Filántropos, emprendedores... y negreros: Cantabria mantiene viva la memoria de los esclavistas que hicieron fortuna con el 'oro negro'
“Se compran negros de ambos sexos en partidas y sueltos al contado; los Sres. Antonio López y Hermano, calle de la Marina número 38”. Quien en 1851 puso este anuncio en El Redactor de Santiago de Cuba fue Antonio López, un niño de Ruiloba que quedó huérfano, fue acogido en Andalucía y después emigró a Cuba, se enriqueció con la trata de seres humanos y fue ennoblecido por Alfonso XII. Su historia es la historia de un niño que acabó convertido en negrero, pese a que desde 1821 esta actividad había sido prohibida en España, y de ahí en marqués y propietario de bancos, navieras y fábricas de tabaco, una historia sin cortapisas morales pero con muchos consensos sociales.
López, también conocido como 'El Negro Domingo', no fue el único cántabro que hizo fortuna. Hubo más de una docena. Otro gran esclavista fue Juan Manuel de Manzanedo, rico empresario que cimentó su riqueza sobre la mano de obra esclava en el Caribe y que aún sigue siendo recordado en Cantabria. Porque a diferencia de la revisión que se está haciendo en otros puntos del país -Barcelona retiró en 2018 una estatuta del marqués de Comillas, reclamada por Cantabria y aún a buen recaudo en un almacén-, en Cantabria las figuras de estos egregios esclavistas no han sido en absoluto cuestionadas, pese a que no se puede apelar al desconocimiento para ello.
Santoña tiene un instituto que lleva el nombre de Manzanedo, quien fundó con su fortuna la entonces escuela en el siglo XIX; y Comillas manifiesta su orgullo por quien fue el factótum del Palacio de Sobrellano, el seminario de la Universidad Pontificia y todo el parque temático que sobre la obra de Gaudí y el modernismo catalán sigue ejerciendo de polo de atracción turística.
Santander misma, ciudad que no tiene prisa por erradicar de su callejero los nombre del franquismo, tarea a la que lleva dedicados 15 años, mantiene igualmente una calle dedicada a Antonio López.
La tierruca dio más de sí a la hora de hacer negocios con hombres, mujeres y niños como mercadería de compraventa o explotación directa. En esta lista siniestra de negreros hay más nombres, como el de Pedro Martínez Pérez de Terán, propietario de al menos 30 barcos esclavistas, y los de Joaquín Gómez Hano de la Vega, José María Cagigal Gómez y Rafael Toca Gómez y Hano de la Vega, todos ellos traficantes de 'oro negro'.
Aparte de ser negreros, otros varios hechos más los unen: sus orígenes son humildes, por más que en la recta final de su vida fueron ennoblecidos por la monarquía; también los une el respeto y la consideración que se les profesa en sus respectivos lugares de origen: Antonio López, en Comillas; Juan Manuel de Manzanedo, en Santoña: y Joaquín Gómez Hano de la Vega y sus sobrinos en Hazas de Cesto. Palacios, seminarios, institutos e iglesias quedan como vestigios de su paso filantrópico por sus respectivos municipios.
Pedro Martínez Pérez de Terán
Si al malagueño Pedro Blanco se le considera el mayor esclavista español del siglo XIX, el cántabro Pedro Martínez Pérez de Terán no le fue demasiado a la zaga. De hecho, sus coetáneos llegaban a confundirlos. A principios del siglo XIX, la Cádiz que acunó la Constitución de 1812 era también el principal puerto de tráfico esclavista con América. Protagonista de ello fue Pedro Martínez Pérez de Terán, cántabro que mantuvo tráfico con La Habana y que fue descrito como “el más inveterado tratante de esclavos del mundo: ha llevado el comercio de carne humana desde muy joven y ha realizado el vil tráfico por 3.000.000 de dólares”.
De extracción humilde, llegó a convertirse en el gaditano más rico con una flota a su servicio de 30 barcos negreros, que acostumbraban, como todos los demás dedicados a ese tráfico, a surcar el Atlántico con redes tendidas en cubierta de proa a popa para impedir que los esclavos se suicidaran y siguieran alimentando a los tiburones que seguían habitualmente a este tipo de buques, inconfundibles por su hedor y por la carne humana que caía por sus bordas.
Juan Manuel de Manzanedo y González de la Teja
Juan Manuel de Manzanedo y González de la Teja, natural de Santoña, hizo fortuna traficando con esclavos y montando un banco. Amasó una fortuna con negocios como la financiación de la construcción del Barrio de Salamanca y gran parte de la Puerta del Sol, en Madrid. En la recta final de su vida fue ennoblecido con los títulos de marqués de Manzanedo y duque de Santoña por su contribución a la Restauración borbónica de Alfonso XII.
De familia hidalga empobrecida, emigró a Cuba siendo un adolescente y retornó a mediados del siglo XIX rico para casarse con María del Carmen Hernández Espinosa de los Monteros. Fue mecenas en su tierra natal. En Santoña, construyó un palacio, un hospital para pobres y el colegio de San Juan Bautista, que es el actual IES Manzanedo. Murió en Santoña y fue enterrado en la capilla del colegio.
Antonio López y López
Antonio López y López, popularmente conocido como 'El Negro Domingo', fue descabalgado de su pedestal en Barcelona el año 2018 y desde entonces la estatua del marqués esclavista se guarda en un almacén municipal de la Ciudad Condal.
El conjunto escultórico barcelonés estaba ubicado en la plaza de Idrissa Diallo, antes llamada de Antonio López, y se trataba de una réplica hecha en 1940, ya que el original fue destruido durante la Guerra Civil. La propuesta de retirada partió en 2010 de los sindicatos UGT y CCOO y fue atendida por la alcaldesa Ada Colau ocho años después.
Una vez retirada, Miguel Ángel Revilla pidió a Colau que le enviara la estatua para instalarla en Comillas y otros mandatarios, como el alcalde de Benidorm, Toni Pérez (PP), hizo lo propio, reclamando la estatua para su municipio en recuerdo de los puestos de trabajo que generó el marqués con su compañía naviera.
¿Qué fue de aquella reivindicación? El presidente cántabro escribió a la alcaldesa Colau dos veces, ha informado el Gobierno autonómico: la primera en 2018, sin obtener respuesta; y la segunda, en febrero de 2019, la cual recibió una negativa expresa por parte de la alcaldesa.
Sin embargo, su efigie sigue encaramada en otras columnas de otros puntos del país como Cádiz, principal puerto de salida de barcos esclavistas, y Comillas, su pueblo natal y que guarda numerosas construcciones financiadas por él como el seminario de la Pontificia y el Panteón y Palacio de Sobrellano.
Ennoblecido por Alfonso XII en 1878 por el apoyo del preboste a la represión de la insurrección cubana, Ángel Pérez, amigo de López, donó al municipio de Comillas el solar donde ahora se levanta un monumento modernista en memoria del marqués. En su construcción intervino como arquitecto Doménech i Montaner, que trabajó sobre un proyecto de Cascante. La web turística del municipio no contiene ninguna referencia al pasado esclavista del marqués.
El marqués de Comillas era de familia hidalga empobrecida (su padre, de Ruiloba, murió estrangulado; su madre, de Comillas, tuvo que sacar la familia adelante como criada). Su fortuna se labró sobre la base del comercio, incluido el de esclavos y ya establecido en España fundó bancos, navieras (Transtlántica) y empresas como la de tabacos de Filipinas.
Joaquín Gómez Hano de la Vega
Joaquín Gómez Hano de la Vega, nacido en Hazas de Cesto en 1776, embarcó siendo adolescente en Cádiz rumbo a Cuba. Allí, en La Habana, trabajó en el comercio y meteóricamente llegó a convertirse en regidor de La Habana en 1820, dirigió el comercio de la isla, dictó leyes y se hizo cargo de bancos, acaudalando una de las mayores fortunas de la colonia.
Ya entonces era uno de los grandes negreros de la isla, entre otras razones porque fue testaferro del negocio esclavista de la regente María Cristina de Borbón y su esposo el duque de Riánsares, propietarios del ingenio Santa Susana en Cuba.
Hano de la Vega llegó a tener 472 esclavos en sus ingenios azucareros y antes de morir financió la mejora de la iglesia parroquial de Hazas de Cesto. Sus sobrinos se hicieron cargo de sus negociones esclavistas: José María Cagigal Gómez y Rafael Toca Gómez y Hano de la Vega, conde de San Ignacio.
En Hazas de Cesto, la iglesia de Santa María aún muestra una inscripción que recuerda la “piadosa” trayectoria de Gómez Hano de la Vega: “El Exmo. Sr. Dn. Joaquín Gómez Hano/nació en este pueblo el 20 de septiembre de 1776/murió en La Habana el 2 de febrero de 1860/Su piadosa generosidad elevó esta torre/y sufragó los gastos de reparación de la yglesia (sic)/Bendigamos su memoria. Hazas, 1880”.
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