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“La cárcel por la cárcel no reinserta ni cambia mentalidades”

Rosa PeredA Serrano participa en la librería La Vorágine en el ciclo 'Militancias'.

Alesander García

Rosa Pereda Serrano (1951, Torrelavega) lleva toda una vida dedicada a luchar por los objetivos que creía justos y necesarios. Dedicada profesionalmente a la enseñanza, Pereda ha centrado su 'pelea' en los derechos de las mujeres y la educación de los niños, aunque recuerda otras muchas movilizaciones en las que ha participado y una con especial humor: protestando por los derechos de los ganaderos llenaron el barrio torrelaveguense de La Inmobiliaria de paja y pusieron vacas a pacer.

Esta militante del Movimiento Feminista, el Movimiento Cooperativista y el Movimiento de Renovación Pedagógica ha luchado durante muchos años por los derechos de gente que no conoce y lleva otros tantos transmitiendo esos mismos valores a los alumnos que han pasado por sus clases. Rosa Pereda charla con eldiario.es horas antes de su intervención en la librería La Vorágine con motivo del ciclo 'Militancias'. La suya ha sido “sencilla”, pero le ha hecho “estar activa en la sociedad”.

¿Cómo comenzó su militancia?

Empecé un poco tarde en la militancia política. Primero había participado en un colectivo de renovación pedagógica, con eso vas cambiando y olvidas todo lo que te habían enseñado, que es pura teoría. En la vida te pasa lo mismo. Estoy casada con un hombre que desde los 16 años estaba participando activamente en la militancia política y planificando poder intervenir algo socialmente. Empecé en la Asociación de Vecinos de La Inmobiliaria, y poco a poco me iba metiendo más. Aprendí a participar, digamos.

Otra de las cosas que hicimos a través del Movimiento Cooperativo fue conocer a la gente feminista y montar una Asamblea de Mujeres en Torrelavega, que ha estado funcionando muchos años,  hasta la típica edad en la que hay llevar un ritmo diferente porque ya no hay hijos e hijas, sino abuelos y abuelas. Cuando participaba en las asambleas yo ya pertenecía al Movimiento Cooperativo -con Ana Estébanez-. Ya en las estructuras de las mujeres iba a las reuniones de coordinación, y de ahí a muchas peleas de todo tipo.

¿Por qué tipo de causas ha luchado?

Por muchas. Cuando yo empecé ya estaba la Ley del Divorcio, el anticonceptivo... pero no había, por ejemplo, centro de planificación en Torrelavega. Hicimos un encierro para pedirlo. Las peleas más fuertes han sido relacionadas con agresiones y el aborto. También conseguimos -con un local del Ayuntamiento y distintas subvenciones- montar un punto de asesoría para mujeres. Después, con la Ley de Aborto, las mujeres a lo único que venían era a comentar sus dudas o sus problemas. Nosotros las decíamos lo que había, pero que ella era la que tomaba la decisión. No presionábamos en un terreno ni en otro. Ella era la que tenía que valorar. Han sido años de trabajo y unas militancias bastantes activas.

Su método pedagógico también ha tenido en cierto modo una 'militancia', ¿verdad?

En mi actividad pedagógica ha tenido mucha influencia un colectivo que se llamaba A.C.I.E.S., de Freinet (pedagogo francés), que tiene una forma de pensar un poco diferente. Por ejemplo, el tema de las asambleas -que hoy en día se sigue al pie de letra, está en todos los libros pedagógicos- y lo inició él después de la guerra. Era un hombre que se adelantaba a su tiempo.

En España se llamaba Asociación para la Correspondencia e Imprenta Escolar (A.C.I.E.S.) y no nos pudimos llamar Movimiento Cooperativo hasta que no murió el que tú ya sabes... Eran reuniones que no se podían dar fácilmente. La verdad es que fueron aquellos maestros los que más tarde tuvieron que marcharse de España, aunque también hubo fusilados. Es un movimiento que, sobre todo, da voz a los niños y a las niñas y que te implica un poco en la vida del pueblo en el que estás.

¿Han seguido las nuevas generaciones el camino que marcaron?

En Torrelavega no hay un movimiento como había en la asamblea, como lo hay en Santander. Se mantiene y queda la gente joven -cuatro jóvenes eran alumnas nuestras-, pero aquí no hay. Sí que funciona el centro de mujeres del Zapatón y sí que se reúnen muchas mujeres, pero no te puedo comentar si hay un nivel de debate feminista.

Después, en temas más generalizados, como las agresiones, hay más colectivos que ahora están saliendo. No todos opinamos lo mismo sobre ciertos temas, pero la gente sale en esos colectivos y son muy diversos. También nos ha pasado que hay muchas cosas que la institución cogió en un primer momento, como era el área de la mujer, y que nosotros siempre reivindicábamos que fueran llevados por mujeres con una formación feminista, porque de lo contrario puede ser algo que está ahí pero que no está cumpliendo con los fines que tiene. Pero sí que pedíamos que las instituciones pusieran asesorías y demás para las mujeres. Ahora se han quedado en muy pocos sitios. Era exigir y no siempre con buenas formas, pero se pedía.

¿Cree que el Gobierno de Cantabria invierte suficiente esfuerzo en prevenir y concienciar en materia de violencia machista?

Nosotros hace poco estábamos viendo el tema de la reinserción en Bilbao. Yo creo que aquí no hay ninguna asociación que lo esté trabajando y que nos pudiera aportar datos. Nos parecía muy interesante ese tema, porque la gente es de una manera de ser, pero las personas tenemos voluntad para cambiar nuestros comportamientos y nuestras maneras de pensar. Entonces, yo pienso que ese trabajo con agresores está muy bien, aunque hay otra gente que opina que no. De las instituciones sí que debería partir algo, porque vemos que la cárcel por la cárcel no reinserta ni cambia mentalidades, simplemente quita libertad.

Usted trabajó por mejorar el barrio durante años. ¿Cree que los problemas de La Inmobiliaria siguen siendo los mismos?

Era un lugar totalmente diferente y ya entonces tenía sus problemas. Sobre todo de espacio y alguno de desahucios. Me acuerdo que las criaturas solo tenían la campa de la iglesia para jugar y eso se lo cargó la Iglesia, porque como es tan generosa... Pues puso un jardín de mierda que no valía para jugar.

Ahí hubo una pelea fuerte con Rotella, el antiguo alcalde, prometió estar cuatro años, pero en cuanto hubo la ordenación urbanística se largó. También hizo una trampa que ofrecía los terrenos de la Sniace -como los de Sierrallana- en La Inmobiliaria para agrandar el colegio, una zona de jardín... Pero todo se quedó en borrajas y eso fue una fuerte batalla en la propia asociación. Gente que tenía confianza y gente que no la teníamos.

Hace poco recordé por la prensa una vez que hubo un problema de ganaderos y llenamos toda La Inmobiliaria de hierba y paseamos vacas. También hacíamos unas fiestas populares, en el sentido de juegos para las criaturas, charlas...

¿Se metieron en líos serios?

La asociación como tal, no. En aquel momento estaban las asociaciones fuertes. En cambio, con las mujeres, sí que nos metimos un poco en líos. Aparte de las pintadas que siempre te pillaban, nos encerramos para conseguir el centro de planificación. Estuvo ahí actuando una temporada un ginecólogo y la enfermera y atendían a gente joven -que eran las campañas que hacíamos- y después ya lo pasaron a Sierrallana, donde dejó de funcionar como centro de planificación.

¿Se imparten suficientes charlas y talleres de formación?

En el tema de educación, sí. En los primeros años tampoco podía participar mucho socialmente porque principalmente siempre hemos primado la renovación, el perfeccionamiento del profesorado, debates con gente... Se ha cuidado mucho y se sigue cuidando. Tengo como proyecto con los de 4º de la ESO trabajar sobre los buenos tratos. Una campaña que se lleva a cabo por la gente que conocimos en muchas ciudades, que se llama 'Por los buenos tratos'. Los alumnos de mi colegio llevan varias charlas este año, porque siempre nos acogemos a lo que te ofrecen las instituciones -el Instituto de la Mujer, el Ayuntamiento, lo que sea- y se trabaja mucho el tema. Tanto este como el de la cooperación y la solidaridad. Son temas constantes.

¿Qué temas trabajan en esas actividades?

Principalmente, las relaciones interpersonales y las relaciones de pareja, es decir, va un poco enfocado a hablar sobre las ideas del amor, qué representa y qué ideas y conceptos nos está transmitiendo la sociedad. Saber también cuándo empieza el maltrato, intentar que la gente se sienta autónoma y que respete siempre su propia libertad. Va un poco dirigido a eso, a prevenir a la gente joven, que no es miel siempre todo lo que reluce. Empieza con un control determinado, un “te quiero mucho y tal”, luego “tengo celos con tus amigas” o “tengo celos de no sé qué”. Trabajar también el tema del los celos, el acaparamiento y los malos tratos. Dónde empieza y cómo la espiral va cada vez a más.

¿Están sus alumnos mejor educados en el respeto en relaciones interpersonales que sus padres?

Yo creo que hay de todo. Desde el Movimiento de Renovación Pedagógica y desde el feminismo hay otro tema, que es la educación emocional. Ahí entran con que los chicos han sido educados de una forma y que tiene que expresar un determinado comportamiento y solo determinados sentimientos. Es una labor que no solo exige que te escuchen y que te atiendan mientras explicas, sino que exige una transformación personal. A un adolescente que está en pleno cambio, tampoco le podemos exigir en exceso porque, muchas veces lo que aprendemos de jóvenes lo puedes hacer cuando eres un poco adulto o no.

Pero en la edad joven sí que se da, sobre todo en la adolescencia, el querer mantener ese machismo: el no llorar, el juguetear con ellas de cierta forma, o la agresión siempre de tipo sexual o sexista. Creo que eso no les beneficia y hay que hacerles reflexionar sobre eso. Sobre cómo se siente la otra persona.

Y hacerles olvidar ciertas cosas que les han enseñado....

Claro, porque quiera o no, sí que siguen lo que ven en las familias, en los medios de comunicación... Además, tienen mucha más facilidad a través de los móviles de decir o hacer todo el bullying que les dé la gana.

Algunos colegios españoles están exportando de países como Finlandia la figura del 'vigilante del patio' exclusivamente dedicado a evitar el bullying. ¿Lo ve excesivo o necesario?

Estaría bien, porque hay cosas que muchas veces no captas. Pasa lo mismo en las asambleas, dicen: “¡Jo! Es que parece que en las asambleas solo se chiva”. Pero hay detalles que tienes que escucharles, porque hay cosas que pillas por lo que cuentan en clase. Hay algunos muy sibilinos que delante del adulto parecen muy buenos y luego en el patio las hace gordas. En un centro no tiene que estar solo el profesorado, y si las instituciones aportan con charlas, hacerles conscientes porque a todo no llegamos; tenemos que trabajar otros temas más cotidianos y el currículo.

¿Los jóvenes son reticentes a contar cualquier tipo de abuso?

Depende, porque también se aprenden muchas cosas. Me acuerdo una temporada en la que alguno rompía la puerta, y nadie decía nada. Cuando decías: “Vale, la puerta la vais a tener que pagar todos”, veías cómo poco a poco el debate se iba dando entre ellos -“Si fulanito o fulanita son siempre los que hacen eso, ¿por qué vamos a tener que pagar siempre nosotros lo que hacen mal, si no cambian?”. Ellos mismos tienen que aprender que lo que hace la otra persona es abusar de ellos. En mi centro, las tutoras y las asambleas sirven para enterarte de eso, pero es muy difícil para una criatura expresarlo. Una que es un poco gordita o tímida y está sufriendo burlas, le va a ser muy difícil contarlo, ya no te digo temas de abusos... Imagínate lo difícil que sería contar algo así. No es nada fácil. Además, siempre intentan no hacer sufrir a sus padres y no lo cuentan. No todos los problemas de los jóvenes son por acoso. También hay peleas, y también hay que trabajarlo, ver las dos versiones y ver cómo lo pueden solucionar y pedir sus disculpas.

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