen. Y luego tendrán que ponerse de acuerdo con ellos con el convenio. Detrás de todas estas cosas siempre hay mucho más. No puede ser que el control horario se haga en un folio a boli y, si no se firma, se quede sin trabajo. Eso de que la gente no quiere trabajar es un mantra que es mentira. Lo que sucede es que hay mucha gente que no está dispuesta a trabajar para cualquier cosa y por cualquier dinero. En Baleares no tienen problemas para trabajar en la Hostelería porque pagan 1.700 o 1.800 euros. Entonces, van a trabajar.

Eso de que la gente no quiere trabajar es un mantra que es mentira. Lo que sucede es que hay mucha gente que no está dispuesta a trabajar para cualquier cosa y por cualquier dinero

¿Cuáles son las denuncias que más predominan en el sindicato?

Reclamación de cantidades por mala aplicación de los convenios, liquidaciones incorrectas, aplicaciones de convenios, reclamación de categorías, maternidades y paternidades... La casuística suele ser la misma siempre.

Una importante parte de la actividad sindical se realiza en las administraciones públicas. ¿Cómo está la situación?

Se está en procesos de estabilización en casi todos los ayuntamientos. Antes del 31 de diciembre tienen que estar concluidos y creo que ahí se está trabajando adecuadamente.

¿Cómo ve el estado de salud de los servicios públicos en Cantabria?

En algunos casos, están mejor de lo que se dice y en otras muchos más descuidado.

Geográficamente, quiere decir.

Sí. A mí me sorprende, y es una opinión personal, ir al Hospital Valdecilla y ver que tienen un nivel de estrés importante, con las urgencias llenas, los pasillos ocupados y colas de gente hasta las ambulancias. Luego, toda la mala fama que pueda tener la Atención Primaria me parece injustificada, pero tampoco me parece que tengan el nivel de estrés que puede tener Valdecilla. De todas formas, es que en España tenemos un estado de Bienestar envidiado en Europa.

¿Y ese estado del Bienestar corre riesgo?

Yo creo que hay que defenderlo y corremos riesgos. Si nos dejamos embaucar por propuestas como la de Garamendi [presidente de la CEOE nacional] para que cobren los trabajadores las cuotas de la Seguridad Social y que ellos mismos hagan luego sus planes de salud y pensiones. Al final, el gobierno de turno tendrá que invertir en los pilares del Estado de Bienestar el dinero que se requiera y eso hay que decidirlo en el Diálogo Social.

¿Es insostenible?

Sobre todo lo que hay que quitar son los mantras que todos los días están metiendo miedo a la gente: las pensiones se acaban, la sanidad es insostenible, la inmigración es mala... La inmigración ha existido toda la vida, siempre se ha trasladado la gente de un lado a otro y hay gente que viene a buscarse la vida aquí porque en su país de origen no puede, entre otras cosas porque les hemos quitado sus recursos naturales. Yo también lo haría. Son y van a ser los que van a contribuir al sistema. Todo esto viene alentado por los discursos de extrema derecha.

Seguridad en el trabajo

¿Le preocupa la evolución de la seguridad laboral en las empresas de Cantabria?

Sorprenden declaraciones como las del presidente de la patronal de que valía más que nos ocupásemos del absentismo. Hemos reforzado lo que se refiere a salud laboral porque nos preocupa mucho. El absentismo laboral es una tragedia...

Ahí se contabilizan permisos de todo el tipo...

Aparte de que contabilizan como absentismo cosas que no lo son, el absentismo es una tragedia porque detrás hay mujeres y hombres que han perdido la salud como consecuencia del desempeño del puesto de trabajo. Me preocupa que haya quien enferma o se accidenta en sus empresas y en muchas ocasiones no son atendidos en las mutuas, sino que son remitidos al Servicio Cántabro de Salud. Y me preocupa, ya no solo los accidentes mortales, sino en que se tarde en diagnosticar a esas personas seis, siete u ocho meses y mucho más en recuperarlos. Eso es lo que más me preocupa: que estemos condenando a personas a vivir enfermas y ni siquiera las diagnosticamos ni las recuperamos. Además, como en muchas ocasiones no coinciden los tiempos de recuperación con los legales, lo que se hace es que al cabo de año y medio se les incapacite con el 55% de la base de cotización. Deberíamos pedir después una indemnización del dinero que se ha dejado de cobrar, porque hemos estado enfermos y encima viviendo con el 55%. Tenemos que hablar del absentismo de forma seria, con el Servicio Cántabro de Salud, con el INSS, con el ICASS, con los empresarios, los sindicatos, con la Inspección de Trabajo y allí, entre todos, decidir qué es el absentismo y, después, que al trabajador se le atienda y se le diagnostique en la mutua y no se le derive al Servicio Cántabro de Salud, porque luego el Servicio Cántabro de Salud deriva a las mutuas a la gente a operar por las tardes, por lo que el sistema es doblemente perverso. Y a partir de ahí. hacemos es un cronograma de actuaciones si de verdad queremos acabar con el absentismo.

Estemos condenando a personas a vivir enfermas y ni siquiera las diagnosticamos ni las recuperamos

¿Y qué cultura hay en las empresas sobre la seguridad en el trabajo?

No puede ser que el Plan de Prevención de Riesgos Laborales de una empresa sea una carpeta metida en un armario.

¿Siguen en el limbo las enfermedades derivadas de sustancias como el amianto?

Ha habido una evolución pero habría que revisar todas las enfermedades profesionales.

¿El registro de afectados por amianto sigue pendiente?

Sigue pendiente, sí, porque fundamentalmente el problema es que detrás hay gastos. El problema es que las empresas no quieren asumir la responsabilidad.

¿La identidad LGTBIQ+ en las empresas sigue siendo un problema para algunos trabajadores?

En la empresas en donde hay una representación sindical fuerte el tema está más o menos controlado y luego hay otras pequeñas en donde hay gente que padece. A veces nos critican porque solo nos ocupamos de este tipo de cosas y no es así. Nuestro trabajo es el Derecho Laboral pero hay que dar visibilidad a todas estas personas, como hay que dársela a las que han tenido el sida, y cómo han estado marginados en su puesto de trabajo, así como a las personas LGTBI+.

¿Les consta que ha habido discriminación?

Nos consta que ha habido verdaderas aberraciones. Hoy está más controlado porque afortunadamente la gente va evolucionando en este tipo de mentalidad. Pero nuestro objetivo es atenderles aunque solo sea una persona. Ahondar más en temas de feminismo y LGTBI+ es fundamental.