CANTABRIA.-
La exdiputada de Podemos Verónica Ordóñez se ha ratificado este martes en la denuncia por acoso a su entonces compañero de partido y del grupo parlamentario, José Ramón Blanco, en el juicio contra él, reafirmando que sufrió insultos y vejaciones desde 2015 hasta 2019. Sin embargo, el acusado ha negado los hechos y ha asegurado que “nunca” la ha “insultado” o “menospreciado”. “Ni siquiera la he gritado, ni yo a ella ni ella a mí”, ha remachado.
Así lo ha declarado ante la magistrada titular del Juzgado de lo Penal número 5 de Santander, Adela Morales, en una vista celebrada en el Salón de Actos del complejo judicial de Las Salesas y por segunda vez, después de que la Sala de la Sección Primera de la Audiencia Provincial de Cantabria ordenara repetir el plenario al anular el celebrado por el juez de lo Penal 2, José Hoya Coromina, sobre quien recayó el caso, su sentencia, por “dudas” sobre su “imparcialidad”.
En ese fallo, dictado en febrero de 2020, absolvía al procesado de los delitos de lesiones y contra la integridad moral -por autoridad o funcionario- de los que le acusaba Ordóñez y la Fiscalía, así como otras dos integrantes del partido.
Y aunque la vista se había vuelto a señalar para febrero de este año, se suspendió por la huelga de letrados de la administración de justicia, y se pospuso a esta jornada, en la que han declarado el enjuiciado, la denunciante y el grueso de los testigos. Los tres restantes, las conclusiones e informes tendrán lugar en una nueva sesión a finales de este mes.
El exlíder de Podemos, elegido en el cargo en febrero de 2015, ha explicado a preguntas de las partes que conocía a Verónica Ordóñez desde “meses antes” de acceder a la Secretaría General del partido y ha recordado que ambos fueron elegidos parlamentarios en las elecciones autonómicas de mayo, junto a Alberto Bolado.
Ha añadido que tras ese verano se habían formado dos grupos dentro del partido, los afines a Pablo Iglesias (entre los que ha situado a Ordóñez) y los seguidores de Iñigo Errejón (facción a la que pertenecía él), y ha señalado que esta división -que se repetía en todo el país- se mantuvo “hasta que fueron expulsados todos los errejonistas”.
Pese a ello, Blanco ha aseverado que es “totalmente falso” que desprestigiara o menospreciara a su entonces compañera de filas, en la formación y en el Legislativo, enfatizando al respecto que precisamente fue él quien la propuso para liderar el grupo parlamentario, “por su plena capacidad y gran trabajo como portavoz”. De hecho, se opuso a quienes la quisieron “expulsar” del puesto, aunque también lo hizo “por imagen, por no montar un escándalo”.
Igualmente, ha rechazado que hostigara a personas próximas a Ordóñez. “El que estaba aislado en el grupo parlamentario era yo”, ha contrastado. “Yo sí que estuve totalmente solo hasta 2019”, ha insistido Blanco, subrayando que fue él quien dejó el despacho en la Cámara y se fue a otro “al lado”, pero negando en cualquier caso que desde allí gritara o insultara a la denunciante y que otras personas, incluso trabajadores y de diferentes partidos, oyeran esas expresiones. “Nos comportábamos como diputados. Teníamos aspiraciones a seguir (en la política)”, ha defendido.
Sí ha admitido que “muchas veces” vio llorar a Ordóñez, pero lo ha atribuido a cuestiones personales de la diputada y ha apuntado que él también lloraba en momentos de “tensión política”. Al hilo, ha comentado que la denunciante “ostentó todo” en Podemos y lideraba el grupo parlamentario y a “un sector del partido”, y que lo hacía “para tumbarme como secretario general”.
Blanco dimitió de todos sus cargos orgánicos en octubre de 2018, pasando a ser diputado raso, por las denuncias por acoso, y después de haber ganado las primarias internas celebradas en abril la lista encabezada por Rosana Alonso y de la que él formaba parte.
En este punto, se ha referido a una reunión de un círculo de Podemos Camargo en la que, según ha dicho, Ordóñez y los demás participantes abordaron la posibilidad de “hacer todo lo posible para descabezarnos, a Rosana y a mí, a toda costa”, hasta el punto -ha lamentado- que no se pudieron presentar a las siguientes elecciones.
Con todo, José Ramón Blanco ha enmarcado las denuncias internas interpuestas contra él por las tres integrantes de la formación -una de ellas trabajadora y que acudió a la vía judicial- en un momento en el que Verónica Ordóñez “había perdido todo el poder”.
“Ojalá te mueras”
Por su parte, la denunciante -que ejerce la acusación particular y que recurrió la sentencia anulada por “arbitrariedad” del juez, adhiriéndose a su recurso el fiscal- ha reiterado lo manifestado hasta ahora, y que ha sido corroborado por varios testigos de los que han vuelto a comparecer por la repetición del juicio.
De acuerdo con la declaración de Ordóñez, las relaciones con Blanco se empezaron a “enturbiar” cuando comenzaron las reuniones del consejo ciudadano, el órgano de dirección del partido, sin que a día de hoy sepa -ha dicho- el “porqué” de esa “violencia” de él sobre ella, y que ha achacado a su “persona” y no a cuestiones o diferencias políticas. “El problema era yo”, ha zanjado.
Al respecto, ha indicado que en dichos encuentros Blanco la ordenaba que se “callase” alegando que “no sabía nada”, lo que le provocaba “ataques de ansiedad”. Por lo demás, la división interna en el partido, entre 'pablistas' y 'errejonistas', no supuso problema alguno para ella -más allá de “discrepancias de opinión” o “discusiones políticas”-, hasta que “se empezó a ejercer violencia” sobre ella, sufriendo “agravios” y “agresiones”, que luego se extendieron a otras personas de su “entorno”.
La diputada ha remarcado que en el Parlamento su entonces compañero “subió el tono”, aseverando que la “perseguía por los pasillos” mientras ella se “refugiaba en la cafetería”. Y tras indicar que las paredes de los despachos son de pladur y “se oye todo”, ha afirmado que a raíz de las primarias de 2018 escuchó a Blanco proferir expresiones contra ella como “ojalá te mueras” o que el camino por carretera desde Castro Urdiales -donde residía Ordóñez- a Santander -sede del Legislativo- es “muy largo” e igual “se mata”.
“Era público y evidente. Lo conocían los funcionarios” de la Cámara, ha apuntado la denunciante, para añadir que a través de terceros tuvo conocimiento de que Blanco había llegado a comentar que “iba a contratar a dos rumanos para matarme”.
Debido a lo anterior, empezó a ir acompañada de otras personas, que iban con ella para “protegerme y cuidarme” y que también sufrieron las mismas “consecuencias”. El objetivo de no ir sola era tratar de que la “violencia verbal no pasara a agresión física”.
Ha apostillado que esa situación duró hasta que Blanco y Bolado “decidieron” expulsarla de la portavocía del grupo parlamentario, en enero de 2019, y que ella aguantó por responsabilidad social y política y “porque soy una profesional”.
Meses antes, en 2018, denunció los hechos porque la violencia se había vuelto “más intensa”, y había llegado un punto en el que, según sus palabras, se 'partió“ y ya no podía más, por lo que empezó tratamiento psiquiátrico y psicológico que continúa en la actualidad. Por último, Verónica Ordóñez ha indicado que a raíz de estos hechos sus estados físico y anímico han ”cambiado muchísimo“.
En el juicio han declarado más de una decena de testigos, algunos de los cuales han corroborado los insultos, vejaciones y hostigamiento referidos por la denunciante, así como las malas relaciones en general entre los miembros de Podemos. De hecho, los encargados de elaborar el informe interno han indicado que ha sido “el caso más grave que hemos investigado”.